La mayor corrupción anida en altos cargos del Estado, con la complicidad de sectores privados que se benefician de ella

César Tovar de León 10:04 a.m. Add Comment

Estas breves líneas tratan de llamar la atención, con cuatro ejemplos recientes, que la corrupción anida en altos cargos del Estado. Los implicados son ministros, gobernadores, alcaldes, generales, coroneles y funcionarios públicos de rango superior. Y que esa corrupción en el Estado necesita la complicidad de sectores privados que se benefician, a veces mayoritariamente, de ella.

Por Yezid García Abello
Secretario general (e) del PTC / Bogotá D.C., 29 de abril de 2020

Hay tantas noticias y denuncias sobre corrupción en este gobierno de Duque-Uribe y, sobre todo, corrupción para beneficiarse ilegalmente de dineros públicos destinados a aliviar a algunos sectores de las consecuencias económicas, sociales y de salud de la pandemia, que muchas de ellas pasan desafortunadamente desapercibidas para la opinión pública. Refresquemos la memoria sobre cuatro hechos investigados por la Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía que han escandalizado al país.
En publicitada rueda de prensa los entes de control revelaron que de los contratos para aliviar las necesidades de los colombianos más vulnerables en la pandemia hay, hasta ahora, 53 procesos contractuales con graves irregularidades por “más de 135.000 millones de pesos”. Con estas irregularidades están comprometidos gobernadores, alcaldes y funcionarios de alto rango, 41 funcionarios públicos investigados por la apropiación de recursos de la emergencia. Se han encontrado contratos para suministrar canastas alimenticias hasta con el 100% de sobrecostos. De tal magnitud son las irregularidades que, asustados, varios funcionarios cambiaron a última hora los contratos, lo que arroja una disminución de 6.584 millones de pesos, según la Contraloría. Claro está que la modificación de estos contratos no exonera de culpa a los defraudadores del erario que deben seguir siendo investigados hasta que les caiga todo el peso de la ley.
Un caso aberrante en el cual debió haber mucho dinero bajo la mesa es el de los créditos de fomento agropecuario que debió administrar el Fondo Financiero Agropecuario (Finagro) por 226.000 millones de pesos en un programa denominado “Agro Colombia Produce”. Créditos para pequeños productores del campo con bajos intereses (subsidiados por el Estado). A las dos horas, óigase bien, a las dos horas de expedido el decreto que establecía la línea de crédito, ya habían otorgado préstamos por más de 50% del total disponible. Esos préstamos finalmente se distribuyeron, de manera abiertamente ilegal, así: 213.000 millones para grandes productores, 8.500 millones para medianos y sólo 4.500 millones para los pequeños. Cómo sería de protuberante la irregularidad que hasta al ministro de Agricultura le formularon cargos y algunas grandes empresas devolvieron a las volandas buena parte de los recursos recibidos, lo que no las salva de la investigación y la condena ciudadana. Una gran empresa avícola, por ejemplo, recibió dos préstamos por valor de 20.000 millones de pesos, casi 9% del total de recursos disponibles.
