En 1954, cuando se creó la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, con el propósito de proteger los ecosistemas, Tablones ya tenía uno de los acueductos rurales tradicionales más grandes de la región, que repartía sus aguas equitativamente a todos los pobladores. Con la evolución de las leyes y normatización del uso de las aguas, el acueducto, administrado por la comunidad, se ha ajustado a las exigencias, manteniendo la calidad en el servicio y garantizando precios muy bajos para sus usuarios, en su mayoría, campesinos de estratos 1 y 2. Los operadores privados que desean desesperadamente que el acueducto les pertenezca, dejan en el aire la noción de que toda reducción del aforo es la consecuencia de una mala administración del acueducto, generando malestar en la comunidad. El agua y el petróleo provienen de la naturaleza y han sido incorporados a diversos sistemas de procesamiento, empaque, derivación de la fuente, comercialización y otros inventos socialmente aceptados, que les han otorgado precio, pero su valor difiere en relación con su utilidad vital. Por ello, determinar el precio futuro del agua, atarlo a un sistema económico que ha probado de mil maneras su tendencia excluyente y su mezquindad extrema, es en tiempos de calentamiento global, una declaración de guerra a los países que cuentan con recursos.
Por Teresa Consuelo Cardona
Comunicadora social, periodista, poeta, excandidata a la alcaldía de Palmira
La comunidad del corregimiento de Tablones, ubicado en el piedemonte de la cordillera Central que corresponde al municipio de Palmira, se estableció desde hace casi dos siglos, en una zona de entre ríos, que goza de dos grandes cuencas hidrográficas, las cuales entregan sus aguas a varias poblaciones de la región. En 1954, cuando se creó la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, con el propósito de proteger los ecosistemas, Tablones ya tenía uno de los acueductos rurales tradicionales más grandes de la región, que repartía sus aguas equitativamente a todos los pobladores. Con la evolución de las leyes y normatización del uso de las aguas, el acueducto, administrado por la comunidad, se ha ajustado a las exigencias, manteniendo la calidad en el servicio y garantizando precios muy bajos para sus usuarios, en su mayoría, campesinos de estratos 1 y 2. Ha resistido las presiones privatizadoras de varias décadas y ha hecho un trabajo eficiente de cobertura del servicio, control del desperdicio, compra de terrenos para reforestación, mejoramiento de la capacidad de almacenamiento, vigilancia de medidores, atención inmediata a los daños, entre otras. En tiempos de pandemia, la administración del acueducto redujo el precio de los primeros 20 metros cúbicos a la mitad, y mantiene el mínimo vital en 30 metros cúbicos por suscriptor. Una familia promedio paga alrededor de 6.000 pesos por el servicio del agua.
El acueducto paga una TUA (Tasa por Uso de Agua) anualmente a la CVC y ésta le asigna un aforo que tiene que ver con la cantidad de personas a las cuales se extiende el servicio. El Censo de Población del 2015 da cuenta de un total de 2.500 lugareños, pero no hay datos específicos del censo del 2018. La población ha aumentado debido a que muchos campesinos de zonas montañosas altas han descendido hasta allí, y pobladores de la cabecera municipal han decidido habitar esta zona que es bastante urbanizada y cuenta con los beneficios del campo y las comodidades de la ciudad. Se estima que para el 2020, en Tablones y en las veredas que la rodean se asienta una comunidad de aproximadamente 4.500 personas. Se ha solicitado una ampliación del aforo de agua que se ha negado, porque a mediados de 2019, el Dane estimó que cada familia estaba compuesta por 3 personas y la CVC, atendiendo esa cifra, dedujo que si el acueducto tenía 500 suscriptores, entonces había en la región unas 1.500 personas. No tuvo en cuenta la CVC que en las zonas rurales, las familias suelen ser numerosas y se van multiplicando sin cambiar de vivienda, ni que tenemos un colegio con matrícula superior a 700 estudiantes de los cuales el 30% viene de fuera del corregimiento, ni que ésta es una zona turística con una gran población flotante.
Las consecuencias
Aunque el acueducto tiene una muy larga tradición de servicio, una sólida economía y una articulación eficiente con la comunidad, ya empiezan a producirse los primeros choques, porque el aforo insuficiente ha incidido sobre la cantidad de agua a la que tiene acceso cada familia y sobre la presión del agua que disminuida, impide que el líquido llegue a los predios ubicados en las zonas más altas y apartadas. A la gente le cuesta trabajo comprender que de un día para otro se reduzca el agua que usa, en una zona caracterizada por una gran producción hídrica, que se dirige principalmente al fortalecimiento del monocultivo de la caña de azúcar. Los operadores privados que desean desesperadamente que el acueducto les pertenezca, dejan en el aire la noción de que toda reducción del aforo es la consecuencia de una mala administración del acueducto, generando malestar en la comunidad. Nada se ha dicho de su mala interpretación de la cifra del Dane, en las zonas rurales.
