Clave
asimilar que la llegada del coronavirus a Colombia se constituyó en una amenaza
de máximo nivel a la vida y a la salud de nuestra población. La mala nueva
tiene lugar cuando no ha habido solución, ni siquiera tenue mejoría, de los
ingentes problemas de desigualdad e injusticia social, asesinato de líderes
sociales y reincorporados a la vida civil, pauperización, exclusión y atropello
de derechos, que provocaron el paro del 21 de noviembre.
Ahora, de
modo abrupto en un país impreparado por completo, irrumpe la pandemia global y
de golpe y porrazo se convierte en el principal factor de peligro, inevitables
restricciones masivas, incremento de los males viejos, y más preocupaciones y
temores. No se han disipado la indignación ni el estado de ánimo de rebelión
social de la víspera, menos cuando la reciente racha de escándalos en
seguidilla, reveladores de la médula podrida del régimen, de fuertes lazos de
estamentos y personajes encumbrados del Estado y del establecimiento con el
crimen y la gran corrupción, habían puesto el gobierno Uribe-Duque contra la
pared. Mas es evidente que la travesía planetaria del virus, cual macabro
jinete del apocalipsis, vino en ayuda momentánea de la minoría gobernante. Por
ello, toca referirse a la moderna peste y adoptar el enfoque y la mejor ruta de
acción sobre las prioridades del día.
Por
un sistema de salud privatizado, Colombia sin prepararse para el coronavirus
No puede
ignorarse que hasta hoy, mientras prosigue en el globo la difusión del séptimo
tipo de coronavirus infeccioso, el Covid-19, y a pesar de los anuncios de
Estados Unidos y de China sobre la fabricación de una vacuna, no se ha iniciado
aún en el mundo la aplicación de ninguna contra el microorganismo[1]. Tampoco
que, dada la privatización de la salud en Colombia de lustros atrás que la
transformó un servicio público esencial en negocio privado, es un hecho que el
país dista mucho de estar preparado para afrontar tamaña calamidad general. Ni
la red pública hospitalaria nacional ni las EPS privadas están en capacidad de
hacerlo; la primera por la crónica precariedad de recursos a que la condena el
privatizado régimen de salud, y las segundas, por la práctica rapaz e inhumana
de engrosar las ganancias privadas de la plutocracia apropiadas por grupos
financieros a costa de negar la adecuada prestación del servicio de salud a la
población afiliada.
Es de ese resultado neto de la antisocial transformación regresiva impuesta al país hace casi 3 decenios, que hoy constituye el punto de partida, desventajoso y a todas luces insuficiente, desde el cual Colombia ha de soportar la repentina y traumática prueba a que va estar sometida con el arribo de la pandemia a nuestro territorio. La improvisación e incompetencia del actual gobierno nacional ─ostensibles a pesar de la simulada y estridente campaña nacional de “protección” frente al coronavirus─, apenas llegan a un remedo de la acción pública urgente y eficaz que se requiere, y por supuesto, no bastan.
Es de ese resultado neto de la antisocial transformación regresiva impuesta al país hace casi 3 decenios, que hoy constituye el punto de partida, desventajoso y a todas luces insuficiente, desde el cual Colombia ha de soportar la repentina y traumática prueba a que va estar sometida con el arribo de la pandemia a nuestro territorio. La improvisación e incompetencia del actual gobierno nacional ─ostensibles a pesar de la simulada y estridente campaña nacional de “protección” frente al coronavirus─, apenas llegan a un remedo de la acción pública urgente y eficaz que se requiere, y por supuesto, no bastan.
El
anestésico discurso del gobierno al país en el sentido de que este está
“completamente preparado” para hacer frente a la pandemia carece de todo
fundamento realista. Si en tiempos “normales” la fórmula habitual del lenguaje
común para designar el servicio del pésimo sistema de salud colombiano ha sido
la del “paseo de la muerte”, en la actual emergencia, nadie relativamente
informado puede esperar que dicho sistema, tal como está, pueda afrontar con
mediana eficacia la propagación de la pandemia.
Superioridad del
sistema público de salud y fracaso de la privatización neoliberal
Los
paliativos en este terreno anunciados por el gobierno a manera de remiendos de
última hora no pueden considerarse en serio soluciones de fondo. Son
incalculables las consecuencias que se derivarían de un colapso del raquítico
sistema de salud del país, en términos de la magnitud de pérdida de vidas del
pueblo acompañadas de los inevitables disturbios sociales cuyos alcances
resultan imposibles de prever. Y en Colombia nadie ignora que el nuevo paro
acordado para el 25 de marzo constituyó una verdadera reafirmación de la
voluntad de millones de colombianos de llevar adelante la gran protesta
iniciada con la explosión social del 21 de noviembre, con las limitantes
impuestas, por ahora, por la necesidad de combatir al Covid-19.
El
contraste entre el buen suceso de los países que enfrentaron el coronavirus en
Asia y los yerros cometidos en la misma prueba por algunos de los más
desarrollados de Occidente, parece provenir de la diferencia entre los dos
tipos de capitalismo que se han sucedido desde mediados del siglo XX hasta hoy.
Es decir, entre el capitalismo que, con el antecedente del New Deal de Roosevelt, imperó desde la segunda posguerra hasta
mediados de los años setenta y el capitalismo que a partir de su brutal
experimentación inicial en el Chile de Pinochet y de las dictaduras militares
del Cono Sur, fue enseguida adoptado por las administraciones de Reagan y la
Thatcher. Mientras el primero se conoció como el Estado de bienestar, Estado
benefactor o simplemente un fuerte capitalismo de Estado, el segundo se ha
caracterizado por el destierro del intervencionismo de Estado, la ola
privatizadora que lo distingue, la desregulación de la economía, el libertinaje
del capital financiero y las enormes transferencias de recursos públicos a sus
arcas, en tanto que el gasto público social y los salarios experimentan una
sustancial contracción o recorte.
