Acusado de varios delitos, el exalcalde de Magangué, Marcelo Torres Benavides, se halla detenido en la cárcel nacional La Picota en Bogotá. El hecho configura un revés, un oscuro capítulo del proceso de la lucha democrática contra el dominio mafioso y paramilitar que por mucho tiempo asoló a ese municipio como a tantos otros de Colombia. Constituye, a la par que un infame intento de sepultar políticamente al dirigente del Partido del Trabajo de Colombia (PTC), la pretensión desde las filas más regresivas de la reacción colombiana, de efectuar una suerte de escarmiento tanto contra las fuerzas progresistas y de izquierda como del conjunto del pueblo y los líderes que en un futuro próximo proyecten perseverar en la batalla democrática emprendida.
Al igual que cuando se esgrime el fantasma del “castrichavismo” para intentar desnaturalizar las fuerzas y liderazgos más progresivos del país y atemorizar a multitudes desinformadas y confundidas, con el proceso contra Marcelo Torres se ejecuta una retaliación por la derrota sufrida por uno de los segmentos regionales más recalcitrantes de la ultraderecha en las elecciones municipales de Magangué en 2011 y, sobre todo, para desacreditar el camino democrático señalado y la posibilidad real que tienen de transitarlo muchísimos otros municipios afligidos y olvidados.
Debe saber el país que fue de la mano de Alex Char, el alfil vargasllerista en la región Caribe, y con el aval de Cambio Radical, que una coalición en la cual participó muy activamente la fuerza del clan de Enilce López, otrora patrocinadora de campañas presidenciales uribistas, la que hizo elegir al actual alcalde de Magangué, puntal de la persecución política y judicial contra Marcelo Torres.
Por otra parte, no se cumplió con ninguno de los requisitos de que trata la ley para que procediera en contra de Marcelo Torres la medida de aseguramiento con detención preventiva en establecimiento carcelario. En efecto, el exalcalde de Magangué no tiene poder ni posibilidad de obstruir la buena marcha de la justicia, pues su mandato como alcalde terminó en diciembre de 2015. Tampoco presenta antecedentes judiciales, y nunca ha sido renuente a comparecer ante la justicia, fue capturado dentro de las instalaciones de la Fiscalía General de la Nación a donde había acudido por citación de esa entidad.
La seguridad personal de Marcelo Torres y su familia está en peligro. En materia de seguridad, la incertidumbre o no disponibilidad de evidencias concluyentes sobre la amenaza o peligro que pueda cernirse sobre una o varias personas, o grupos enteros, debe considerarse en pro de la adopción de las garantías efectivas que deben adoptarse por parte del Estado para proteger la vida y la integridad de dicha persona o personas. La serie de atentados y asesinatos contra los dirigentes sociales que durante los últimos tres años ha venido sucediendo confirma de manera dolorosa la necesidad de tales medidas preventivas. Y el que debe adoptarlas es el Estado.
Marcelo Torres ha dedicado toda su vida a la lucha política dentro de la legalidad y la civilidad, como líder de izquierda. Tiene un hogar conformado con Leydis Linero Palma, docente de profesión, con quien tiene un hijo de 7 años y medio, Ricardo Torres. Además, también es padre de Felipe Torres Medrano, estudiante universitario. La opinión democrática exige su libertad.
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