La guerra por el agua salió de las fantasías más rebuscadas de la industria del cine y se está acomodando en las regiones. Pequeños pero constantes movimientos estratégicos de las empresas privadas, basadas en datos que arrojan las instituciones públicas y que se acomodan a sus proyectos lucrativos, cierran el dogal sobre el cuello de los usuarios. Las voces en defensa del agua que eran ligeras brisas aisladas, se han convertido en torrentes que advierten los peligros y que manifiestan su actitud de defensa a ultranza de los recursos. Adicionalmente, la Reforma Rural Integral, pactada en los Acuerdos de La Habana, le da prioridad a los acueductos rurales. Pero los gobiernos en general, están más empeñados en las utilidades financieras que en la protección de la vida. Los conflictos por el agua se agudizan ampliando el número y característica de los actores. Voces como las de Ríos Vivos en Antioquia, o las de comunidades en torno al Páramo de Santurbán, las de las comunidades indígenas Awa en Nariño, la voz invencible de Francia Márquez en el litoral Pacífico, la del Colectivo Prodefensa del Territorio y el Agua y la Guardia Bosque en las montañas del Valle, hacen advertencias contundentes: Privilegiar la economía provoca que la vida se nos vaya como el agua entre los dedos. Más de 100 defensores de los recursos naturales han sido asesinados en todo el país, pese a lo cual las voces de las comunidades se siguen escuchando.
Recientemente circuló en los medios de información sobre que el agua, al igual que el petróleo, se negociaría en la bolsa. Aunque es una información que causó revuelo inmediato, los alcances de esa negociación todavía no se han determinado completamente. Sin embargo, todos los analistas apuntan al peligro que representa para la vida en su conjunto, esa actividad comercial. Colombia es un país rico en fuentes hídricas, lo que, sin embargo, no garantiza la cobertura en agua potable a todos sus habitantes. En el mundo, una de cada tres personas no tiene paso al agua potable, lo que indica que el acceso universal al agua, es frágil y hay una tendencia creciente hacia la escasez. Por ello, determinar el precio futuro del agua, atarlo a un sistema económico que ha probado de mil maneras su tendencia excluyente y su mezquindad extrema, es en tiempos de calentamiento global, una declaración de guerra a los países que cuentan con recursos. El petróleo fue un experimento económico que nos reveló durante todo un siglo, los alcances de los poderosos, sus tendencia al despojo y su inclinación al sometimiento de los pueblos. Podemos calcular lo que significaría su ya ensayado actuar para obtener ganancias a costa del agua, con consecuencias catastróficas para la vida en todas sus manifestaciones. El agua dejaría de ser un ciclo fundamental que garantiza la vida en el planeta y un elemento de salud pública, para ser un referente o un índice que puede mejorar el estado de las finanzas acaparando o especulando, según acuerden sus propietarios. Además, podemos imaginar la cadena normativa con la que se ejercerá el control económico desde la derivación en la fuente y el transporte hasta el consumidor. Toda la reglamentación estará dirigida a que no tengamos acceso al agua, sino a través de pagos que muy seguramente superarán nuestro nivel de ingresos.
El agua y el petróleo provienen de la naturaleza y han sido incorporados a diversos sistemas de procesamiento, empaque, derivación de la fuente, comercialización y otros inventos socialmente aceptados, que les han otorgado precio, pero su valor difiere en relación con su utilidad vital. De hecho, el petróleo, aunque ha promovido el crecimiento de la industria que ha salvado vidas, también es la fuente de contaminación más evidente del planeta, y ha impulsado la sustitución de lo vital por lo rentable. En tan solo un siglo, el manejo económico del petróleo cambió la fisonomía del mundo, produjo invasiones y despojos y, concentró en pocas manos las riquezas y el poder militar. El petróleo no es un líquido vital. Imaginemos lo que puede suceder con el agua.
La problemática descrita es real, la agudizan los intereses mercantilistas de los inversionistas privados y leerte es un placer.
ResponderBorrarLa problemática descrita es real, la agudizan los intereses mercantilistas de los inversionistas privados y leerte es un placer.
ResponderBorrarMás claro ni el agua del artículo mismo!8
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