En Santiago, el multitudinario repudio de los trabajadores chilenos a las Administradoras de fondos de Pensiones. |
Miguel Ángel Delgado R.
Miembro del Comité de Redacción de La Bagatela
Cuando Francisco Mosquera orientaba el trabajo de los
cuadros “descalzos”1 aconsejaba que para ligarse a las masas y a las regiones
primero había que andar antes que hablar. Esa es una máxima que tiene plena
validez cuando uno visita otra latitud, si no quiere pasar como un extranjero
fatuo.
Con esta claridad cumpliré el encargo de mis compañeros del
Comité de Redacción escribiendo una serie de crónicas desde Chile, tratando de
plasmar en pocas palabras rasgos de su realidad nacional.
Hay muchos temas que podríamos abordar, por ejemplo el
Odebrech chileno que se conoce como el caso SQM (por Soquimich), o la altísima
abstención electoral del 65%, o el preocupante crecimiento de los campamentos
(invasiones urbanas), o el rotundo fracaso de Transantiago, pero nos
introduciremos en un asunto cercano a nuestro quehacer político: la crisis del
sistema pensional en Chile, pionero y modelo de la privatización de la
seguridad social en el mundo.
No más AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) es el
grito que resuena en el norte, el sur y el centro de este largo y hermoso país
austral, organizado en 15 regiones geográficas con 16.634.000 habitantes, según
el último censo de 2012 en la administración Piñera.
En noviembre de 1980, en el contexto de la dictadura militar
de Pinochet y orientado por los grandes empresarios y el sector financiero,
José Piñera, ministro de Trabajo y Seguridad Social, hermano del expresidente y
actual candidato presidencial Sebastián Piñera, creó el sistema privado de
pensiones mediante el Decreto Ley 3500, bajo la óptica de la capitalización
individual, el cual se conoce como AFP.
A partir del 31 de diciembre de 1982 hasta hoy, las AFP son
el único sistema de previsión social para todos los trabajadores, con excepción
de los miembros de las fuerzas armadas y policiales, que tienen sistemas de
pensiones y cotizaciones en base a la modalidad de reparto (sistema pensional
anterior), que les permite jubilarse con el 100% de su último salario.
Al margen de esta ley, el señor José Piñera para la misma
época también dictó normas que restringen los derechos fundamentales de los
trabajadores como la sindicalización, la negociación colectiva y la huelga, en
el llamado “Plan Laboral”.
Cuando crearon el sistema prometieron ríos de leche y miel,
Piñera porfió que las pensiones serían del 70% del último salario del
trabajador, pero la cruda realidad de hoy es que el nivel de pensión no
sobrepasa el 40%, así lo sostiene la Comisión Bravo, creada por la presidenta
Bachelet:
La mitad de los chilenos que aportaron a las AFP con
regularidad obtendrían una pensión equivalente al 38,9% de su sueldo de los
últimos 10 años de trabajo. Un 50% de los pensionados (...) obtendrían tasas de
reemplazo igual o inferior al 15 por ciento del ingreso promedio de los últimos
diez años.
La cuestión es muy sencilla la rentabilidad y seguridad
cacareada por los privatizadores se ha desplomado en los 35 años de
funcionamiento de las AFP.
Para el economista Gonzalo Durán, director de la Fundación
Sol, “las AFP invierten el dinero de los trabajadores en los bancos, por
ejemplo, en depósitos a plazo, cuyas tasas de interés fluctúan entre 4% y 4,5%
anual. A su vez, estos mismos bancos, prestan ese dinero a los trabajadores por
medio de créditos de consumo, a tasas anuales de 25% (...) Un negocio redondo.
El 90% de las pensiones que pagan las AFP tienen un monto inferior al 64% del
sueldo mínimo”.
Investigadores estiman que mientras el 90% de los
pensionados recibieron para el año 2015 pensiones inferiores a $144.000 (frente
a un salario mínimo de $241.000), el promedio de las ganancias diarias de las
AFP fue de un millón de pesos.
Una persona de 20 años que entra hoy al mundo laboral con
salario mínimo de $264.000, cotiza $26.400 pesos mensuales, para recibir una
pensión de $185.000 (70% de su sueldo) durante 17 años de expectativa de vida
que comenzarían a los 65 años, necesitaría ahorrar de manera continua, según
esta sistematizado por las AFP $38.293.261, en tiempo serían 120 años, sin
tener en cuenta los rendimientos financieros que en el Chile de hoy son muy por
debajo de cualquier expectativa.
