martes, 24 de marzo de 2020

El rentismo de las empresas tecnológicas


Con el presente, el economista Higinio Pérez inicia una serie de artículos sobre el tema y otros problemas de la economía contemporánea.

Por Higinio Pérez Negrete
Economista y profesor universitario / higinio50@yahoo.com
En el lenguaje corriente y en el institucional de todo el planeta se usa la palabra renta de una forma inadecuada. Por ejemplo, con ella se identifica al ingreso que recibe el capitalista en los distintos sectores de la economía, lo que ha llevado a los gobiernos de los países, a través de sus organismos nacionales y regionales de recaudación de impuestos, a establecer la obligación de las empresas de presentar cada año su declaración de renta. No se tiene en cuenta, o se desconoce, que de acuerdo con el rigor de la teoría económica es ganancia, y no renta, lo que recibe el empresario. Llama la atención, y resulta preocupante, que ningún premio Nobel de economía le haya puesto cuidado a tal confusión. Para ellos, no parece haber inconveniente en decir rentabilidad en lugar de tasa de ganancia de la empresa.
Debemos fijar la mirada en este asunto, porque es completamente errado y tiene consecuencias adversas en el análisis considerar que es natural que el capital, en lugar de recibir ganancia, reciba renta. La renta es una categoría económica del feudalismo, y la reciben los dueños de tierra por permitir que otros la pongan en producción, lo que constituye una extracción de excedente sin aporte alguno de valor a la economía, sólo por tener un título de propiedad. No obstante, la renta pasó a formar parte del lenguaje de la sociedad capitalista y ha alcanzado tal nivel de popularidad que quienes son los grandes creadores de valor en la producción (los trabajadores) también tienen la obligación de presentar su declaración de renta, cuando lo único que reciben es un salario, y en el rigor de la teoría económica renta y salario son categorías completamente distintas. 

Pero la popularidad de la renta también se extendió al medio académico. En todos los libros de texto de macroeconomía el lector encuentra un capítulo titulado “renta y gasto”, cuando lo correcto es “ingreso y gasto”. Esto que parece no tener importancia alguna, trasciende hasta el punto en que la división de clases de la sociedad termina siendo determinada por el nivel de “renta o ingreso” (clase baja, clase media y clase alta), teniendo en cuenta el monto de “renta o ingreso” que tenga cada sector social, y no por el papel jugado frente al proceso de producción de mercancías (trabajador, capitalista, terrateniente). Precisamente, ahí está presente la diferencia entre la teoría económica convencional y la teoría económica marxista. Cabe aclarar que el ingreso total de la economía, que es equivalente al producto interno total, se distribuye así: salario, ganancia, renta e impuestos. No sobra enfatizar que el papel natural del capitalista es muy diferente al papel natural del rentista.
Esta reflexión sobre la renta viene al caso porque el economista francés, Thomas Piketty, en su libro “El capital en el siglo XXI”, afirma que Bill Gates, dueño de Microsoft, es un rentista y no un empresario modelo merecedor de elogio, como lo presentan Daron Acemoglu y James Robinson, en su libro ¿Por qué fracasan los países?. Igual apreciación tiene Piketty de otras empresas tecnológicas como Facebook, Google, Apple y Amazon. Todos reconocemos el gran aporte de Microsoft en el campo de la tecnología, representado en su sistema operativo Windows, lo cual le permitió una acumulación de riqueza como capitalista a Bill Gates. 

No podemos negar el carácter innovador de Google, comenzando con su buscador, que atrapó a miles de millones de usuarios de internet en todo el mundo, y por esta vía logró acumular una de las más grandes fortunas dentro de dicho sector. Lo mismo podemos decir de Facebook, que a través de sus servicios de mensajería y redes sociales ha logrado ocupar uno de los primeros lugares en el mundo de la tecnología. Y el papel de Apple, destacándose en el sector por sus operaciones en el segmento de los estratos altos con su teléfono celular, lo mismo que el liderazgo alcanzado por Amazon en el comercio electrónico, colocan a estas empresas en muy buena posición en el terreno del capitalismo. Entonces, es oportuno preguntar: ¿En razón a qué Piketty califica de rentistas a estas grandes empresas? ¿Será que también, y cada vez con mayor fuerza, están incursionando en los negocios como grandes propietarias de tierra, apropiándose de altas valorizaciones y extrayendo excedente en la forma de renta?

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