En las Fuerzas Armadas la corrupción en el alto mando hace mucho tiempo campea impunemente. A los escándalos denunciados por los medios el año anterior ahora se suman una serie de contratos con evidentes sobrecostos, que pasarían al bolsillo de los oficiales que participaban en la adjudicación y las compras. Hasta ahora, por las investigaciones de los entes de control van tres altos oficiales separados de sus cargos y se anuncian nuevas separaciones de otros que aún permanecen en la sombra. De lo más aberrante fue la compra de tapabocas para la tropa a $45.000 cada uno y la respuesta dada por el Ejército a la Procuraduría ante la indagación: ¡que ese era un tema reservado por seguridad nacional!
Y un caso más, el del director general de la Policía Nacional, general Óscar Aterhortúa. El Fondo Rotatorio de la Policía contrató en 2012 con la empresa Socar Ingeniería Ltda. la construcción de 51 casas fiscales para adjudicarlas a las familias de los comandos “Jungla”, encargados de operaciones especializadas de ese cuerpo armado. Esas casas, que han debido ser entregadas por los constructores en 2014, nunca fueron terminadas ni entregadas en condiciones de ser habitadas. Ese “elefante blanco” causó un detrimento patrimonial, según la Contraloría, de 5.364 millones de pesos. La Procuraduría llamó a juicio disciplinario al general Aterhortúa en marzo pasado porque siendo director del Fondo Rotatorio declaró que recibió las casas a entera satisfacción y, además, “presuntamente habría intentado usar sus influencias para obtener información privada del proceso que se sigue por esos hechos internamente en la Inspección General de la Policía”, según el diario El Tiempo. La Contraloría también adelanta una investigación fiscal sobre este grave asunto.
Estas breves líneas tratan de llamar la atención, con cuatro ejemplos recientes, que la corrupción anida en altos cargos del Estado. Los implicados son ministros, gobernadores, alcaldes, generales, coroneles y funcionarios públicos de rango superior. Y que esa corrupción en el Estado necesita la complicidad de sectores privados que se benefician, a veces mayoritariamente, de ella. No se trata, como dijo el presidente Duque ayer en la asamblea anual de la Cámara de Comercio Colomboamericana, “de atizar resentimientos sociales, ni estimular la lucha de clases”; se trata de que definitivamente es un exabrupto colocar en el mismo plano a los pobres, desempleados, informales y vulnerables que se manifiestan radicalmente ante las angustias que les ha traído la pandemia y protestan en las calles pidiendo pan y techo, y los burócratas corruptos de altos cargos del aparato estatal, que se enriquecen con el dinero y el sufrimiento de los colombianos.

