sábado, 21 de marzo de 2020

La Peste



El corolario del coronavirus está inmerso en La Peste, en ella Camus escribe que por encima de la restricción de las libertades a nombre de un supuesto bien superior que pueden hacer los déspotas del mundo, está la voluntad humana de solidaridad y de progreso: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

Miguel Ángel Delgado Rivera
Redacción de La Bagatela
El mundo está conmocionado. Un virus de la familia coronavirus, el Covid 19, denominación generalizada hoy (Sars-CoV-2), tiene en cuarentena a la provincia de Hubei en China, Irán en el Medio Oriente, Italia, España, Alemania y Francia en Europa, y con cierre de fronteras y aislamiento social a la Unión Europea, Australia, gran parte de Latinoamérica y EE. UU.
En la mañana del 19 de marzo, a casi tres meses de conocerse el primer caso de coronavirus en Wuhan a finales de diciembre de 2019, las cifras globales de coronavirus reportan 219.000 contagios en 168 países de todos los continentes excepto la Antártida, de ellos han fallecido 8.200 y se han recuperado 84.000 personas. Los países con más infectados son China, Italia, Irán, España, Alemania, Corea del Sur, Francia, Estados Unidos, Suiza, Inglaterra, Holanda, Noruega, Austria, Bélgica, Suecia, Dinamarca y Japón.
Las pandemias que han sacudido al mundo y que han quedado registradas para la historia han sido más severas que la actual Covid-19: Las diferentes pestes ocurridas antes del siglo XXI provocaron más de 350 millones de víctimas. El Sars de 2002 y 2003 con 770 mil víctimas, la Gripe Porcina de 2009-10 con 200 mil muertes, el Mers de 2012 con 850 mil muertes, el Ébola de 2014 a 2016 que reportó 11.300 víctimas y el VIH que desde su descubrimiento en 1981 a hoy registra casi 35 millones de muertos.
Es evidente que la actual pandemia, desde el punto de vista de personas contagiadas y víctimas a la fecha, no es comparable con ninguna de las anteriores crisis de salubridad mundial. Sin embargo, debe registrarse una serie de diferencias que convierten al Covid-19 en una enfermedad global singular.
Como ninguna otra, esta enfermedad, sus orígenes, causas, síntomas, contención, tratamiento y solución ha sido tan difundida, al punto que hoy se puede afirmar que ningún ser humano en el planeta tierra desconoce la existencia del Covid-19. Absolutamente todos los medios de comunicación masiva y las redes sociales del planeta han dedicado, en extenso, espacios para comentar estado, estadísticas y consecuencias de su comportamiento.
En ningún tiempo un virus ha cambiado las formas de relacionamiento y vida social y laboral de las personas como el Covid-19. La humanidad está a un paso del confinamiento total. Más de 100 países han cerrado sus fronteras y toman medidas severas de movilidad interna. El saludo de mano, la cuarentena, el cierre de la educación a todo nivel, el llamado teletrabajo, la prohibición de concentraciones masivas, la invalidación de la protesta social, toques de queda, el turismo, los eventos deportivos, la suspensión de sitios de divertimiento grupal, ritos religiosos, la limitación del transporte público y un buen número de otras medidas restrictivas, cambian de tajo la vida normal de la ciudadanía.
El intento de utilizar por parte del presidente de los EE. UU., Donald Trump, la aparición de esta pandemia como arma en su guerra comercial contra la República Popular China, al calificar en su Twitter esta enfermedad como “virus chino” y responsabilizar, a la ligera y sin consideraciones objetivas, al gobierno chino de la expansión del virus. Esta denominación ha sido señalada por la OMS como un término con “connotaciones negativas” y que implica incitaciones al racismo. La construcción de un hospital en el centro del brote de epidemia en Wuhan en diez días, de 34.000 metros cuadrados, de 1.000 camas y construido con todas las especificaciones técnicas y científicas para enfrentar la enfermedad, calificado por la prensa mundial como una hazaña de diseño e ingeniería, la construcción de un segundo hospital en la misma ciudad y con las mismas características de 1.500 camas, y las cifras de hoy en la contención del virus en la provincia de Hubei y en toda China, hablan por sí solas del inmenso esfuerzo realizado por el gobierno y la población chinas para domeñar la agresividad del virus.
