Por
Pascual Amézquita Zárate
PhD. en Economía / Tomado
de El Bancario #15
La
tasa promedio de crecimiento del PIB colombiano en los últimos 40 años ha sido
de 3,7 por ciento. A ese paso, para alcanzar el PIB per cápita de Chile, el
país de mejor desempeño regional ‒suponiendo que ese país dejara de crecer‒, gastaríamos
unos 20 años, para no hablar sobre lo que nos alejaremos del resto del mundo si
tenemos en cuenta que el pelotón latinoamericano con el cual nos estamos comparando
cada día se aleja más y más de los punteros.
El
crecimiento medido por el PIB es uno de los indicadores que se emplean y que tiene
más deficiencia como lo ponen de presente interesantes estudios que proponen
una revisión total a ese este parámetro. En otra entrega se hará referencia a
los problemas implícitos en las mediciones del PIB, pero desde ya conviene
llamar la atención sobre la inclusión del sector financiero como uno de los que
conforman el PIB.
En
estricto sentido el sector financiero implica para casi todos los actores
económicos un gasto (pago de intereses y otros costos financieros por parte de los
consumidores y los inversionistas) que como tal debería aparecer en las
cuentas, de la misma manera como se computan, por ejemplo, los impuestos. Pero
para el PIB es tan productivo un industrial como un prestamista.
Ahora
bien, los datos más recientes dados a conocer a mediados de febrero indican que
el PIB de Colombia creció el año pasado a un 3,3 por ciento, cifra inferior al 3,7
anotado. Los sectores que más contribuyeron a este crecimiento fueron los que
generan el empleo de muy baja calidad ‒el de los servicios y el del comercio‒ y
por el contrario los sectores que crean puestos de trabajo de alta calidad, los
del sector industrial y el agro, se han estancado. La calidad a que se hace
referencia está medida por el salario que se paga a los obreros y por su
contribución a la productividad (ver gráfica 1 para el conjunto de la
información).
Gráfica
1
Es
decir, la información permite deducir que en el país se están creando muy pocos
puestos de trabajo, lo que se corrobora con los datos de desempleo, y buena
parte de ellos son en trabajo informal a través muy pequeñas unidades
empresariales.
Otro
dato que se puede concluir de las cifras es que el crecimiento del PIB ha sido
jalonado por el crecimiento del consumo y no por el crecimiento de la inversión,
lo que implica que es un crecimiento que no es sostenible a mediano plazo.
A
su turno, el crecimiento del consumo está ocurriendo por causas externas a la
economía del país, en particular por el aumento de los dineros provenientes de
las remesas que recibe el país y por la importación de productos.
Eso
significa que una de las exportaciones fuertes del país es de obreros, de mano
de obra, que tienen que salir en busca de mejores horizontes. Gracias a ellos,
otros dos indicadores más fiables que el PIB, el de la cuenta corriente y el
desempleo no arrojan cifras peores.
Los
datos del Dane también exhiben otro de los problemas acuciantes del país, el de
su sector externo (gráfica 2). Año por año crecen las importaciones entre tanto
las exportaciones lo hacen a un ritmo mucho menor (soportadas por petróleo y
carbón), lo que se traduce en un creciente déficit en la balanza comercial que
termina siendo absorbido a través de mayor endeudamiento externo.
Gráfica
2
El
raquítico crecimiento del PIB y los sectores que lo jalonan permiten deducir
que en Colombia la tasa de desempleo seguirá estando por encima del 10 por
ciento, con tendencia al aumento, y que la informalidad seguirá en crecimiento,
puesto que ‒valga la pena repetirlo‒ los sectores líderes, en una economía que
apunte a un desarrollo sostenido, deben ser el industrial y el agropecuario.
Así
como en la medición del PIB son tan engañosamente importantes el productor como
el prestamista, oculta la forma de la distribución de la riqueza producida en
el país. Es decir, no solamente mide mal la riqueza que se crea sino que no
tiene en cuenta la forma en que es apropiada por las diferentes clases
sociales.
Para
ponerlo en términos prácticos, es más útil para la economía capitalista comprar
un avión de guerra que construir una universidad pública (en realidad, el gasto
público no suma sino resta en el PIB, así parezca ilógico) medición que a todas
luces no tiene sentido.
Por
eso una medida más aproximada de lo que realmente pasa en la economía de un
país es el índice de desarrollo humano, en el cual Colombia cada vez está peor.
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