Alexis Medina
Historiador
En la pasada edición de La Bagatela, realizamos un balance
general de la principal producción bibliográfica realizada en el último periodo
sobre la Revolución Rusa de 1917. Conviene, por tanto, adentrarnos en las
particularidades del desarrollo histórico de esta transformación social y
política que, si bien no fue la primera del siglo XX a nivel mundial
considerando que la Revolución Mexicana se produjo en 1910, constituyó la más
importante y la que marcaría el desarrollo mundial del siglo XX.
Para detenernos en esas características históricas, una
serie de escritos monográficos en cada edición irán permitiendo delimitar ese
cuadro que, de conjunto, presente la gesta bolchevique. En esta oportunidad,
haremos mención a los antecedentes ideológicos centrales del siglo XIX que
marcaron el pasado inmediato de los acontecimientos de 1917.
La Rusia prerrevolucionaria era mayoritariamente campesina,
una sociedad tradicional que carecía de una poderosa burguesía con amplias
capas medias que permitieran el desarrollo de un régimen democrático liberal
como en las sociedades europeas y occidentales del siglo XIX. Su composición
rural estaba basada en el sistema de servidumbre y la persistencia de una
lógica feudal de producción.
De acuerdo con Julián Casanova, esta era una sociedad que
resistía a la penetración capitalista, en el que proliferaran usureros y
prestamistas, con una fuerte tradición oral dadas las altas tasas de
analfabetismo, y en donde el dominio patriarcal se preservaba con una mayoría
campesina que descendía de los siervos, no obstante la promulgación del Edicto
de Emancipación en 1861 bajo el régimen de Alejandro II (1).
Este último se convirtió en
zar una vez muere Nicolás I en 1855. Por aquellos años, la
universidad era el lugar de difusión de ideas revolucionarias entre pequeños círculos intelectuales que se debatían entre el
pensamiento filosófico de Hegel y las influencias francesas de Rousseau y los
socialistas utópicos. Sin duda, fue Hegel el inspirador de un movimiento
intelectual que durante la década de los cuarenta debatió alrededor
de la relación entre individuo y sociedad, y al
cual se sumó un número importante de pensadores
que se lanzaron al campo revolucionario ante la opresión política
del zarismo antes que por las desigualdades económicas latentes en la sociedad
rusa.
Derecha, típica familia campesina rusa. |
Este movimiento fue la expresión intelectual de una clase
social a la que se le denominó, la “nobleza con mala conciencia”: grupo de
terratenientes, oficiales y representantes de la incipiente burguesía que se
levantó contra su propia clase, basado en unas concepciones políticas
románticas que reivindicaban el carácter revolucionario de las tradiciones
campesinas rusas. Sin duda, Alexander Herzen es el representante más
significativo de esta orientación ideológica. En su concepto, el socialismo
ruso sería impulsado por un campesinado portador de una moralidad derivada de
manera instintiva y natural (2). Sus ideas fueron la fuente para la “(...)
creencia Naródniki de que la comunidad campesina tradicional rusa, con su
propiedad comunal conjunta, era prueba del carácter socialista de la tradición
rusa” (3).
Bajo el ropaje de la crítica literaria y filosófica, dada la
censura propia de la época, la intelectualidad rusa durante la década de los
sesenta se acercó cada vez más al materialismo (4). Las obras de aquellos años
dieron paso a dos corrientes claramente definidas: de una parte estaban los
eslavófilos, quienes buscaban la recuperación de la tradición rusa y eran los
representantes de la herencia de Herzen y los naródniki, y de otra los occidentalistas,
quienes defendían las instituciones burguesas y el desarrollo histórico de tipo
europeo. En esta última corriente se expresaba desde la variante más liberal
que aprobaba las instituciones burguesas, hasta los marxistas que si bien
concebían el desarrollo según las etapas históricas europeas (esclavismo,
feudalismo, capitalismo), rechazaban la democracia e instituciones burguesas y
reivindicaban la instauración del socialismo.