La médula
salvaje y antisocial del capitalismo neoliberal
Desde el
punto de vista de la reproducción ampliada del capital ─o acumulación─, la
diferencia puede formularse expresando que la reinversión de capital en el
Estado de bienestar contemplaba como uno de sus rubros la reproducción de la
fuerza de trabajo, el capital variable, en tanto que garantizaba la capacidad
adquisitiva de la demanda. En el modelo capitalista neoliberal, en cambio, tal
rubro sufre una merma sustancial en cuanto se ha privado o restringido al
movimiento obrero de sus derechos frente a la superexplotación, y en tanto que
ya una parte considerable de la mano de obra se tiene como “prescindible”, sin
inclusión en el mercado laboral o a lo sumo contratable por debajo del mínimo
vital. Este último se da en un mundo en el cual el acelerado progreso
tecnológico expulsa mano de obra del proceso productivo, y aún del comercio y
los servicios, pauperiza el conjunto de la clase trabajadora y tiende a
prescindir de los segmentos menos calificados de la fuerza laboral. Y el
fenómeno se agrava en los países económicamente atrasados, como Colombia, donde
los trabajadores informales conforman prácticamente la mitad (47 por ciento)
del conjunto de la fuerza de trabajo.
En la
lógica de la reproducción ampliada o acumulación de este tipo de capitalismo
salvaje hoy imperante, buena parte de estos últimos trabajadores se consideran
mano de obra prescindible ─o cuya reproducción debe hacerse por debajo del
mínimo vital─, en la cual resulta “innecesario” el gasto del capital variable
destinado a seguridad social ─salud y pensiones─, y a educación media y
superior. Este rasgo de la era neoliberal se acentúa a límites infrahumanos en
presencia de las inevitables crisis económicas globales del capitalismo cuya
característica general, en todo tiempo y tipo de régimen económico capitalista,
ha sido la destrucción masiva de fuerzas productivas y de una parte de la clase
trabajadora.
Ahora, las crisis económicas, y estamos ad portas de una nueva y más profunda conmoción mundial en este terreno, devoran una mayor cantidad de vidas de trabajadores, tanto en los países del Norte como del Sur, pero con más extensión en este, y condenan una porción más grande de sus filas a la pauperización absoluta y a la indigencia. Es en esta antesala de un nuevo cataclismo económico general cuando hace su aparición el coronavirus. Y según todas las trazas, los supermillonarios del orbe, y los de Colombia, según se va viendo en nuestros lares, para preservar sus capitales y privilegios, no dudan en echar no solo sobre la espalda de la clase obrera y el resto la pobrería, sino incluso sobre las de las capas medias, toda la carga del sacrificio y los sufrimientos. Especialmente en los países del Tercer Mundo.
Ahora, las crisis económicas, y estamos ad portas de una nueva y más profunda conmoción mundial en este terreno, devoran una mayor cantidad de vidas de trabajadores, tanto en los países del Norte como del Sur, pero con más extensión en este, y condenan una porción más grande de sus filas a la pauperización absoluta y a la indigencia. Es en esta antesala de un nuevo cataclismo económico general cuando hace su aparición el coronavirus. Y según todas las trazas, los supermillonarios del orbe, y los de Colombia, según se va viendo en nuestros lares, para preservar sus capitales y privilegios, no dudan en echar no solo sobre la espalda de la clase obrera y el resto la pobrería, sino incluso sobre las de las capas medias, toda la carga del sacrificio y los sufrimientos. Especialmente en los países del Tercer Mundo.
No sin
razón, Gustavo Petro recalcó hace poco, en torno a la raíz de la pandemia
actual, que la del neoliberalismo es una fría lógica genocida. Es la que se
está aplicando hoy en Colombia y a nivel global ante el coronavirus: en el
dilema entre los gastos que demanda enfrentarlo ─la salud y la vida de millones
de personas─ y la macroeconomía” ─léase economía de mercado neoliberal─, hace
tiempo que los reyes del capital financiero, de Colombia y del mundo,
descartaron la primera y escogieron la segunda.
Un conjunto de medidas
urgentes, indispensables para enfrentar la emergencia
Para
enfrentar la gran emergencia nacional a que se ve expuesta Colombia, resulta
apenas obvio que cualquier Estado deba acudir a imprescindibles medidas
excepcionales y urgentes. En esa línea, lo
primero a asimilar son las conclusiones, positivas y negativas, que arroja la
experiencia tanto de los países que lograron contrarrestar la expansión del
contagio del coronavirus como de aquellos que se debaten con el mismo, en medio
de un derrotero errático. En esa asimilación puede cifrarse la primera
condición de la supervivencia de centenares de miles o de millones de personas.
Hasta hoy puede verificarse sobre la pandemia que se expande sobre el planeta que las posibilidades de un control que permita una reducción así sea gradual de la población afectada por el contagio, reside en la actuación pronta y decidida del Estado sobre el territorio donde se origina el brote, como en las regiones aledañas, sobre la base de un sólido sistema de salud pública. Es el caso de China, donde al cabo de 3 meses largos la propagación del virus llegó a su pico, se contrarrestó su aumento y empezó su reducción. Resultado obtenido gracias a una combinación de políticas y acciones de las que debe aprender el resto del mundo. Que demuestran la incontestable superioridad del sistema público de salud y la absoluta necesidad y el papel irremplazable del Estado en la prestación de los servicios públicos.
Salta a la vista el marcado contraste que con respecto al gran país de Oriente ofrece Europa, ahora epicentro de la pandemia, como el mismo Estados Unidos, debido a la inexistente o muy deficiente preparación de sus gobiernos para afrontar la llegada y propagación del virus. Todo un manifiesto sobre el fracaso del modelo neoliberal y el por qué urge tanto a la humanidad sacudirse el engendro privatizador.