El Covid-19 ha afectado, como ningún otro virus en los últimos años, la economía mundial. Por las medidas restrictivas de movilidad humana entre los países se ha roto o atrasado la cadena de suministros de materia prima y de mercancías a nivel mundial con su respectiva recesión industrial. Las principales bolsas de valores han tenido drásticos descensos, al punto que muchas de ellas han tenido que anticipar cierres de jornada para evitar mayores debacles. La caída del valor del petróleo, producto de la guerra de producción entre Rusia y Arabia Saudita, es espoleada por el coronavirus. La cancelación del turismo y el cierre de fronteras a escala global acerca a la ruina a las empresas de aviación, los hoteles, los restaurantes, los sitios de esparcimiento, la actividad artesanal, los vendedores informales y todas las actividades conexas con el desplazamiento humano. El inusitado aumento del desempleo y la informalidad. El acaparamiento y la escasez de productos, debido al pánico a la enfermedad, acarrean subida de precios, lo cual golpea directamente a millones de trabajadores en el mundo entero. Pareciese que el coronavirus desatará la crisis capitalista incubada desde principios del siglo XXI.
Nunca antes había quedado al descubierto el déficit de atención en salud a nivel mundial para atender una pandemia extrema. A finales de septiembre de 2019 un grupo de expertos en salud pública reunidos en una junta denominada The Global Preparedness Monitoring Board (Gpmb) coordinados por la exdirectora de la OMS y exprimera ministra de Noruega, Harlem Brundtland, presentó, ante la OMS, un documento premonitorio denominado Informe anual sobre Preparación Mundial de Emergencias Sanitarias (https://apps.who.int/gpmb/index.html) en el que concluyentemente afirman que el mundo no está preparado para afrontar el brote de un tipo de gripa agresiva. “Morirían entre 50 y 80 millones de personas y liquidaría el 5% de la economía global. No contamos con las estructuras suficientes para hacer frente a la próxima pandemia letal.” (El País. Patricia Peiró. 5 de octubre de 2019).
El documento también señala que el problema del sistema de salud pública tiene que ver con la falta de financiación de este servicio público esencial. 29 millones de norteamericanos no tienen seguro médico. En Italia y en general en el mundo quedó al desnudo, con esta crisis, la fragilidad del sistema de salud. Pocos países han establecido la salud como un derecho prioritario de la población. La falta de prevención en salud, la escasa infraestructura hospitalaria, la baja cobertura de poblaciones, el alto costo de medicamentos y tratamientos, el compromiso incumplido por la mayoría de 189 gobiernos en la Cumbre de Abuya del año 2000 de destinar el 15% del presupuesto a salud, todo demuestra que, si esta pandemia no es controlada medicamente como lo espera la humanidad toda y el solo remedio es el confinamiento, se desencadenaría una situación de dimensiones caóticas y desconocidas.
Por eso Cuba, una pequeña isla del Caribe, bloqueada económicamente por las potencias occidentales, que decidió desde hace 60 años que la salud es un derecho fundamental de los trabajadores y la población y que para el año 2020 invertirá el 28 % de su presupuesto para salud pública y asistencia social (prevención y sanidad), ha facilitado, en trabajo conjunto con China, el medicamento Interferón Alfa 2B que es un antiviral que repone las defensas humanas, “es un producto terapéutico no una vacuna” lo explicó Eduardo Martínez, de la empresa estatal BioCubaFarma. Este remedio producido en Cuba y China ha reducido los enfermos de Wuhan a escalas muy inferiores al pico de contaminados.
Corea del Sur, que también se ha preocupado por profundizar y adecuar su modelo de salud, tanto así que para el 2018 dedicó el 23,68% de su presupuesto para sanidad, también adoptó medidas eficaces para combatir el Covid-19 que amenazó con alcanzar cifras alarmantes en su territorio. Con tecnología y participación logró contener la expansión del virus. En un solo día realiza 18.000 pruebas, más que las que España ha realizado durante toda la crisis y tiene en cuarentena simultánea a 30.000 infectados con el virus. Es un ejemplo de disponer todos los recursos necesarios para la salud de su población.
China podrá ser el inicio y el fin del Covid-19. La Academia Militar de Ciencias Médicas de la República Popular China aseguró “haber desarrollado ‘con éxito’ la vacuna recombinante contra el coronavirus”, añadió la información que “la vacuna ha sido aprobada para el inicio de los estudios clínicos en humanos y que están preparando su “producción a gran escala”. La vacuna fue desarrollada por un equipo de investigación liderado por la doctora Chen Wei, reconocida por sus estudios sobre los virus del Sars y del Ébola, quien dijo “la vacuna es el arma científica más poderosa para terminar con el coronavirus”.
El corolario del coronavirus está inmerso en La Peste, en ella Camus escribe que por encima de la restricción de las libertades a nombre de un supuesto bien superior que pueden hacer los déspotas del mundo, está la voluntad humana de solidaridad y de progreso: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.
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