Protesta de los comerciantes del
centro de Bucaramanga contra el pico y placa del alcalde Rodolfo Hernández.
Por Hernando Medina
Secretario regional del PTC Santander
Las últimas
elecciones territoriales en Bucaramanga sin duda alguna pusieron de manifiesto
el cansancio de los pobladores con la politiquería y la corrupción. Las dos
candidaturas, la de Rodolfo Hernández y la de Leonidas Gómez y sus importantes
votaciones así lo pusieron de relieve. Ambas se presentaron por firmas y ambos
candidatos escondieron sus militancias políticas para alcanzar el favor
popular, pero como era obvio, pasada la contienda ambos revelaron sus
afinidades. El primero a favor del uribismo y el segundo a favor del moirismo (Polo).
Con
los ánimos alborotados por el arrollador triunfo, las banderas anticorrupción
del alcalde de Bucaramanga fueron izadas en el Concejo de la ciudad. La
principal medida y la que alborotó el avispero político fue el negarse
rotundamente a darles OPS a los concejales, quienes tradicionalmente las
recibían del mandatario de turno, al punto que el poder político entre ellos se
mide por cuantas OPS obtuvieran en la repartija burocrática. Los más afectados
fueron los concejales de la “unidad nacional”. Y ahí empezó Troya. El asunto es
que desde la misma posesión la pelea estaba casada y los santandereanos
tendríamos tribuna de honor para ver los distintos episodios de tan enconada
batalla. Desde la posesión a hoy ha sido un tira y encoge permanente, el
alcalde sacudió sus oficinas y botó a todos los que le olían a “liberal”, y
estos en desquite le han obstaculizado todas sus propuestas. Claro el ‘paganini’
es el pueblo porque no hay proyectos ni programas que no estén paralizados.
Vale
la pena acordarse que luego de múltiples debates, el Plan de Desarrollo del alcalde
Hernández fue aprobado el último día en una oscura noche de la cual poco o nada
se conoce. ¿Qué paso?, ¿qué compromisos se adquirieron?, ¿cuál fue el negocio?,
son preguntas aún sin resolver. Al día siguiente de la aprobación del Plan la
oposición reiteró su decisión de obstaculizar todo si no había prebendas para
ellos. Hay que reconocer que en ese aspecto el alcalde no ha dado marcha atrás,
y esa actitud es la que los concejales no aceptan por el incumplimiento de lo
pactado en esa noche.
Sin
duda alguna, las contradicciones en Bucaramanga solo eran fiel reflejo de las
contradicciones nacionales entre los amigos de la guerra y los amigos de la
paz, aunque los visionarios politólogos locales, para parecer innovadores, lo
nieguen. Lo cierto es que en el plebiscito Rodolfo peló el cobre y no solo votó
No sino que también lo pregonó, lo cual obviamente agudizó las contradicciones,
especialmente con la bancada liberal serpista.
Escándalos
van y vienen, pero entre todos sobresale el pico y placa de la ciudad. A hoy
estamos sin esta medida, lo que ha vuelto el tránsito por la ciudad algo muy
caótico. Hay que decir que el pico y placa propuesto por el alcalde, y que
alcanzó a operar bastante bien, a juicio de muchos (dos dígitos diarios entre 5
y 9 am y entre 4 y 8 pm, con un área de restricción en un pequeño cuadrante del
centro par, impar, de 8 am a 8 pm) fue el detonante para que en cabeza de un
concejal liberal se tutelara esta medida con el argumento de que se afectaba la
economía local porque unos cuantos comerciantes pusieron el grito en el cielo,
con la consecuencia de la eliminación total del pico y placa en la ciudad por
decisión judicial.
Por
estos días, lo que ha “alterado” a la opinión pública local y nacional es la
disputa entre el alcalde y Serpa. No fue sino que Serpa expresara su intención
de encabezar la lista al Senado con el propósito de defender la implementación
de los acuerdos de paz con las Farc, para que Rodolfo explotara en santa ira.
Sin duda, el episodio es el preámbulo de las elecciones del 2018 en Santander.
Los bandos comienzan a diferenciarse y a buscar cauda. Lo importante de este
alineamiento es que los santandereanos tenemos que comprender que en los
asuntos locales también se refleja la enconada batalla entre la ultraderecha y
los demócratas y progresistas colombianos. La ultraderecha tiene en Rodolfo
Hernández un adalid en la región y no dudará en usar con engaños y mentiras
“las bondades del viejito” para ganar adeptos tras las banderas de la lucha
contra la corrupción.
¡Ah
de aquellas verdes confusiones que con facilidad inocente terminan favoreciendo
aquello de lo que tanto dicen oponerse! Esos acercamientos entre el centro y la
extrema derecha, bajo la consigna de que “el agua es oro” solo fraccionarán más
el movimiento social y desorientan a la opinión pública. Desde que el PDD fue
dado a conocer, los movimientos sociales de la región defensores del agua y el
mismo sindicato del acueducto metropolitano advirtieron a los santandereanos
sobre las intenciones del alcalde de “privatizar” el agua y entregarla a Aguas
de Barcelona con la figura de crear una sola empresa de servicios en
Bucaramanga tal como quedó plasmado.
Por
eso preocupa que los opositores de ayer hoy hagan causa común con el alcalde y
en la justa lucha contra los monopolios mineros terminemos prestando un flaco
servicio a otro monopolio “no tan voraz ni dañino”. Se equivocan el alcalde y
los ambientalistas extremos cuando creen sesgadamente que el “agua es nuestro
oro”. Lo justo es que la riqueza natural de Santander, llámese agua, petróleo,
carbón, oro, etcétera, es de los santandereanos y nuestras luchas democráticas
son por defender todos los recursos y no unos sí y otros no. No podemos
desechar la explotación petrolera y minera para reemplazarla por la sola
defensa del agua. Agua sí, oro no, es una consigna extrema. Los demócratas
debemos prepararnos desde ya para acompañar la marcha que se está programando
el próximo 6 de octubre y levantar las banderas de defensa de los recursos
naturales del departamento sin ningún sesgo o preferencia sobre si este sí y
aquel no.
La
situación es complicada. El alcalde goza de popularidad porque les ha
restringido el reparto tradicional del botín a todos los concejales y estos
“indignados” no le aprueban nada y por consiguiente no hay obras ni cosas para
mostrar por parte del alcalde, por esto lo que lo acusan de incompetente. Hay
que andar con pies de plomo. Vamos a defender al alcalde contra los desmedidos
gastos de la administración pública, pero al tiempo vamos a impedir cualquier
intento de privatización de las empresas del municipio por parte del alcalde.
La lección
que debe dejarnos este “show” mediático entre el alcalde y Serpa, es que si los
santandereanos y los colombianos no encontramos una fórmula de unidad y
logramos además de un candidato único por la paz y la democracia, y listas al Senado
y Cámara lo más unitarias posibles, muy seguramente regresará al país el
oscurantismo y la violencia ultraderechista.
¡Unidad
para defender la paz y luchar contra la corrupción, es también el camino de los
santandereanos!
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