Hasta hoy puede verificarse sobre la pandemia que se expande sobre el planeta que las posibilidades de un control que permita una reducción así sea gradual de la población afectada por el contagio, reside en la actuación pronta y decidida del Estado sobre el territorio donde se origina el brote, como en las regiones aledañas, sobre la base de un sólido sistema de salud pública. Es el caso de China, donde al cabo de 3 meses largos la propagación del virus llegó a su pico, se contrarrestó su aumento y empezó su reducción. Resultado obtenido gracias a una combinación de políticas y acciones de las que debe aprender el resto del mundo. Que demuestran la incontestable superioridad del sistema público de salud y la absoluta necesidad y el papel irremplazable del Estado en la prestación de los servicios públicos.
Salta a la vista el marcado contraste que con respecto al gran país de Oriente ofrece Europa, ahora epicentro de la pandemia, como el mismo Estados Unidos, debido a la inexistente o muy deficiente preparación de sus gobiernos para afrontar la llegada y propagación del virus. Todo un manifiesto sobre el fracaso del modelo neoliberal y el por qué urge tanto a la humanidad sacudirse el engendro privatizador.
El
colapso del sistema de salud en Italia y las dificultades de España, Gran
Bretaña y Estados Unidos
Es
evidente que, si países desarrollados como Italia afrontan una situación
dramática ante la difusión de la pandemia en su territorio, es en los países de
la periferia y en particular en los de América Latina, donde pueden tener lugar
los peores estragos del contagio en expansión. En sólo 3 semanas se llegó en
dicho país al punto en que las 5.090 camas de cuidados intensivos[2] con
que se contaba resultaron
completamente insuficientes ante el acelerado aumento de los contagiados, al
punto que las agencias noticiosas difundieron al mundo el lúgubre dilema de que
sus médicos deben “escoger a quiénes tenían que dejar morir”. Las muertes
italianas por coronavirus superaron las de China. Christian
Salaroli, médico jefe de la unidad de cuidados intensivos de un hospital
de Bérgamo, dijo al periódico italiano Corriere della Sera: … “existen médicos que han
afirmado que han tenido que elegir a qué pacientes tratar y a quiénes no. Si
una persona entre 80 y 95 años está con dificultad respiratoria grave, es
probable que no puedas proceder [con el tratamiento]”[3]. En respuesta del
proletariado industrial, en Italia han entrado en huelga importantes sectores
de trabajadores de la industria automovilística (Fiat-Chrysler), la siderurgia
y los astilleros, reclamando el cierre de las fábricas para cumplir con el
confinamiento prescrito pero con la debida remuneración para los asalariados
mientras dure la pandemia.
El sistema de salud español, deteriorado
y debilitado como lo dejó la privatización, fue heredado por el gobierno de
Sánchez, que también integra Podemos. La debilidad e insuficiencia de este sistema
de salud se ha puesto de presente en una serie de casos. La cerrada oposición
de la derecha española, en especial del Partido Popular, complica la emergencia
del coronavirus. El diario El Plural publica
noticia cuyo titular resulta muy elocuente: “Madrid, superado por el coronavirus, pide respiradores a los
veterinarios”[4]. En algunas regiones de España, como en
Granada, las carencias públicas han sido tales que las autoridades tuvieron que
acudir al urgente concurso de la población con donaciones de equipo médico[5]. Un gobierno local de Madrid, ha
exigido al gobierno de la capital española de Isabel Díaz Ayuso, del Partido
Popular, la apertura de la cuarta
torre del Hospital Infanta Sofía, que construida en 2007, nunca llegó a
estar operativa y sigue cerrada[6]
al igual que la reapertura de las urgencias del Hospital de Leganés, que permanecía cerrada.
Al tiempo que se registra con consternación el
colapso del sistema de salud italiano y las enormes dificultades de España, el
estamento científico de Gran Bretaña, jalonado por el modelo matemático presentado por el Imperial College de Londres,
conminó y al parecer obtuvo una modificación considerable del rumbo del
gobierno de Boris Johnson frente al Covid-19[7].
Eminentes epidemiólogos estadounidenses se expresan a las claras sobre las
serias fallas del sistema de salud norteamericano, y la necesidad de aprender
de las experiencias extranjeras positivas ante el coronavirus[8].
Experiencias
positivas contra el coronavirus de validez universal
De China,
Corea del Sur, Singapur y Taiwan[9], el
mundo desarrollado de Occidente aprende a regañadientes y se apresta, o eso
parece, a corregir errores. El epidemiólogo Tolbert Nyenswah profesor de la Escuela
de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, le
dice a BBC Mundo: “Ha habido un grupo de naciones que han logrado tomar medidas
para contener el brote y creo que hoy se podría aprender de ellas”[10]. Nuestro país afronta un
dilema similar.
Lo cierto es que de esas experiencias nacionales positivas se decantan lecciones cuya aplicación resulta apremiante, por lo menos de aquellas que tenemos posibilidades reales de llevar a cabo y que Colombia aún está a tiempo de poner en práctica. Fueron varias las estrategias eficaces que emergieron, principalmente en China, y también en Corea del Sur, Singapur y Taiwan y Japón. En su orden: la preparación y reacción rápida, la detección temprana de los casos mediante pruebas de diagnóstico, el rastreo de potenciales contagios, el confinamiento o distanciamiento social, y la promoción de medidas de higiene[11].
Lo cierto es que de esas experiencias nacionales positivas se decantan lecciones cuya aplicación resulta apremiante, por lo menos de aquellas que tenemos posibilidades reales de llevar a cabo y que Colombia aún está a tiempo de poner en práctica. Fueron varias las estrategias eficaces que emergieron, principalmente en China, y también en Corea del Sur, Singapur y Taiwan y Japón. En su orden: la preparación y reacción rápida, la detección temprana de los casos mediante pruebas de diagnóstico, el rastreo de potenciales contagios, el confinamiento o distanciamiento social, y la promoción de medidas de higiene[11].
