El 27 de mayo terminó la primera parte de la campaña presidencial en Colombia. Tres candidatos, los del campo democrático y alternativo, Petro, Fajardo y De la Calle, levantaron las banderas de la paz, del progreso económico, del enfrentamiento a las graves consecuencias del cambio climático y la mayor inversión social. Los candidatos Duque y Vargas Lleras representaron vertientes del continuismo y la ratificación de un modelo económico y social que ha sumido a Colombia en una de las más graves crisis de su historia. Duque, además, como su jefe Álvaro Uribe, ratificó que de ganar la presidencia haría cambios drásticos a los acuerdos de paz, faltando a la palabra empeñada por el Estado y poniendo en grave riesgo la consolidación de la paz y la reconciliación de los colombianos.
Tal como se percibió en la campaña, Duque y Petro encabezaron la votación con 7.569.000 y 4.851.000 votos, respectivamente. Luego siguieron Fajardo, Vargas y De la Calle, con 4.589.000, 1.407.000 y 399.000 votos. El total de votos válidos superó los 19 millones y la abstención se redujo a 46,6% de la población habilitada para votar.
Extraordinaria la campaña de Petro, que superó el cerco mediático, las calumnias, las mentiras, las agresiones y los montajes en su contra, incluida la maniobra de tratar de impedir las manifestaciones populares. Ganó con preparación y suficiencia los debates que desde distintos medios académicos y de comunicación se convocaron. Muy buena la campaña de Fajardo, énfasis en la educación y la lucha contra la corrupción que, a la postre y pese al implacable juicio de las encuestadoras, le dio más de 4,5 millones de votos. Consecuente con la paz y con gran capacidad de exposición, pero traicionado por la jefatura de su partido, el Liberal, De la Calle obtuvo una cifra inferior a sus condiciones y planteamientos.
Cuatro conclusiones saltan a la vista frente a ese resultado electoral:
a. La mayor participación política de los colombianos en esta ocasión está ligada a la existencia de unas nuevas condiciones de seguridad, de convivencia, de respeto a las diferentes posiciones políticas, derivadas de la firma de los acuerdos de paz y el cese de la violencia política.
b. Los votos de Petro, Fajardo y De la Calle sumaron 50,87% del total y los votos de Duque y Vargas apenas llegaron a 46,42%. Es decir, Colombia votó mayoritariamente por las opciones de cambio, como expresión de unas “ciudadanías libres” que han conformado una tendencia democrática llamada a ocupar lugar preponderante en la escena política nacional de aquí en adelante. Y votó contra el continuismo, contra la amenaza del retorno de Uribe y sus prácticas en el poder, contra el títere y su titiritero.
c. Como lo expresamos hace más de un año y en la campaña electoral al Senado de la República, al lado de diversos grupos y dirigentes progresistas y democráticos, el camino de la unidad de los candidatos alternativos era el camino más indicado para pelear, por primera vez en la historia de Colombia, la presidencia desde la primera vuelta con muchas posibilidades de triunfo.
d. Si bien es cierto que no se pudo llegar a una candidatura unitaria para la primera vuelta, las condiciones favorables persisten para la segunda. Es necesario llegar a acuerdos programáticos que motiven a los dirigentes y votantes de las campañas de Fajardo y De la Calle al respaldo a Gustavo Petro, Ángela María Robledo y la Colombia Humana. El candidato presidencial, en su discurso del 27 de mayo en horas de la noche, lo llamó llegar a un “Acuerdo sobre lo fundamental” para construir la “Gran coalición por la paz”.
La semana posterior a la primera vuelta trajo el rápido alineamiento de los dirigentes y las fuerzas políticas con las candidaturas de Duque y Petro. Cambio Radical, los conservadores que habían respaldado a Vargas, el Partido de la U y la camarilla que sigue las orientaciones de César Gaviria en el Partido Liberal, ofreció sin mayores reparos programáticos el respaldo al candidato del expresidente Uribe. Sin embargo, es notoria la resistencia de dirigentes medios y de base liberales, de la U, e incluso, de Cambio Radical a seguir esa orientación y han expresado su contribución a la campaña de Petro y Ángela María. Por otra parte, la mayoría de la Alianza Verde -de la cual hace parte el PTC-, del Polo Democrático Alternativo, la totalidad de Colombia es mi Partido la fuerza que encabeza la candidata vicepresidencial Clara López, sectores del Partido Liberal y de Compromiso Ciudadano públicamente cerraron filas con el candidato de la Colombia Humana. Al momento de escribir estas líneas se esperaba la definición de la candidata vicepresidencial Claudia López y el senador electo Antanas Mockus.