“Si la gente no se rinde, existe la posibilidad de crear una internacional progresista”. Entrevista a Noam Chomsky

César Tovar de León 1:35 p.m. Add Comment


Resulta importante conocer el contexto geopolítico en el que tiene lugar la emergencia provocada por el coronavirus, contexto que nos ayudará a comprender las distintas tensiones que esa emergencia produce en las relaciones internacionales y en el ámbito global.

Noam Chomsky opina sobre la COVID-19, la OMS, China, Gaza y el capitalismo mundial

Por Amy Goodman (Democracy Now) 24/04/2020
Esta entrevista se emitió en Democracy Now. Traducción de Paloma Farré.
Amy Goodman: Hablamos con Noam Chomsky justo después de que el presidente Donald Trump anunciara lo que finalmente ha hecho el 15 de abril al retirar el apoyo de Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud. Así se dirigía Trump a los periodistas la semana pasada:
“Periodista 1: ¿Es el momento de interrumpir la financiación a la OMS con una pandemia de esta envergadura?
Donald Trump: No, tal vez no. Es decir, no estoy diciendo que lo vaya a hacer, sino que vamos a estudiarlo.
Periodista 2: Ha dicho que iba a hacerlo.
Donald Trump: Le estamos dando un enorme… no, qué va. He dicho que íbamos a estudiarlo. Vamos a analizarlo. Vamos a estudiarlo.”
A.G. ¿Puede hablarnos de lo que Trump amenaza con hacer en estos momentos? Primero rechazó los test de la OMS, que habrían sido cruciales, y ahora dice que va a retirar la financiación a la Organización Mundial de la Salud.
N.C. Es el comportamiento típico de los autócratas y dictadores. Cuando cometes unos errores tan descomunales que están matando a miles de personas, siempre se busca un culpable. Y en Estados Unidos, lamentablemente, se lleva dando el caso desde hace más de un siglo, siglo y medio; culpar siempre al “peligro amarillo” es fácil. “Los amarillos vienen a por nosotros”. Llevamos toda la vida viéndolo, de hecho, viene de lejos. Así, culpar a la Organización Mundial de la Salud, culpar a China y afirmar que la OMS mantiene una relación insidiosa con China, en la práctica, les funciona. Y convence a una población que lleva mucho tiempo tremendamente adoctrinada, ya desde la Ley de Exclusión de los chinos del siglo XIX, que dice: “Sí, esos salvajes amarillos vienen a acabar con nosotros”. Es algo casi instintivo.
Y está respaldado por el altavoz digamos, por ejemplo, de Rush Limbaugh [locutor de radio y analista político conservador]. La ciencia es uno de los cuatro recodos del engaño, junto con los medios de comunicación, el mundo académico –he olvidado uno, pero hay cuatro recodos del engaño–. Viven del engaño. Se va metiendo en la cabeza de la gente. Y dicen: “¿Por qué vamos a creérnoslo? ¿Por qué vamos a creer las noticias? Solo son fake news. Intentan acaban con nuestro salvador, nuestro presidente, el mejor presidente de la historia”.
Tengo edad suficiente para recordar que de niño escuchaba los discursos de Hitler en la radio, los mítines de Nuremberg. No entendía las palabras, pero el tono y la reacción de la multitud, una multitud fervorosa, era verdaderamente patente y aterrador. Sabemos a lo que dio lugar. Es difícil… –enseguida me viene a la mente al escuchar los desvaríos de Trump y la multitud–. No estoy insinuando que sea como Hitler. Hitler tenía ideología, una ideología espantosa, la de masacrar a todos los judíos y a 30 millones de eslavos y romaníes, y la de conquistar gran parte del mundo, pero, además, tenía un ideario interno: el Estado, bajo el control del Partido Nazi, debía controlar todos los aspectos de la vida, incluso el sector empresarial. Nosotros no vivimos en ese mundo. De hecho, es más bien a la inversa, las empresas son las que controlan a los gobiernos. Y en lo que respecta a Trump, la única ideología perceptible es puro narcisismo. Es la ideología del “yo”. Mientras seas lo bastante inteligente como para seguir sirviendo a los verdaderos amos, colocando el dinero en los bolsillos de los más ricos y del sector empresarial, dejarán que sigas con tus payasadas.