Para Gino Lorenzini, un popular economista que ha venido
denunciando sistemáticamente el perverso sistema de las AFP, estas representan
el mayor caso de corrupción del país, porque han expropiado 24.500 millones de
dólares.
Con varias reformas negativas para los trabajadores, que van
desde las llamadas comisiones fantasmas, hasta la pérdida total de la seguridad
financiera, pasando por la baja artificial de la jubilación y la anulación de
las multas para las AFP de 100% a solo1%, el sistema lleva varios años de crisis
y aguda polémica entre los chilenos.
Las mujeres están en condiciones de inferioridad en los
montos pensionales. Todo esto ha llevado a que, según la generalidad de las
encuestas, el 64% de los trabajadores chilenos rechace el sistema de las AFP.
Para el 24 de julio de 2016 fue convocada la primera marcha
familiar contra las AFP. Años atrás un pequeño grupo de personas, lideradas por
Luis Mesina, habían creado, de a poco, la Coordinadora NO+AFP. Se reportaron la
participación de cerca de 750.000 personas en esta primera convocatoria.
Desde esta fecha se suman tres convocatorias masivas más y
un paro nacional, el pasado 26 de marzo con la cuarta marcha se llegó a más de
2 millones de personas movilizadas en todo el país, principalmente en las
grandes ciudades como Santiago, Concepción, Valparaíso, Coquimbo y Antofagasta.
En su página web NO+AFP dice: “Las AFP, son bancos
encubiertos de los empresarios más ricos de nuestro país y de algunas
trasnacionales, utilizan los fondos previsionales para expandir sus inversiones
y concentrar aún más el capital en pocas manos, constituyendo verdaderos
monopolios en diversos sectores económicos administrados por algunas
“familias”, por ejemplo: Lucsik (Banco Chile, Mineras), Paulmann (Jumbo,
tiendas), Solari (Falabella, cadenas de supermercados), Angelini (Copec,
Forestal Arauco), Matte (Hidroaysén), entre otros”.
Creado por cientos de ciudadanos y organizaciones sociales,
al margen de las centrales sindicales, la Coordinadora ha logrado posicionar el
tema pensional como principal en la sociedad chilena, al punto de ser
definitivo en el próximo debate electoral por la presidencia y hasta ha
propiciado la irrupción de una nueva fuerza política, el Frente Amplio, que
aparece con mucha audacia y perspectiva.
Un sistema de pensiones de reparto solidario, tripartito y
administrado por el Estado es la solución que viene planteando la Coordinadora
de cara al país. El 12 de abril en alocución nacional la presidenta Bachelet
anunció el alza en 5% de la cotización a cargo del empleador, 3% para una
cuenta personal y 2% a un seguro de ahorro colectivo, todo administrado por una
entidad pública y autónoma.
El vocero nacional de NO+AFP, Luis Mesina, salió al paso del
anuncio de la presidenta Michelle Bachelet, para abordar el sistema de
pensiones:
(...) para la clase media, para la que tanto ha luchado por
tratar de mejorar las pensiones, prácticamente hay muy poco o mejor dicho no
hay nada... Sin la movilización jamás estaríamos discutiendo este tema.
Dijo que si bien valora la decisión del Ejecutivo de
“quitarle a las AFP el manejo de un porcentaje importante del ahorro interno de
los trabajadores, pero esto no es suficiente”. “Lo hacen con el objeto de
descomprimir la presión social” y agregó que “al poco tiempo, a los pocos días,
cuando la gente realmente tome conciencia, esto va a seguir igual”.
En Colombia el cobro excesivo de la cuota de administración
por parte de los fondos de pensiones, en Estados Unidos el déficit de al menos
un billón de dólares de los fondos de jubilación y en Europa la crisis
generalizada del modelo pensional, son signos que unidos a la situación del
precursor de la privatización de la seguridad social, hablan no solo del
fracaso del modelo neoliberal y de su repercusión en la desigualdad social,
sino que deben alertar al mundo sobre la inminencia de una crisis financiera global,
que cual terremoto bíblico podrá arrasar con los cimientos mismos del
capitalismo.
Viña del Mar, 16 de abril de 2017.
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