La preparación estriba en la realización de
campañas, simulacros y entrenamientos organizados, con un mando central, del
personal de salud con el concurso de la población sobre la eventualidad de
epidemias, y en la provisión y el acopio de los elementos necesarios para
enfrentarlas. Que la alta probabilidad de las pandemias y la responsabilidad de
los gobiernos de prepararse ante su probable ocurrencia es un tópico entre
sectores altamente calificados de profesionales de la salud, nos lo reitera el
epidemiólogo norteamericano Miguel Hernán, de la Universidad de Harvard:
En cierto sentido, no es una sorpresa [la pandemia actual], sabemos
que va a haber pandemias cada cierto tiempo, no sabemos cuándo pero no es
totalmente inesperado. De todas formas, hay sociedades mejor preparadas que
otras y el caso de Estados Unidos es extremo, los planes para afrontar una
pandemia empezaron a desmontarse hace tres años por razones de presupuesto.
Otros países estaban mejor preparados, Corea y Singapur son ejemplos de cómo se
puede tomar el control en este tipo de situaciones.[12]
El epidemiólogo Tolbert
Nyenswah profesor de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns
Hopkins, Estados Unidos, uno de los responsables del combate al ébola en África
Occidental, declaró que:
La preparación y la
acción rápida resultan fundamentales en los primeros momentos del brote. En
Europa y Estados Unidos hemos visto que no solo faltaba preparación sino que se
ha reaccionado tarde…[13]
Peor aún, Anthony Fauci, jefe del Instituto Nacional de
Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU., la principal autoridad en
infectología del país, reveló en una audiencia ante el Congreso que:
El sistema (para
confirmar nuevos casos) no está realmente orientado a lo que necesitamos en
este momento, a lo que se está requiriendo. Eso es un fracaso. Admitámoslo.[14]
Entre los países capitalistas de Occidente, Alemania
constituye la excepción a la actitud errática de casi todos los demás,
precisamente porque adoptaron las estrategias que mostraron su eficacia en
China y en el grupo de países asiáticos mencionado. De hecho, los alemanes se
estaban preparando incluso antes de que el coronavirus llegara a su país (cosa que ocurrió
el 27 de enero, cuando confirmaron el primer caso). Tempranamente pusieron así
en práctica las estrategias de preparación, con la creación de un comité
permanente de vigilancia instalado el 6 de enero de este año, y de
adelantamiento de pruebas de diagnóstico decididas en la misma fecha. Ello
explica la baja tasa de muertes por coronavirus en Alemania. El Instituto Robert
Koch de Virología, responsable de la estrategia alemana frente al covid-19,
dice en un documento que “Lo cierto es que hemos recomendado, desde el momento
mismo en que tuvimos conocimiento de la emergencia, ampliar el número de
exámenes entre la población y así reducir la posibilidad de contagio”[15].
Es obvio que en Colombia estuvimos muy lejos de contar con
una preparación de este tipo, cuya organización y desempeño se necesitan ahora
en la fase de enfrentamiento y control de la pandemia. El resultado de tal
preparación se resume, en el caso del coronavirus, en contar con una provisión considerable de camas
de UCI y camas hospitalarias simples, respiradores mecánicos
o medios para oxigenoterapia, personal
sanitario disponible (epidemiólogos, médicos especialistas y enfermeras), y EPI (equipos de protección individual para dicho personal)[16]. Elementos estos cuya notable insuficiencia en
nuestro país que, de no superarse, y de combinarse con la no realización o el
desempeño deficiente de las demás estrategias enumeradas, pueden desembocar en
un desastroso colapso del sistema de salud. En Colombia no solo
padecemos un déficit de tal equipo sanitario sino que el grueso del existente
es de disponibilidad privada. ¿Qué ocurrirá entonces cuando se empine la curva
de contagios ─si llega a adquirir la previsible velocidad exponencial─, habida
cuenta de la insuficiencia existente en Colombia de camas con UCI, de
respiradores mecánicos o medios para oxigenoterapia, de personal sanitario
disponible, de equipos de
protección del personal de salud?
La
detección temprana de los casos y el rastreo de potenciales contagios, se
adelanta sobre la base de pruebas de diagnóstico, con los kits necesarios, para
establecer si un individuo ha sido o no infectado. Las pruebas deben
practicarse determinando una proporción de la población por millón de
habitantes, de modo que cuanto mayor sea dicha proporción y más rápida su
realización, más confiable serán los resultados. Estos permiten establecer una
cifra de infectados efectivos y calcular otra de potenciales afectados sobre la
base de la cual calcular una tasa, semanal y mensual, de probable propagación
del virus. Esta práctica permitió a China y a Corea del Sur una base cierta sobre
la cual ir avanzando de modo progresivo en el control de la pandemia; la
insuficiencia de estas pruebas ha sido señalada como causa del fracaso o del
primer paso en falso en Italia, España, Gran Bretaña y sobre todo en Estados
Unidos. En este país, consultados por BBC Mundo:
Los expertos en salud… coinciden en que
la principal causa por la que no se tienen estadísticas más fiables de la
situación del coronavirus en EE.UU. está vinculada con la escasez de
pruebas para detectar a los enfermos de covid-19[17].
Y Krys Johnson,
profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple (EE.UU.), le dice a BBC
Mundo:
Corea del Sur ha estado probando a unas 10.000 personas por día, lo que
significa que evalúan a más personas en dos días que los que ha probado EE.UU.
en más de un mes”,…[18]
En Estados Unidos, que tiene el sistema de
salud más caro del mundo y el peor de los países desarrollados, cerca de 30
millones de personas están por fuera del sistema de aseguramiento en salud y “hasta los que tienen el seguro privado están en una
situación de copago para casi todo”[19].