Es bastante llamativo lo que ocurrió en la conferencia de Davos el pasado mes de enero. Se trata de la reunión de las personas que llaman “amos del universo”: los consejeros delegados de las empresas más importantes, es decir, las principales estrellas mediáticas. Se reúnen en Davos una vez al año, se felicitan mutuamente por lo maravillosos que son, adoptan la pose de humanistas comprometidos que hacen lo que pueden, totalmente entregados al bienestar de los pueblos del mundo. “Estáis a salvo dejando vuestro destino en nuestras manos porque somos muy buena gente”.
Trump acudió a Davos y dio el discurso de apertura. Trump no les gusta. Su vulgaridad es incompatible con la imagen de humanistas cultivados que intentan proyectar. Pero le aplaudieron frenéticamente, aplaudieron cada palabra con entusiasmo porque saben que distingue los bolsillos que hay que llenar de dólares y el modo de hacerlo. Mientras siga haciéndolo, mientras sirva a su principal electorado, le dejarán que siga con sus payasadas –de hecho, les gusta porque moviliza a muchísima gente que apoyará sus políticas, como sus logros en materia legislativa–. El principal es una estafa fiscal que pone el dinero en manos de las arcas empresariales y perjudica a todos los demás. La desregulación es fantástica para los negocios. Les encanta. Pueden destrozar el medioambiente y perjudicar a la gente todo lo que quieran. Es muy perjudicial para la población.
¿Qué ocurre si se reducen las limitaciones para contaminar, las disposiciones sobre las emisiones? La gente muere a causa de la contaminación, de envenenamiento por mercurio. Las aguas están contaminadas. Y el mundo, obviamente, se enfrenta a la catástrofe. la catástrofe se acelera. Y como he dicho, incluso en los presupuestos presentados el 10 de febrero, a la vez que recortaba en protección frente a enfermedades en medio de una pandemia salvaje, aumenta la financiación de la producción de combustibles fósiles, que va a acabar con todos nosotros. Por supuesto, destina muchísimo más dinero al Pentágono y a su famoso muro. Pero este es el mundo en el que vivimos –aquí y no en otro lugar–. Como he dicho, los países asiáticos han estado actuando con sensatez. De hecho, Nueva Zelanda parece que también le ha puesto fin. Taiwán lo está haciendo muy bien. En Europa, quizá Alemania tiene el menor índice de mortalidad del mundo, Noruega también. Hay formas de reaccionar.
Y hay formas de intentar destrozarlo todo –a lo que el presidente Trump nos está abocando con la ayuda del altavoz de Murdoch, Fox News y otros–. Y, de un modo sorprendente, este ejercicio de prestidigitación está funcionando. De modo que, por una parte, alzas la mano hacia el cielo y dices: “Soy el escogido. Soy vuestro salvador. Voy a reconstruir América, voy a devolverle la gloria porque yo soy el sirviente. Soy el fiel servidor de la clase trabajadora”. Mientras tanto, por otra parte, les apuñalas por la espalda. Y para llevar esto a cabo hace falta una actuación política genial. Hay que reconocer que es necesario verdadero talento, ya se trate de algo intuitivo o planificado deliberadamente. Es demoledor. Lo hemos visto antes. Lo vemos ahora en dictadores, autócratas, sociópatas que acaban ocupando cargos de responsabilidad. Y ahora está ocurriendo en el país más importante y rico de la historia universal.
 Así, Estados Unidos se encuentra en una situación en la que la economía se ha paralizado debido a la catástrofe absoluta que supone esta pandemia, en la que la gente tiene que aislarse –aunque el aislamiento en un lujo–. Muchos trabajadores de servicios esenciales tienen que exponerse a esta pandemia y enfrentarse a una enorme amenaza para sus vidas. Coméntenos si considera que esta pandemia puede poner en peligro el capitalismo mundial en términos generales o lo va a apuntalar, y si los miles de millones de dólares que se están invirtiendo en estos planes de reactivación económica simplemente van a intensificar la desigualdad o realmente van a ayudar a los de abajo.
Es una elección, no algo inevitable. Es decir, el sector empresarial está trabajando mucho para planificar un futuro del tipo que describes. La cuestión es si las organizaciones populares serán capaces de imponer suficiente presión para asegurarse de que eso no ocurra.
