Por Marcelo Torres
La Picota, 10 de mayo de 2019
Me parece positiva la
abierta intromisión gringa que se viene ejecutando en Colombia y cuya más reciente
manifestación es el retiro de visas a magistrados colombianos.
Positiva: porque podría
poner en el centro de la atención pública la intromisión gringa en la vida
nacional, cosa que dista mucho de ser asunto característico de las primeras
planas, titulares o temas recurrentes de los grandes medios colombianos. Debate
que sería enormemente saludable, cuanto más generalizado, mejor.
Positiva: porque tanto
la presión ejercida sobre las Cortes Constitucional y Suprema, como la
descarada intromisión del embajador Whitaker sobre el Congreso, revelan sin
confusión o duda alguna, con toda claridad, la inadmisible intrusión gringa en
los asuntos del país. Dejan al descubierto, sin posibilidad de disimular su
fondo, que el gobierno gringo también es partidario de deformar o imponer regresivas
enmiendas a los acuerdos de paz. Cuanto más asimilen amplios sectores del país
esta acción inaceptable de Estados Unidos quien se proclama “salvador de la
democracia”, como lo propala respecto de Venezuela en medio de extendida
credulidad inducida por el complejo mediático internacional progringo, más
terreno se habrá ganado para las luchas democráticas en curso.
Positiva: porque deja
al gobierno en el lugar que le corresponde por su actitud y políticas concretas
frente a Estados Unidos: como un gobierno sumiso, servil, que se desvive por
satisfacer los mandatos de Washington pero ni por asomo defiende la soberanía
colombiana ni los intereses del pueblo. El uribismo ha instaurado el gobierno
de los yesmen por antonomasia cuya divisa es “mi presidente Trump”. Pero en
definitiva, el fallo del pueblo no dejará impune esta afrenta a la soberanía y
al interés colombiano.
Positiva: porque abre de
modo definitivo los ojos de la alta magistratura frente a la inocultable
presión gringa y la alerta sobre la trascendente responsabilidad que le asiste
en cuanto custodios constitucionales y legales de la soberanía colombiana. Confirma
y da la razón a los justos reparos y serias y objeciones hechos públicos por
sectores de las altas cortes ante la evidente relación no igualitaria sino
subordinada en materia judicial entre Colombia y Estados Unidos.
Positiva: porque esta inaudita
intervención gringa en contra de los acuerdos de paz y en pro de su herramienta
imperial, la extradición, y de las fumigaciones con el tóxico de Monsanto, el
glifosato, debe servir para que la atención de los colombianos termine por
percibir que este entrometimiento foráneo, este mal mayor, es general y se
efectúa de tiempo atrás en todos los sectores neurálgicos del Estado
colombiano, como en los aspectos básicos de la vida nacional, que ha configurado
un regresivo modelo antinacional y antisocial, el molde neoliberal, que arrasó
la industria nacional, nuestra seguridad alimentaria, el empleo formal y la
estabilidad laboral, la deteriorada balanza colombiana de pagos, nuestros
recursos naturales, el medio ambiente, la salud, la educación y la seguridad
social y por supuesto, manipula la opinión a través de los grandes medios.
Positiva: porque
obliga a los distintos matices del centro político, como a los patriotas
honestos de cualquier bandería, e incluso a algunos de izquierda, a tomar
posición sobre una cuestión fundamental que soslayan sistemáticamente: la indignante
y vieja realidad de la opresión norteamericana sobre Colombia. De modo abrupto,
“el imperialismo norteamericano”, expresión convertida en chiste para
desestimarla como trasnochada, irrumpe brutal en nuestra realidad actual. Pasar
de agache no dejaría a quien así lo haga muy bien parado ante muy amplios
sectores; no se puede preferir mirar el espectáculo migratorio de las ballenas
en vez de y precisamente cuando la situación del país exige posiciones claras y
firmes.
Con todo lo repulsivas
y condenables que nos parezcan, como a todo colombiano que ame a su país y lo
crea digno de respeto, las apuradas explicaciones que ensayan el gobierno, el
uribismo y demás defensores de oficio de las ejecutorias gringas, lo cierto es
que su desembozada injerencia terminará prestando un gran servicio al despertar
democrático y antiimperialista de Colombia.
2 comentarios
Write comentariosInteresante...
ReplyAsí es. Ahora la ministra de minas sale diciendo que no tenemos reservas de petróleo ni de gas, sino para seis años, esto para justificar las explotaciones de petróleo con fracking. Que gobierno más mentiroso y arrodillado. Vergonzoso realmente vergonzoso
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