Por su parte, el director de
la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, consideró que facilitar las pruebas a
cualquier persona con síntomas de haberse contagiado era la “columna vertebral
para detener la propagación” de la pandemia, y alerto:
Muchos gobiernos continúan haciendo los exámenes solo a los pacientes
más graves, lo que no solo puede falsear las estadística sino propiciar que
personas con síntomas más leves continúen propagando el virus.[20]
En Colombia no se aplica todavía ninguna de las
experiencias positivas del mundo
La amonestación del director de la OMS
pareciera aludir directo a Colombia. Según
la información aparecida a mediados de marzo en el diario colombiano de mayor
circulación las “estimaciones de contagio e inversiones están basadas en
el riesgo de ser infectado en el que está, según
la Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud y Protección
Social, el 34,2 por ciento de la población colombiana”[21] [es
decir, un poco más de 15,8 millones]. La cuestión es que no se tiene
noticia de en qué se basó la proyección de la dependencia oficial y, en
cualquier caso, la noticia no registra que se trate de lo que hoy se considera
universalmente la base más confiable para ello, las pruebas de diagnóstico
practicadas sobre una proporción de la población por millón de
habitantes.
Por otra parte, en el decreto 417 del 17 de marzo, con el cual el presidente Iván Duque declaró el “estado de emergencia económica y social”, quedó consignado que el país se tiene que preparar para afrontar 3’989.853 casos de contagio de coronavirus. Se informó que la cifra sobre proyección del contagio procedía del Instituto Nacional de Salud con una tasa de contagio de 2.68 con 4 categorías de contagiados, ascendiendo la de mayor gravedad ─los considerados como “severos”─ al menos a 550.600 casos, los cuales revestirían un riesgo máximo sobre la vida de los pacientes. Subsiste aquí el mismo interrogante relativo a sobre qué base, y cuál es su confiabilidad, a partir de la cual se derivaron las proyecciones. Cuestión adicional de igual modo es: ¿si la cifra proyectada de contagiados de la mencionada Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud y Protección Social, de más de 15,8 millones de colombianos que se hallan en riesgo de ser infectados, cómo se llega a la otra magnitud, la del Instituto Nacional de Salud, considerablemente menor, de 3’989.853 casos de contagio?
Por otra parte, en el decreto 417 del 17 de marzo, con el cual el presidente Iván Duque declaró el “estado de emergencia económica y social”, quedó consignado que el país se tiene que preparar para afrontar 3’989.853 casos de contagio de coronavirus. Se informó que la cifra sobre proyección del contagio procedía del Instituto Nacional de Salud con una tasa de contagio de 2.68 con 4 categorías de contagiados, ascendiendo la de mayor gravedad ─los considerados como “severos”─ al menos a 550.600 casos, los cuales revestirían un riesgo máximo sobre la vida de los pacientes. Subsiste aquí el mismo interrogante relativo a sobre qué base, y cuál es su confiabilidad, a partir de la cual se derivaron las proyecciones. Cuestión adicional de igual modo es: ¿si la cifra proyectada de contagiados de la mencionada Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud y Protección Social, de más de 15,8 millones de colombianos que se hallan en riesgo de ser infectados, cómo se llega a la otra magnitud, la del Instituto Nacional de Salud, considerablemente menor, de 3’989.853 casos de contagio?
En suma, en nuestro país no se conoce que haya
sido puesta en marcha la urgente tarea sanitaria de reunir una base de
información confiable, las pruebas de diagnóstico, para calcular el alcance
probable del coronavirus. No sólo no se han iniciado dichas pruebas, sino que ni
siquiera se ha expresado voluntad oficial alguna de adquirir los necesarios
kits para dicha labor. Salta a la vista que el reclamo ciudadano, claro y
fuerte, consiste en exigir su inmediata puesta en marcha.
El rastreo de potenciales contagios se ha verificado como otra estrategia exitosa. Sobre la base de identificar y aislar en cuarentena los dos anillos en torno al infectado, el de las personas que se relacionaron directamente con él y el integrado por aquéllos que entraron en contacto con dichas personas, tal como se hizo eficazmente en China. Krys Johnson, profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple, EE.UU., ha señalado que “Corea del Sur y China han realizado excelentes trabajos en el rastreo, pruebas y contención entre sus ciudadanos”[22]. No hay noticia alguna de que el indispensable rastreo se haya iniciado en Colombia o de que se piense en efectuarlo.
El rastreo de potenciales contagios se ha verificado como otra estrategia exitosa. Sobre la base de identificar y aislar en cuarentena los dos anillos en torno al infectado, el de las personas que se relacionaron directamente con él y el integrado por aquéllos que entraron en contacto con dichas personas, tal como se hizo eficazmente en China. Krys Johnson, profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple, EE.UU., ha señalado que “Corea del Sur y China han realizado excelentes trabajos en el rastreo, pruebas y contención entre sus ciudadanos”[22]. No hay noticia alguna de que el indispensable rastreo se haya iniciado en Colombia o de que se piense en efectuarlo.
Con el confinamiento o distanciamiento social
─la permanencia de las personas en sus domicilios─ se trata de ralentizar o por
lo menos de desacelerar la expansión del contagio, la velocidad de propagación
del virus. Se practicó en Wuhan y en la región china de la cual es capital con
los resultados que el mundo conoce. Medida clave, porque si esta velocidad se
disparara se llegaría rápidamente a un punto de quiebre fatal, el colapso del
sistema de salud, como ocurrió en Italia y parece aproximarse en España.
Practicable en escala de pequeñas poblaciones, grandes ciudades y regiones
enteras. En cambio, si se consiguiera reducir sustancialmente la velocidad
antedicha se conjuraría el colapso del sistema sanitario y se ganaría tiempo
para incorporar a este los elementos hasta entonces faltantes, todo sobre la
base de allegar los recursos públicos indispensables para ello.