Y hay formas de hacerlo. Mira el sector empresarial –lo que acabas de describir–. En estos momentos las empresas están escondiendo sus ejemplares de Ayn Rand y yendo detrás de papá Estado para solicitar prestaciones de financiación pública para sobreponerse a los resultados de su comportamiento delictivo. ¿Qué han estado haciendo estos últimos años? Los beneficios se han disparado. Se les ha consentido una orgía de recompra de acciones, que son mecanismos para aumentar la riqueza de ricos accionistas y directivos, mientras socavan la capacidad productiva de la empresa a gran escala al establecer sus despachos en alguna pequeña sala de Irlanda para no tener que pagar impuestos y utilizar paraísos fiscales. No se trata de calderilla. Se trata de decenas de billones dólares que se roban al contribuyente. ¿Tiene que ser necesariamente así?
Mira la actual dádiva a las empresas. Debería ir acompañada de condicionalidades –término con el que nos hemos familiarizado por el FMI–. Se les debería exigir para asegurarse de que no se utilizarán más paraísos fiscales, de que no habrá más recompra de acciones, punto final. Si no lo hacen con una garantía firme, no hay dinero público.
¿Es una utopía? En absoluto. Así era la ley que se hizo cumplir hasta Ronald Reagan, que abrió el grifo para que se robara todo lo que se quisiera, junto con Milton Friedman y otras lumbreras que, en segundo plano, le decían: “Eso es la libertad”. “La libertad” significa robar lo público a gran escala a través de engranajes como los paraísos fiscales y la recompra de acciones. De modo que no hay nada de utópico acerca de dichas condiciones. Dice: “Volvamos a la época en la que el capitalismo estaba bastante más reglamentado”, que se desarrolló a partir de Roosevelt, se llevó a cabo durante la década de 1970, cuando empezó a deteriorarse, y se acabó con Reagan.
Debería haber nuevas condicionalidades, los trabajadores deberían estar… en la gestión de las empresas debería haber representantes de los trabajadores. ¿Es imposible? No, se ha hecho en otros países, por ejemplo, en Alemania. Se debería exigir que garantizaran un salario mínimo vital –no solo un salario mínimo, sino un salario mínimo vital–. Una condicionalidad que se puede imponer.
Ahora bien, podemos avanzar y reconocer los hechos, hay que tener en cuenta que todo esto es anterior a Trump. Trump está cogiendo un sistema fallido, letal y lo está convirtiendo en una monstruosidad, pero las raíces ya estaban antes. En primer lugar, basta recordar la razón por la que se ha dado la pandemia. Las empresas farmacéuticas siguen la lógica capitalista. No hay voluntad de hacer nada. El azote neoliberal dice que el gobierno no puede hacer nada como en el pasado. Entonces llega Trump y lo empeora de un modo incomparable. Pero las causas de la crisis son anteriores a Trump.
Lo mismo ocurre con el sistema sanitario. Del mismo modo que nosotros lo sabemos –todo el mundo sabe–, ellos deberían conocer los datos básicos. Es un escándalo internacional: el doble de gasto que en países similares y uno de los peores resultados. The Lancet, una de las principales revistas médicas del mundo, recientemente ha llevado a cabo un estudio sobre el gasto. Calcularon que el gasto anual de los estadounidenses se acercaba al medio billón de dólares y se habían perdido 68.000 vidas. No es una cifra tan baja.
¿Puede hablarnos, globalmente, de lo que está ocurriendo respecto a un asunto que le toca muy de cerca desde hace décadas, los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, lo que supone para un lugar como Gaza, a la que la ONU y personas de todo el mundo han calificado de especie de “cárcel al aire libre” de casi dos millones de personas?, ¿qué podría significar la pandemia allí?
Cuesta lo indecible pensar en ello. Gaza es 2 millones de personas viviendo en una cárcel al aire libre objeto de ataques constantes. Israel, que es la fuerza de ocupación –algo reconocido por todos los países del mundo excepto Israel–, Israel está imponiendo, ha estado imponiendo sanciones muy duras desde que los palestinos cometieran el error de llevar a cabo las primeras elecciones libres en el mundo árabe y eligieran a las personas equivocadas. Estados Unidos e Israel cayeron sobre ellos como una tonelada de ladrillos.