Para la opinión pública, dadas las diferencias tan notorias de los programas de Duque y Petro, y que está en juego la posibilidad de lograr, por primera vez en la historia de Colombia, la presidencia de la República en cabeza de un candidato independiente, resulta inexplicable desde el punto de vista político el anuncio de voto en blanco de Sergio Fajardo, Humberto De la Calle y Jorge Robledo. No se trata de negar la legalidad de la alternativa del voto en blanco, ni de “criminalizarlo” como afirmó irónicamente Robledo, se trata de que Colombia escogerá el 17 de junio entre dos candidatos que representan dos programas diametralmente distintos, cuyas diferencias no son menores ni secundarias, son antagónicas. Por un lado la consolidación de la paz, la democracia, el progreso, el desarrollo de la industria y la agricultura, la defensa del agua y de la vida, la mayor inversión social, las energías limpias, que representa Gustavo Petro; y por el otro lado, la violencia, los cambios drásticos en los acuerdos de paz, la centralización de las Cortes en una sola, las restricciones a la democracia, la ratificación del modelo neoliberal, la depredación del ambiente y la naturaleza, la aplicación del extractivismo y las energías contaminantes, la violación de los derechos a los trabajadores, pensionados e informales, el Estado confesional, que representa Iván Duque.
Es decir, en la segunda vuelta no cabe la neutralidad con la que se pretende justificar el voto en blanco. En palabras de Claudia López, “la segunda vuelta no será izquierda vs derecha, como parece, sino Colombia vs toda la clase política clientelista, corrupta y excluyente que está alineada con Duque”. ¿Cómo explicar coherentemente, entonces, que el candidato que enarboló con arrojo y decisión las banderas de la paz, las abandone parapetado en una supuesta neutralidad? ¿O qué el candidato que se aferró correctamente a la necesidad de la lucha a fondo contra la corrupción y destacó como principal el tema de la educación se reclame “neutral” y anuncie su voto en blanco como si el contenido de las propuestas y los dirigentes que pasaron a segunda vuelta fueran similares? Caso aparte el del senador Robledo, para él priman viejos debates, hoy secundarios frente a la gravedad de la hora. Es como si desconociera que Gustavo Petro salió del Polo por denunciar valientemente el cartel de la contratación en Bogotá y no por proponer “acuerdos” con Santos; que Petro fue el senador que arriesgando su vida denunció el matrimonio entre la política y el paramilitarismo; que las cifras, logros y avances sociales de la Bogotá Humana hoy tienen el reconocimiento de entidades internacionales y del pueblo bogotano. Ojalá la vieja historia del Partido Comunista, de ser criticado por más de setenta años por no haber votado por Jorge Eliecer Gaitán, en situación relativamente similar a la actual, no se repita frente al Moir y a Robledo.
Por nuestra parte, reiteramos el respaldo a Gustavo Petro y Ángela María Robledo. Ellos son los heraldos de los ejes programáticos que el pueblo colombiano escogió libremente entre las alternativas avanzadas que se ofrecieron y con los cuales el PTC se siente plenamente identificado. Compartimos integralmente el criterio de lograr un acuerdo sobre lo fundamental, es decir, sobre la paz, el desarrollo económico y social basado en la industria, la agricultura y el uso de energías limpias, y las reformas sociales. Sólo restan dos semanas de campaña electoral que deben servir para movilizar la opinión democrática de Colombia, sin excepciones, a votar por Gustavo Petro. Pese a la mayor participación política de la ciudadanía hay 46 % de la población que no votó y debemos “seducir” con propaganda vistosa, movilización alegre, visitas a los sitios de concentración, explicaciones sencillas de los principales puntos programáticos, refutación de las calumnias y mentiras sobre el candidato y el programa, mayor pedagogía electoral. Trabajaremos en unidad con todas las otras fuerzas políticas, sociales y sindicales que respaldan la Colombia Humana, con la convicción profunda de que afrontamos una de las más difíciles batallas a las que se ha enfrentado el pueblo colombiano, pero con la certeza que si logramos poner de pie las reservas democráticas de la nación, obtendremos la victoria el 17 de junio para bien del progreso, la democracia y la equidad social.
Bogotá D.C., 3 de junio de 2018.
Lea la edición completa en:
http://www.partidodeltrabajodecolombia.org/1-bagatela%20virtual/Bagatela%2053.pdf
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