Es muy
claro que padecemos retraso en la puesta en marcha de esta medida. Fue un paso
adelante en esa dirección la iniciativa de la alcaldesa de Bogotá, Claudia
López, la del simulacro de cuarentena, al igual que la de los varios alcaldes y
gobernadores que la secundaron dándole un rotundo mentís al inoportuno decreto
presidencial de despótico tinte, expedido en contravía de esta gran necesidad
del día. La acción colectiva de los mandatarios, adelante de la ostensible
renuencia del ejecutivo central visible desde el primer momento, logró al fin
obligar a la detestable elefantiasis que alberga la Casa de Nariño a tomar la
decisión de decretar por fin la inaplazable medida del confinamiento de las
gentes en sus lugares de vivienda. Mucho antes, Gustavo Petro y luego diferentes
sectores democráticos, de los agrupamientos alternativos y del liberalismo,
habían puesto el acento en la urgencia de decidir la medida del confinamiento
general de la gente en sus domicilios. Es claro que la resistencia por parte
del gobierno a marchar en la dirección correcta se debe a los costos que
implica y que deben recaer sobre el gasto público. Tal rumbo o rectificación de
la destinación de las finanzas públicas estropearía el largo festival de la
bancocracia y atendería realmente las apremiantes tareas. El confinamiento es correcto,
pero no puede defenderse sobre la base de atropellar derechos laborales ni
dejar a su suerte a los más débiles. Para lograr el confinamiento más
generalizado posible es preciso que se defina de manera oficial a la inmensa
masa de trabajadores formales informales, si la permanencia en sus hogares será
remunerada para los primeros y con un ingreso básico para los segundos.
Ante la presión del empresariado solicitando
despidos colectivos de trabajadores, el ministro de Trabajo expidió una
resolución hace unos días a través de la cual se dispone que las solicitudes que lleguen en ese
sentido serán remitidas a la Unidad de Investigaciones Especiales de la
Dirección de Inspección, Vigilancia y Control, precisando que ninguna de las direcciones territoriales
del Ministerio podrá autorizar despidos de empleados. La ambigüedad de
la medida expresa la crispación nerviosa existente en el gobierno debido a la
tensión social creciente por el descontento reinante y la emergencia del
coronavirus. Ha preferido hacer un esguince a las solicitudes patronales sin
rechazarlas, para ganar tiempo, en lugar de haber advertido de plano que no es
tiempo para despidos. Lo cierto es que la combinación de los estrujones de la
economía ─la devaluación, la caída de los precios del crudo, el apretón fiscal,
la especulación con los precios de los alimentos que se ve venir─, el malestar
social que se recalienta, el impacto del coronavirus y la perspectiva de un
aumento del desempleo por los despidos solicitados constituyen un coctel muy
explosivo. Los motines en las cárceles de la noche del 21 de marzo ─con su
sangriento saldo de 23 reclusos muertos a bala en una sola noche─ como el
festivo y popularísimo resonar de los cacerolazos vuelven a esbozar el rostro
de la rebelión social. El gobierno lo sabe y se debate entre el temor al pueblo
en protesta, que le pone los pelos de punta ─transfigurando a un inefable Uribe
con sus propuestas “sociales”─, y la médula ultraderechista del proyecto
fascistoide que lo anima. La renuencia de Duque a tomar las decisiones que
reclama el momento, la vacilación que aflora en sus actos, la simulación del
papel de protector del pueblo, que no cala, irrita a tirios y troyanos y hasta
los ultras del uribismo vociferan que se haga a un lado el gelatinoso mandatario.
En las condiciones de riesgo en que se halla el
país frente al covid-19, no debería resultar extraña la decisión de Julián
Vélez Grisales, desde hace tres años estudiante en la Universidad de Wuhan,
quien declaró “Me quedo en Wuhan porque me siento más seguro”, ya que “la
evolución de la epidemia y el despliegue de recursos en ese país [China]
ofrecen más garantías de las que podría recibir en
Colombia, donde hay deficientes condiciones del sistema de salud”.
La última de las estrategias imprescindibles en la
batalla contra el coronavirus, la promoción
de medidas de higiene, comprende todas las prácticas tales como el lavado de
manos y la limpieza sistemática de superficies, la distancia observable entre
personas, el uso de tapabocas o barbijo, el adecuado manejo de la ropa
utilizada por contagiados y sus contactos, etc.
Las medidas que sirven al
pueblo colombiano
El
cumplimiento de tales medidas o estrategias requiriría una modificación
sustancial del presupuesto público. Ello implicaría tres decisiones de fondo:
una reducción de pagos de la deuda externa, una recanalización del gasto
público y la reforma del régimen impositivo. Y la decisión de adoptar de lleno las
probadas estrategias para enfrentar la emergencia del coronavirus, que dieron o
están dando resultado positivo en el mundo. Amén de ello, una serie de medidas
que atiendan el impacto que su puesta en marcha implica en materia económica y
social. El robustecimiento del sistema de salud pública, concentrado en fortalecer
los cuatro elementos centrales para hacer frente a la pandemia: camas Uci,
respiradores y oxigenoterapia, personal de salud suficiente, y equipo de
protección para el mismo. La garantía de que los trabajadores en su
confinamiento seguirán recibiendo sus salarios y de que el gobierno central no
autorizará despidos colectivos ni individuales solicitados por las empresas. El
suministro de un ingreso básico a los trabajadores informales mientras dure el
confinamiento. Moratoria por un año de las deudas de los pequeños y medianos
productores y negocios de ese nivel. Impuesto extraordinario de emergencia
durante la duración de la pandemia al sector financiero con destino a la
batalla contra el coronavirus. Implantación del control oficial de precios,
especialmente sobre los artículos de primera necesidad. Convenio con Cuba para
adquirir el interferón 2 Alfa B, la sustancia producida por la Isla que
contribuyó a salvar más de 3 mil vidas en China. Acuerdo fronterizo con
Venezuela y con los demás países limítrofes, para implementar medidas de
interés mutuo frente a la pandemia.