La política de Israel, como explicó Dov Weissglas, la persona a cargo de la retirada de las tropas israelíes, la retirada de los colonos y la imposición de un nuevo régimen, lo explicó con franqueza: “Vamos a poner a la gente de Gaza a dieta, les daremos lo suficiente para que sobrevivan”, lo cual significaba que no estaría bien que murieran todos, pero nada más que eso. Es decir, ni un trozo de chocolate o un juguete para un niño. Ni hablar. Solo lo suficiente para sobrevivir. Y si tienes un problema grave de salud, quizá puedas hacer una solicitud para ir al hospital de Jerusalén Este. Tal vez en un par de semanas te permitan ir. Tal vez a un niño le permitan que vaya, no así a su madre.
Si la pandemia se extiende –ahora hay un par de casos en Gaza–, será un desastre absoluto. Varias organizaciones internacionales han señalado que en 2020, es decir, ahora, Gaza probablemente será un lugar apenas habitable. Aproximadamente el 95% del agua está completamente contaminada. El lugar es un desastre. Y Trump se ha asegurado de que vaya a peor. Retiró la financiación de los sistemas de ayuda a los palestinos en Gaza y Cisjordania: la UNRWA (la Agencia de la ONU para los Refugiados palestinos) eliminó la financiación; los hospitales palestinos eliminaron la financiación. Y lo hizo por una razón. No le elogiaban suficientemente. No respetaban al dios y, por lo tanto, los estrangularemos, aunque apenas sobrevivan bajo un régimen severo y brutal.
Por cierto, que esto también es extensivo a los palestinos de Israel. Los activistas pro derechos humanos que están en Israel señalaron recientemente –hay artículos sobre el tema en Haaretz– que Israel finalmente empezó a instalar unos cuantos puntos móviles para hacer test únicamente en las zonas judías, no en las zonas con población palestina. Y para asegurarse de que todo salía como estaba previsto, lo anunciaban solo en hebreo, y no en árabe, de modo que los palestinos no se enteraran. Y eso es dentro de Israel. En los territorios ocupados, aún peor.
Y el azote de Trump apareció para decir: “No os vamos a dar ni un céntimo porque no sois suficientemente respetuosos conmigo”. No sé cómo describir este tipo de cosas. No tengo palabras.
Noam Chomsky, ¿qué respuesta internacional cree que se requiere para detener el auge del autoritarismo que ha surgido en respuesta a esta pandemia? Por ejemplo, en Filipinas, donde Duterte, el líder autoritario aliado de Trump, habla de matar gente; la represión masiva, sin el apoyo de los ciudadanos de India, 1.300 millones de personas, con Narendra Modi. El presidente Trump estuvo en India cuando la pandemia empezaba a aparecer, no dijo una palabra al respecto y llenó un estadio con 100.000 personas. Tenemos a Orbán en Hungría, que hoy gobierna por decreto. ¿Qué sería necesario para darle la vuelta a eso y convertirlo en una respuesta progresista?
 En efecto, en lo que está ocurriendo, si es que se puede hallar algo de coherencia política en la locura de la Casa Blanca, hay algo que se manifiesta con bastante claridad: en concreto, un esfuerzo por construir una internacional de los Estados más reaccionarios y opresivos que existen, dirigida por el gánster de la Casa Blanca. Y está tomando forma.
Podría pasar por encima, pero como has mencionado India, Modi, que es un extremista nacionalista hindú, sistemáticamente toma medidas para acabar con la democracia secular india y aplastar a la población musulmana. Lo que está ocurriendo en Cachemira es espantoso. Ya estaba bastante mal y ahora va a mucho peor. Lo mismo con la población musulmana, que constituye una población enorme en India. El actual confinamiento casi se puede calificar de genocida. Creo que Modi avisó con cuatro horas para cumplir con un confinamiento total. Son más de mil millones de personas. Algunas no tienen adónde ir. La gente que vive de la economía sumergida, una enorme cantidad de personas, simplemente ha sido expulsada. “Vuelvan a su pueblo”, que puede estar a miles de kilómetros. “Muéranse en el camino”. Es una enorme catástrofe en ciernes, que se añade a los grandes esfuerzos por imponer las doctrinas del movimiento hindutva de ultraderecha que están en el centro del pensamiento y bagaje de Modi.
