Por
Absalón Cabrera
Mientras
el Esmad desocupaba la Plaza de Bolívar a punta de bombas de gas pimienta, entre las tres y cuatro de la tarde de ese sábado, después de dos días de marchas, diferentes grupos de estudiantes caminaban la ciudad como forma de protesta en
el marco del Paro Nacional. Se respira un ambiente festivo. Los carros ondean
banderas de Colombia, banderas blancas, y carteles en apoyo al Paro. Sus
ocupantes se asoman con cacerolas, pitos y vuvuzelas en respuesta a las arengas
para alentar a los marchistas.
Un
grupo de doscientos cincuenta jóvenes aproximadamente va por la carrera séptima
con treinta y cuatro hacia el sur, con tambores, pitos y carteles en mano
haciendo múltiples denuncias. Se detienen al frente del Museo Nacional ocupando
dos de los tres carriles, para permitir el paso de los buses, taxis y motos,
los cuales responden con pito y aplausos. Pasaron unos diez minutos y retoman
la marcha por la carrera séptima hasta la calle diecinueve, camino en el que se
fueron sumando personas con carteles en denuncia del asesinato de líderes
sociales, críticas al gobierno, vivas al Paro, entre otros.
Los
agentes del Esmad estaban apostados en el parque de los Periodistas, y hacían
sonar sus sirenas de vez en cuando, mientras se escuchaba el llamado de los
marchistas a los que se encontraban en las empresas y edificios aplaudiendo la
acción. Los estudiantes subieron hasta la carrera quinta con el aplauso y a la
vista de todos los vecinos que, asomados por los balcones con pitos y las
tradicionales cacerolas, expresan apoyo al Paro Nacional convocado por
diferentes sectores sociales.
Los
agentes del Esmad los reciben con gases lacrimógenos intentando dispersar la
multitud, como lo han estado haciendo desde que desocuparon la Plaza de
Bolívar. Evitando el enfrentamiento, los estudiantes cruzan por la carrera
quinta hasta llegar a la calle dieciocho, donde los esperan más integrantes del
Esmad que interrumpen la marcha. Frente a la imposibilidad de pasar, bajan por
esa calle hasta la carrera sexta donde nuevamente son recibidos con gases.
Ahí
salen heridos algunos de los participantes que son atendidos por integrantes de
grupos de derechos humanos debidamente identificados y algunos vecinos
solidarios. El gas lo disparan de manera frontal y se escuchan impactos de
balín en las paredes. Para esos momentos el intento de disuasión de los
manifestantes es evidente y la orden de no dejar que lleguen a la plaza es cada
vez más clara. Con las manos levantadas los manifestantes gritan la consigna
que se ha repetido a lo largo y ancho de Bogotá, ¡sin violencia, sin violencia!
En
forma represiva, disparos de manera frontal y apuntando a la cabeza, los
manifestantes son agredidos por los uniformados cercenando el derecho a la
protesta pacífica. El grupo ya disminuido por efecto de los gases y heridos, llegan
nuevamente a la séptima para tomar aliento y agruparse. Caminan hacia la calle
diecinueve gritando ¡no más Esmad! Pasan algunos minutos mientras se limpian el
rostro por el gas pimienta recibido y se quedan en medio de la calle unos cien
manifestantes que gritan ¡Fuera Duque!
Como se aprecia en el video, así desocuparon la Plaza de Bolívar ese sábado.
En
adelante es confuso; los integrantes de derechos humanos presentes en el lugar
indican que el Esmad va a proceder y sugieren que corran hacia las paredes. Los
estudiantes, firmes en su derecho manifestar de manera pacífica, avanzan por la
calle diecinueve hasta que los agentes comienzan a disparar a discreción sin
seguir los procedimientos establecidos por el Derecho Internacional
Humanitario, con disparos hacia la humanidad de los estudiantes en lugar de
disparos parabólicos en el caso del gas pimienta.
Mientras
se intenta resguardar la vida, algunos se alejan hacia las paredes y otros
corren por la calle diecinueve. En medio de la confusión se escuchaban voces
como 'dele a cualquiera, pero dele'. Pasan algunos metros huyendo de los
disparos de diferentes proyectiles, bombas de aturdimiento; en ese momento un
agente, con el arma apoyada sobre el brazo izquierdo y sosteniendo el arma con
la derecha, disminuye el paso, inclina su rostro y dispara. A menos de diez
metros cae un joven de donde no vuelve a levantarse.
Los
minutos pasan y la incertidumbre colectiva exacerba los ánimos. Con valor y
coraje los estudiantes se toman de la mano y rodean el cuerpo del compañero
caído. Indolentes y sonrientes los integrantes del Esmad contemplan a los
manifestantes y al joven herido durante unos veinte minutos, hasta que poco a
poco se van retirando. Pasa media hora aproximadamente hasta que llega la
ambulancia, acomodan el cuerpo en una camilla y lo transportan al hospital San
Ignacio.
Muchos
compañeros del joven están llorando y otros que presenciaron las acciones están
indignados. Asomados por los balcones, los vecinos apoyan con consignas a los
manifestantes que, con mayores ánimos, reanudan la marcha y caminan por la
séptima en dirección a la plaza, donde nuevamente son agredidos por agentes del
Esmad.
En
un nuevo intento, a eso de las siete de la noche, los estudiantes insisten en
ingresar a la plaza, y esta vez el Esmad decide ya no atacarlos. Cientos se
concentran en la plaza de manera pacífica mientras se preguntan ¿por qué nos
asesinan?
Un homenaje publicado en las redes sociales.
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