Sin embargo, sería hasta la década de los setenta y ochenta
del siglo XIX cuando los intelectuales rusos pasarían a la acción. Bajo la
consigna de la “Ida al pueblo” (5), estudiantes universitarios y miembros de
círculos intelectuales radicales se movilizaron hacia el campo con la intención
de atraer a estos al movimiento revolucionario. El resultado, lejos de esto,
fue la constatación práctica de la existencia de dos Rusias: una rural,
mayoritaria pero aislada, en proceso de transformación hacia relaciones de tipo
capitalista occidental, y una urbana que controlaba el zarismo y en cuyo margen
se expresaba círculos intelectuales pequeño burgueses.
En 1881, en un ataque terrorista, es asesinado Alejandro II
por una organización clandestina denominada “Voluntad del pueblo”. La respuesta
fue una mayor y prolongada represión del régimen cuyo efecto fue la apatía
popular. Al igual que en el motín de oficiales de 1825 -“conspiración
decembrista”-, las acciones políticas de estos años tuvieron como
característica una baja participación de las masas, un aislamiento político de
estas y, en consecuencia, una débil organización revolucionaria con capacidad
de movilización que se agenciaba mediante el terror individual.
Al movimiento intelectual de la década de los sesenta y
posteriores, se les conoció como los representantes de la “herencia”,
“populistas” y “discípulos”. Lenin caracterizó a cada uno de estos grupos según
sus posturas ideológicas comunes. En su criterio, los ideólogos de la
“herencia” eran portadores de las ideas enciclopedistas que defendían la
instrucción pública y combatían el sistema de servidumbre. Representaban a la
burguesía progresista y revolucionaria de su época, entre cuyos autores se
ubica a Skaldin y Engelhardt, quienes defendían los intereses de las masas
populares y el campesinado, junto a las libertades y el desarrollo europeo(6).
Los “populistas”, por su parte, fueron los primeros en
llamar la atención sobre el problema de capitalismo. No obstante, consideraron
el mismo una “(...) desviación del camino prescrito”(7), y su actitud, en
consecuencia, regresiva ante este tipo de desarrollo particularmente en el
campo. Concebían la comunidad campesina como una originalidad y el campesino
era idealizado como el producto autóctono del desarrollo histórico ruso.
Negaban el carácter de las clases sociales y sus conflictos asociados, así como
la relación entre la intelectualidad, las instituciones jurídico-políticas y
sus intereses materiales.
En último lugar se ubicaban los denominados “discípulos”,
quienes, bajo una orientación materialista de la historia, reconocían el
carácter progresivo del desarrollo capitalista del cual se engendrarían las
contradicciones cuya resolución estaba ligada al bienestar general. Analizaban
la sociedad bajo los intereses del trabajo, en donde se expresaban las
condiciones concretas de los grupos económicos y su papel en la producción.
Eran, sin duda, los representantes de la variante más avanzada del materialismo
que reconocían el aporte realizado por la herencia enciclopedista de la década
de los sesenta.
Estos fueron años de una intensa lucha ideológica. Su
expresión no fue otra que la antesala de las transformaciones que en el orden
económico de desarrollarían a finales del siglo XIX en donde el punto cumbre
sería la transformación política del XX. Visto así, las transformaciones de 1917
estarían precedidas de una transformación revolucionaria de las ideas y la
cultura como una antesala necesaria. Una adquisición de conciencia sobre el
carácter labrador de la historia que tendrían las masas y el papel que cumplen
sus organizaciones como forjadores conscientes, algo que se desarrollará con la
constitución posterior de núcleos marxistas y la fundación del partido obrero.
Notas
- Casanova, Julián. Europa contra Europa, 1914-1945. Barcelona: Crítica
- Herzen, Alexander. Obras filosóficas escogidas. Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1956.
- Carr, E.H. “Herzen: un revolucionario intelectual”. En: Estudios sobre la revolución. Madrid: Alianza Editorial, 1970.
- Entre los autores más significativos de aquellos años podemos ubicar a Chernishevshi, Dobrolíubov, Písarev. Véase: Carr, E. H. “Algunos pensadores rusos del siglo XIX”. En: Estudios sobre la revolución. Madrid: Alianza Editorial, 1970.
- En algunos textos la traducción al español se ha realizado como “Ve con el pueblo”. En regla, se refieren al mismo movimiento.
- Lenin, V. I. (1981). “¿A qué herencia renunciamos?”. En: Obras escogidas, Tomo 1. Moscú, Editorial Progreso.
- Ibíd, p. 94.
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