El actual confinamiento en India casi se puede calificar de genocida. Es una enorme catástrofe en ciernes
Lo que está ocurriendo en general en el sur de Asia –aparte de esto que ocurre en India– es que se va a convertir en un lugar inhabitable bastante pronto, si se mantienen las actuales políticas climáticas. El verano pasado, la temperatura en Rajastán alcanzó los 50 grados centígrados. Y sigue aumentando. En India hay cientos de millones de personas que no tienen acceso a agua. Y va a empeorar enormemente, podría dar lugar a una guerra nuclear entre las dos potencias que básicamente dependen de los mismos recursos hídricos, que están en retroceso por el calentamiento global: Pakistán e India. Es decir, la historia de terror que se está gestando, una vez más, es inenarrable. No hay palabras para describirlo. Y hay gente que está entusiasmada con ello, como Donald Trump y su amigo Bolsonaro en Brasil, otro par de sociópatas.
¿Pero cómo enfrentarse a una internacional reaccionaria? Creando una internacional progresista. Y se están dando pasos para hacerlo. No reciben mucha publicidad, pero creo que el próximo mes de diciembre se anunciará formalmente lo que lleva en marcha desde hace tiempo. Yanis Varoufakis, fundador y líder de DiEM25, el movimiento progresista de Europa, muy importante, y Bernie Sanders hicieron una declaración en la que solicitaban la creación de una internacional progresista para combatir y, esperemos, vencer a la internacional reaccionaria ubicada en la Casa Blanca.
Ahora bien, a nivel estatal, parece existir una competencia extremadamente desigual. Pero no solo existen los Estados. A nivel de las personas no es imposible. Es posible construir una internacional progresista fundamentada en la gente, desde los grupos políticos organizados que se han multiplicado, que han recibido un balón de oxígeno enorme con la campaña de Sanders, hasta las organizaciones de asistencia personal y de asistencia mutua que están aumentando en todo el mundo, en las zonas más empobrecidas de Brasil, por ejemplo, e incluso el llamativo hecho que mencioné anteriormente, que las bandas criminales y asesinas están asumiendo la responsabilidad de llevar cierto tipo de protección contra la pandemia a las favelas, los barrios pobres deprimidos, de Río. Todo esto ocurre a nivel popular. Si se expande y evoluciona, si la gente no se rinde a la desesperación, sino que trabaja para cambiar el mundo, como han hecho en el pasado en condiciones mucho peores, si no se da por vencida, existe la posibilidad de crear una internacional progresista.
Y hay que tener en cuenta, no hay que perder de vista, que también hay asombrosos casos de internacionalismo, internacionalismo progresista, a nivel estatal. Echémosle un vistazo a la Unión Europea. Los países ricos de Europa, como Alemania, recientemente nos han dado una lección sobre lo que significa la unión. ¿Verdad? Alemania lo está gestionando bastante bien. Probablemente tengan la tasa de mortalidad más baja del mundo en una sociedad organizada. Justo al lado, el norte de Italia está sufriendo estrepitosamente. ¿Alemania les está prestando ayuda? No. De hecho, Alemania incluso ha bloqueado los esfuerzos por emitir eurobonos, bonos en general, en Europa que se podrían haber utilizado para aliviar el sufrimiento de los países que están en las peores condiciones. Sin embargo, afortunadamente para Italia, puede buscar ayuda al otro lado del Atlántico, de la superpotencia del hemisferio oeste: Cuba. Una vez más, y como siempre, Cuba está demostrando un internacionalismo extraordinario al enviar médicos a Italia. Alemania no lo hará, pero Cuba sí. China está prestando ayuda material. Y estos son los pasos que hay que dar para lograr un internacionalismo progresista a nivel estatal.