Si el
Gobierno no actúa en bien del país, la rebelión social salvará a Colombia
Ni qué
decir que el gobierno, además de que la política oficial imperante es
absolutamente contraria a este enfoque del problema, tampoco va a acceder por
voluntad propia a ponerlo en práctica. Lo cual significa que las opciones de
que disponemos las fuerzas democráticas en el país, se reducen a dos. La
primera: someterse pasivamente a la lógica antisocial e inhumana de la
concepción neoliberal, según la cual la primacía, incluidos los tiempos de
emergencia, crisis o desastres, corresponde por sobre todo a la preservación de
los intereses de la oligarquía financiera dominante ─cuyo núcleo son los grandes
bancos privados y cuyo santo y seña en la jerigonza al uso es la “buena
macroeconomía” y la regla fiscal─. Por supuesto, dada la absoluta necesidad de
medidas como la del confinamiento ─una buena razón para mantener a la gente en
sus viviendas, y evitar las movilizaciones y concentraciones masivas, todo lo
cual, coronavirus aparte, le conviene al gobierno─, existe el riesgo de que se
baje la guardia, se asuma una resignada pasividad y hasta se mire como
inevitable la política oficial frente a la emergencia.
La segunda opción, alentar, orientar y ponerse al frente del instinto de conservación del pueblo que pronto, quizá más de lo previsto, se levante de modo espontáneo contra la despiadada política imperante, mediante múltiples acciones en demanda de la vida, la adecuada atención oficial a la emergencia del coronavirus, por el derecho al trabajo informal o a un ingreso básico otorgado por el Estado, e incluso por el acceso a alimentos de consumo diario. Es decir, o se asume de manera pasiva el confinamiento o nos convertimos en agentes activos de la rebelión social. O se percibe de manera rutinaria eventuales asaltos de muchedumbres a clínicas privadas en demanda de que se atiendan sus allegados afectados por el contagio, los motines de la población carcelaria por su derecho a la vida y adecuada atención sanitaria en las actuales circunstancias, la probable resistencia en las calles de los informales por el derecho a devengar los ingresos diarios, la irrupción de gente en procura de víveres en hipermercados, o se asumen tales acciones masivas en su contexto nacional y planetario, con un enfoque progresivo, revolucionario.
La segunda opción, alentar, orientar y ponerse al frente del instinto de conservación del pueblo que pronto, quizá más de lo previsto, se levante de modo espontáneo contra la despiadada política imperante, mediante múltiples acciones en demanda de la vida, la adecuada atención oficial a la emergencia del coronavirus, por el derecho al trabajo informal o a un ingreso básico otorgado por el Estado, e incluso por el acceso a alimentos de consumo diario. Es decir, o se asume de manera pasiva el confinamiento o nos convertimos en agentes activos de la rebelión social. O se percibe de manera rutinaria eventuales asaltos de muchedumbres a clínicas privadas en demanda de que se atiendan sus allegados afectados por el contagio, los motines de la población carcelaria por su derecho a la vida y adecuada atención sanitaria en las actuales circunstancias, la probable resistencia en las calles de los informales por el derecho a devengar los ingresos diarios, la irrupción de gente en procura de víveres en hipermercados, o se asumen tales acciones masivas en su contexto nacional y planetario, con un enfoque progresivo, revolucionario.
El PTC no
puede menos que abrazar resueltamente esta segunda opción. Otra cosa implicaría
echar por la borda su historia y el papel de sus organizaciones y líderes.
Un
enfoque como el que aquí se propone se enfrenta a reales y no desdeñables
obstáculos. Como el natural miedo que genera la pandemia y la consiguiente
propensión a recluirse en los hogares, como el punto de vista contrario que
esgrime el gobierno con argumentos de la ortodoxia neoliberal prevalecientes en
la opinión durante lustros, o como el visible desconcierto actual de la mayoría
de las fuerzas democráticas denominadas alternativas y el lógico temor entre
nosotros a sufrir el rechazo y un eventual aislamiento político, y por
supuesto, el omnipresente recurso de siempre: la represión armada del Estado.
Es preciso emprender de inmediato una campaña en redes sociales difundiendo
este punto de vista e invitando a una reflexión conjunta a todas las fuerzas
democráticas a unir fuerzas y a actuar de consuno y en conjunto.
La situación no se ha desenvuelto aún al límite
de las circunstancias aludidas, aunque ya se dio un claro anticipo, el asalto a
un supermercado atribuido a venezolanos en el barrio Santafé de Bogotá, que no
debería reducirse a un extravío de “extranjeros”. Buena parte del pueblo
colombiano se halla en condiciones socioeconómicas similares o peores. Procede
completamente la reflexión de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, al
exclamar “Cómo le vamos a pedir a la gente que pague algo recurrente, si no
está generando ingresos”, y su anuncio consiguiente: los habitantes de la
capital no pagarán servicios públicos durante un mes, entre el 20 de marzo y el
20 de abril.
El gobierno Uribe-Duque tiene la palabra; se impone un pronunciamiento inequívoco, sin ambigüedades, que notifique al país sobre el cardinal asunto de si se garantizará o brindará a la población trabajadora, formal e informal, como a quienes carecen de mínimos medios de subsistencia, si el Estado va o no a suministrarles la imprescindible ayuda a los colombianos que lo necesitan en tan difícil trance. Lo observado hasta ahora es la profunda repulsa del presidente a tomar las medidas necesarias. Si los actos y hechos del gobierno se revelan a plenitud contrarios a las necesidades de las mayorías del país, o incluso si no hay respuesta explícita alguna sino la omisión, a nadie deberá sorprender que empiecen a desatarse las acciones de masas correspondientes a tal actitud. De nuevo será necesario un potente y generalizado reclamo de las fuerzas democráticas, la mayoría de la ciudadanía, en medio de las grandes limitantes que la situación impone, en defensa de la vida y la salud de los colombianos. El 25 de marzo, cuando los cacerolazos en todo el país eleven su himno de resistencia, será la fecha de concreción inicial de esa voluntad y esa gran fuerza.
