Comenzó en Francia la huelga general más importante desde 1995, cuando la paralización terminó con el gobierno de Alain Juppé y su proyecto de modernización neoliberal.
Tomado de http://www.laizquierdadiario.com / Miércoles 4 de diciembre
La huelga, que puede tener una duración indeterminada, es apoyada por
más de la mitad de los franceses que se oponen las reformas de jubilaciones del
Gobierno de Emmanuel Macron.
Según una encuesta de YouGov realizada antes de la huelga, el 71% de
los franceses estaban preocupados por el futuro de su jubilación, mientras que
el 60% de la población apoya la huelga contra la reforma de las pensiones.
Los sindicatos CGT, FO, FSU, Solidaires, UNL y UNEF lanzaron este
llamado en común porque consideran que el nuevo régimen previsional
"degradará los derechos de todos, especialmente de los más precarios y de
las mujeres".
Se espera una gran manifestación este jueves en París y en más de 250
ciudades del país. Trabajadores ferroviarios, docentes, estudiantes y otros
sectores tomaran las calles. A la misma ya anunciaron que se unirán los
Chalecos Amarillos.
La huelga tiene un especial impacto en el estratégico sector del
transporte. La reforma propuesta por el Gobierno acabará con el régimen
jubilatorio del que goza la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) o la
entidad del transporte metropolitano de París RATP, cuyos trabajadores pueden
retirarse a partir de los 52 a 57 años, según las categorías, producto de las
condiciones laborales a las que están expuestos.
Por esa razón la paralización es masiva en el transporte: circulan uno
de cada diez trenes de alta velocidad TGV, los de cercanías de París y los
interurbanos (Intercités), y uno de cada cinco regionales (TER). Los trenes
entre Francia, Italia y Alemania han sido anulados. Entre Francia y España sólo
se anunció un servicio de ida y vuelta.
Los cortes ya se sentían desde el miércoles por la tarde, afectando a
muchos de los trenes de cercanías de la región parisina, muy utilizados para
llegar a la capital francesa. En el metro parisino se han suspendido once
líneas, otras tres funcionarán con restricciones solo en las horas pico.
Cientos de estaciones de servicio están sin combustible en todo el
país. Muchos supermercados están desabastecidos después de que miles de
personas fueran a abastecerse ante la posibilidad de una huelga prolongada.
Airbnb no tiene más lugar para hacer reservas en el centro de París porque
muchas personas han ocupado los departamentos ante la imposibilidad de viajar
desde sus hogares al centro. Los hoteles también están llenos.
En Francia existe una ley que impone un servicio mínimo obligatorio
durante una huelga, pero la CGT informó que no se respetará.
Las previsiones en el transporte aéreo tampoco son alentadoras: la
Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) recomendó a las aerolíneas
suprimir el 20 % de los trayectos con origen o destino en Francia, aunque
en realidad el porcentaje de vuelos cancelados será mucho más elevado. Air
France debió cancelar antes del día de la huelga el 30% de sus vuelos
habituales y no descarta tener que suprimir una parte adicional sobre la
marcha.
La manifestación principal en París comenzará partirá a las 14.00 hs,
de Francia, desde la Estación del Norte hasta la plaza de la Nación. El
Gobierno desplegó a cerca de 6.000 policías y gendarmes, y recomendó el cierre
de los comercios en todo el recorrido.
Un gigantesco operativo represivo justificado por el ministro del
Interior, Christophe Castaner y el prefecto de Policía, Didier Lallement, por
supuestos “grupos violentos”. La realidad es que el Gobierno francés ha
reprimido brutalmente las manifestaciones, en especial las de los chalecos
amarillos, dejando miles de heridos y mutilados.
La huelga no cae del cielo. En un artículo publicado en Révolution
Permanente, sitio francés de la red internacional de La Izquierda Diario, Juan
Chingo destacaba la dimensión de esta nueva ola huelguística y se preguntaba si
este es el inicio de una huelga general política contra Macron.
“Todo indica que la huelga general del 5 de diciembre tendrá una escala
absolutamente sin precedentes, será probablemente la mayor movilización desde
las de 1995, 2006 y 2010. Con el clima de “insubordinación” inculcado por los
chalecos amarillos, la lucha de clases en Francia, articulada en lo que de
hecho se asemeja a una huelga general de 24 horas con tendencias a renovarse en
los principales bastiones del movimiento obrero, así como entre los
trabajadores ferroviarios y la RATP, podría experimentar un nuevo giro. Un año
después del inicio del movimiento de los Chalecos Amarillos, se abre una nueva
etapa con la reunificación o incluso la materialización del “Tous ensemble”
[todos juntos] de una parte importante del mundo del trabajo. ¿Hasta dónde
llegará el proceso en esta nueva etapa? Esta cuestión será decidida en los
próximos días por la propia lucha”, señala el autor.
Los medios europeos ven la situación con preocupación. El diario
británico The Sunday Times habla de que Francia se podría estar sumergiendo en
un “invierno del descontento”, en referencia a las oleadas huelguísticas que
sacudieron al Reino Unido en el invierno de 1978-1979. Mientras que Forbes asegura
que se trataría posiblemente de la huelga general más grande en décadas.
El diario francés Le Monde titula que “La huelga del 5 de diciembre, es
una prueba decisiva para el "reformador" Emmanuel Macron” y el sitio Marianne
destaca en su portada la comparación con la huelga de 1995 que frenó las
reformas del gobierno de Alain Juppé.
Como dice el artículo de Revolution Permanente, antes citado, la huelga
"no solo será una gran jornada de lucha sino que también será un momento
de toma de conciencia y confianza, un momento para medir los pasos que se dan
colectivamente y constatar la fuerza de la clase obrera. Aún está por verse qué
pasará luego del 5, en especial a partir del lunes 9 de diciembre, que aparece
como la jornada decisiva que va a determinar si el movimiento se enraíza para
una huelga larga de carácter político".
El miércoles el presidente francés protagonizaba junto a Trudeau, el
mandatario canadiense, al primer ministro británico, Boris Johnson y a la
princesa Ana, hija de la reina Isabel II de Inglaterra, una situación muy
comentada durante la cumbre de la OTAN. En un vídeo se los ve aparentemente
burlándose de Trump.
Seguramente este jueves, Macron, extrañara la comodidad del palacio
británico y el intercambio entre líderes imperiales, mientras vea como en las
calles francesas crecen las protestas contra su Gobierno.
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