La
decisión del presidente Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de
Israel y de trasladar su embajada desde Tel Aviv a esa ciudad es un gravísimo
atropello contra el pueblo palestino, tras cincuenta años de sufrimiento y
ocupación de su territorio por parte del principal aliado de Estados Unidos en
el Medio Oriente, el Estado sionista. Pero también es un agravio contra el
mundo árabe y musulmán, precisamente en uno de los momentos de mayor
exacerbación de los conflictos, viejos y nuevos, en esta convulsionada región.
Esta
medida representa, además, una violación flagrante de la legalidad
internacional y un golpe a las Naciones Unidas y a sus instituciones, en las
que avanza, en medio de múltiples dificultades, el reconocimiento al derecho de
Palestina a existir como país soberano. La decisión que se anunció ayer
dificulta cualquier posibilidad de reactivación de una negociación de paz,
tendiente al reconocimiento de la solución de los dos Estados, una negociación
que de por sí ya parecía en estado terminal. Por ello las fuertes reacciones
internacionales, incluida la del Papa, el Secretario General de la ONU y los
mandatarios de la región, no se hicieron esperar y han expresado desde extrema
preocupación hasta repudio abierto por esta nueva muestra de agresividad y
prepotencia por parte del imperio.
A
comienzos del siglo XX, la propuesta de crear el Estado de Israel se convirtió
en eje central de la estrategia de Estados Unidos y de los antiguos poderes
coloniales, Inglaterra y Francia, para establecer su dominio en esta
estratégica región y controlar el petróleo. Desde 1948 cuando por fin se
materializó su creación, pero particularmente desde 1967 cuando el Estado
sionista expandió su territorio, los palestinos han vivido bajo la ocupación y
millones de ellos han tenido que emigrar de su territorio ancestral en
condición de refugiados. Durante mucho tiempo Israel ha sido el primer receptor
de ayuda militar de Estados Unidos y sus políticas han sido la principal fuente
de conflicto en los países de la región.
La
decisión de Trump sobreviene en un año marcado por otras medidas que ratifican
el peligroso ascenso de la extrema derecha en Estados Unidos, y por ende en el
mundo entero. Bajo el lema América Primero, se produjo el anuncio del
Presidente de retirar a su país del Acuerdo sobre el Cambio Climático suscrito
en París en 2015, así como la más reciente de desconocer el proyecto en marcha
de las Naciones Unidas sobre la adopción de directrices comunes para la gestión
humanitaria frente a la gravísima situación de movimientos migratorios y de
refugiados.
El
29 de noviembre de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció
el derecho de Palestina a existir como Estado independiente, con 131 votos a
favor, entre los cuales estuvieron la casi totalidad de los países
latinoamericanos, con la deshonrosa abstención de Colombia. Sea esta la ocasión
de exigirle al gobierno del premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, que
reconozca por fin la existencia del Estado Palestino, se abstenga de mover
también su embajada a Jerusalén y que revalúe el peligroso TLC entre Colombia e
Israel, suscrito precisamente en la ciudad sagrada.
Expresamos
todo nuestro respaldo al pueblo de Palestina, a su Gobierno y a su Embajada en
Colombia.
Partido
del Trabajo de Colombia PTC, integrante de Alianza Verde
Yezid García Abello
Secretario General (e)
Bogotá DC, diciembre 7 de 2017
Yezid García Abello
Secretario General (e)
Bogotá DC, diciembre 7 de 2017
EmoticonEmoticon