El gobierno Uribe-Duque tiene la palabra; se impone un pronunciamiento inequívoco, sin ambigüedades, que notifique al país sobre el cardinal asunto de si se garantizará o brindará a la población trabajadora, formal e informal, como a quienes carecen de mínimos medios de subsistencia, si el Estado va o no a suministrarles la imprescindible ayuda a los colombianos que lo necesitan en tan difícil trance. Lo observado hasta ahora es la profunda repulsa del presidente a tomar las medidas necesarias. Si los actos y hechos del gobierno se revelan a plenitud contrarios a las necesidades de las mayorías del país, o incluso si no hay respuesta explícita alguna sino la omisión, a nadie deberá sorprender que empiecen a desatarse las acciones de masas correspondientes a tal actitud. De nuevo será necesario un potente y generalizado reclamo de las fuerzas democráticas, la mayoría de la ciudadanía, en medio de las grandes limitantes que la situación impone, en defensa de la vida y la salud de los colombianos. El 25 de marzo, cuando los cacerolazos en todo el país eleven su himno de resistencia, será la fecha de concreción inicial de esa voluntad y esa gran fuerza.
Hasta la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de la ONU, establece que lo deseable es una sociedad donde rija un
Estado de derecho donde no sea necesario recurrir al “supremo recurso de la
rebelión”, implicando de modo tácito que, en caso contrario, el camino es el
ejercicio de ese recurso por las mujeres y hombres comunes y corrientes. Si
llegáramos a ese desenlace, el PTC se mantendrá indefectiblemente al lado del
pueblo.
22 de marzo de 2020
NOTAS
[1] Los primeros cuatro de
un grupo de 45 voluntarios recibieron, a mediados de marzo, la dosis
correspondiente de una vacuna en ensayo en humanos contra del nuevo coronavirus
en el centro de investigación que la organización Kaiser Permanente tiene en la
ciudad de Seattle. La vacuna mRNA-1273 fue creada por la empresa biotecnológica
Moderna Therapeutics. La vacuna fue creada por científicos en un laboratorio,
incluyendo un segmento pequeño de un código genético copiado del virus. Se afirma que esto preparará al propio
sistema inmune del cuerpo para combatir la infección real. De
otra parte, también a
mediados de marzo, el ministerio de Defensa de China aseguró en
un comunicado que había
desarrollado “con éxito”, una vacuna contra el SARS-CoV-2,
causante del covid-19 [coronavirus], y que ya había autorizado las pruebas en
humanos. Esta no es la única vacuna desarrollada en
China contra el nuevo coronavirus. La agencia
EFE informó que varias instituciones de ese país revelaron que en abril pondrán
en marcha los ensayos clínicos para comprobar la eficacia de varias vacunas en
las que han venido trabajando. Una de estas es una vacuna creada a partir de
vectores virales de la gripe que se
encuentra actualmente en fase de experimentación con animales y
que será probada en abril en un estudio en el que participarán varios centros
de investigación junto a las universidades de Pekín, Tsinghua y Xiamen, según
el Ministerio de Educación chino. Cfr. “Coronavirus: Estados Unidos comienza a
probar la primera vacuna en humanos contra el covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-51921073
, 16 marzo 2020, y “Coronavirus: China dice tener lista para pruebas en humanos
una vacuna contra el SARS-CoV-2, causante del covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51939501
, 17 marzo 2020.
[3] “La sala de emergencias
se está derrumbando”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-51919561
, 19 de marzo 2020.
[4] “Madrid, superado por
el coronavirus, pide respiradores a los veterinarios”, https://www.elplural.com/autonomias/madrid-superado-coronavirus-pide-respiradores-mecanicos-veterinarios_23593510220
de marzo de 2020.
[6] “Ayuso, que no deja de
pedir recursos al Gobierno, mantiene una planta entera cerrada en un hospital
público”
[7] “Coronavirus: qué dice
el modelo matemático del Imperial College de Londres que cambió la estrategia
del Reino Unido frente al covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-51930745,
19 de marzo 2020.
[8] “Ha habido un grupo de
naciones que han logrado tomar medidas para contener el brote y creo que hoy se
podría aprender de ellas", le dice a BBC Mundo el epidemiólogo Tolbert
Nyenswah profesor de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad
Johns Hopkins (Estados Unidos).” https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935,
17 de marzo 2020.
[10] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935,
17 de marzo 2020.
[11] “Coronavirus: 5
estrategias que están funcionando en los países que han logrado contener los
contagios de covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935
,17 marzo 2020.
[12] “Coronavirus: por qué
EE.UU. ‘está fracasando’ en la forma en que combate el covid-19 y cómo deja en
evidencia su sistema de salud”.
[13] Coronavirus: 5
estrategias que están funcionando en los países que han logrado contener los
contagios de covid-19, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935
,17 marzo 2020.
[14] Ídem.
[15] “Coronavirus: ¿por qué
Alemania tiene un número tan bajo de muertos por covid-19 en comparación con
otros países?”, Alejandro Millán Valencia, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51980118
, 21 marzo de 2020.
[16]“¡No se despisten!
¡Actúen ya!” (Mensaje a las amistades de Latinoamérica desde un epicentro de
la pandemia),JavierSeguradelPozo-Médicosalubrista, https://saludpublicayotrasdudas.wordpress.com/.
2020/03/14/no-se-despisten-actuen-ya-mensaje-a-las-amistades-de-latinoamerica-desde-un-epicentro-de-la-pandemia/
, 14 de marzo de 2020.
[16] “Coronavirus: por qué EE.UU. ‘está
fracasando’ en la forma en que combate el covid-19 y cómo deja en evidencia su
sistema de salud”, 12 de marzo de 2020.
[17] “Coronavirus: por qué EE.UU. ‘está fracasando’ en la forma en que
combate el covid-19 y cómo deja en evidencia su sistema de salud”, 12 de marzo de 2020.
[20] “Coronavirus: 5
estrategias que están funcionando en los países que han logrado contener los
contagios de covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935
, 17 marzo 2020.
[22] “Coronavirus: 5
estrategias que están funcionando en los países que han logrado contener los
contagios de covid-19”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51919935
,17 marzo 2020.
Excelente artículo, desmenuza la situación del sistema de salud en Colombia, la no preparación para afrontar una arremetida de esta peste en la población. Muy bueno el testimonio de los especialistas acerca del corona virus y como estar preparados. Gracias señores de la Bagatela.
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