Reflexión geopolítica en la actual crisis del Coronavirus; globalización y política social

César Tovar de León 1:34 p.m. Add Comment

Resulta importante conocer el contexto geopolítico en el que tiene lugar la emergencia provocada por el coronavirus, contexto que nos ayudará a comprender las distintas tensiones que esa emergencia produce en las relaciones internacionales y en el ámbito global.

Por Javier Sánchez
Catedrático de la Universidad de Antioquia, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas Universidad de Antioquia



Resumen de la conferencia realizada el 23 de abril de 2020.
Se puede ver la conferencia completa en: https://www.facebook.com/UdeAderechoypolitica/videos/222813522470930/



Sin proponérselo, China ha terminado por estar, en lo que va corrido del 2020, en el foco de la agenda noticiosa. A comienzos de año por la aparición de un brote de neumonía en la ciudad de Wuhan que luego se confirmaría como una epidemia de un nuevo coronavirus. Y tres meses después, por haber superado exitosamente la emergencia sanitaria provocada por la pandemia. Inmediatamente superada la crisis sanitaria, China ha salido a ofrecerle al mundo entero su experiencia acumulada en medio de la emergencia y el apoyo en el suministro de insumos médicos, así como el desplazamiento de equipos selectos de médicos y personal sanitario a varios países con el objetivo de ayudar a combatir la propagación del virus.
De manera simultánea China ha debido enfrentar la pugnaz crítica del presidente Trump quien no ha ahorrado adjetivos para referirse al “virus chino” como el responsable de la rápida propagación del contagio en los Estados Unidos a la vez que también la acusa de no haber sido transparente al momento de informar sobre el origen del virus y sobre el alcance que su propagación tendría. Este hecho, nos pone en evidencia que, más allá de sus aspectos estrictamente médicos, epidemiológicos y sanitarios, la crisis provocada por el Covid no puede comprenderse al margen de la confrontación mayor que Estados Unidos y China adelantan por el liderazgo mundial y que se ha expresado en el pasado reciente en la guerra comercial que Estados Unidos declaró desde 2018 al gigante asiático, así como en la campaña dirigida contra Huawei y la enorme presión ejercida para impedir que los distintos países puedan llegar a acuerdos con la compañía china en torno a la tecnología 5G.
Por tanto, resulta importante conocer el contexto geopolítico en el que tiene lugar la emergencia provocada por el coronavirus, contexto que nos ayudará a comprender las distintas tensiones que esa emergencia produce en las relaciones internacionales y en el ámbito global. Con el fin de entregar a nuestros lectores elementos de juicio para un cabal discernimiento de la crisis actual, les compartimos la conferencia dictada por Javier Sánchez, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

Efectos económicos y sociales de la pandemia

César Tovar de León 1:33 p.m. Add Comment


En suma, los efectos que la pandemia ha traído sobre Colombia, ahondan a niveles dramáticos la pobreza y la desigualdad. Parodiando la parábola bíblica de José: las vacas flacas para el pueblo y las vacas gordas para el Faraón.
Por Miguel Ángel Delgado R.
Comité de redacción de La Bagatela

La intención de este escrito es apreciar las consecuencias económicas y sociales que está dejando la emergencia de pandemia y confinamiento en Colombia. Para este menester se partirá de la situación del país antes de la crisis de salud, mirando de manera esquemática los principales indicativos preexistentes en estas materias, varios de ellos de 2108. Se exceptúan áreas fundamentales como salud y educación que serán tratadas aparte en esta edición de La Bagatela. Luego se describirán los escenarios más protuberantes que trascurren en esta realidad inédita sobre la población pobre, los trabajadores, la pequeña y mediana empresa y, lógico, sobre los potentados del país.

El país antes de la pandemia

Al analizar las cifras del cuadro inserto adelante, no se necesita ser experto en econometría para concluir la calamitosa situación que vivía Colombia en el preludio de la pandemia. Para comprar la canasta básica familiar, establecida por el DANE, una persona necesita $872.142 a precios de 2108, por tanto, más de la mitad de la población, proyectada por la misma entidad para febrero de 2020 en 50 millones, no tenía recursos suficientes para solventar los gastos elementales de subsistencia. El cálculo resulta de los mismos datos oficiales de informalidad y pobreza. Un contexto alarmante, lo que llevó a que Naciones Unidas señalara que “sus ciudadanos tienen un nivel de vida muy bajo”, en relación al rango del PIB per cápita mundial.
La desigualdad que mide el coeficiente Gini es patética. Según cifras del Banco Mundial, en el país al 20% más rico le corresponde el 57% de los ingresos, mientras que al 80% restante le corresponde el 44% del PIB. Para este organismo crediticio estamos ubicados entre los 10 países más desiguales el mundo, solo superados en América por Haití y Honduras. Como dijera Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, “la desigualdad es el corazón del desencanto social”.
Cifras oficiales de Colombia antes de pandemia
La corrupción, otra variante que influye negativamente en el nivel de vida de la población, al sustraer ingentes recursos del erario hacia manos particulares, los cuales podrían ser invertidos en infraestructura productiva o en gasto social, cunde en el país antes del coronavirus. El índice de percepción de corrupción de Trasparencia Internacional para el año 2019 nos asigna un puntaje de 37, cercano a muy corrupto que es cero. Reficar, Odebrecht, Agro Ingreso Seguro, carteles de la contratación, los ñoños, la Merlano y el Ñeñe Hernández con la compra de votos, las chuzadas, la corrupción en el ejército y la policía y decenas de otros casos, continúan, tras largos años, en “investigaciones exhaustivas”.
La seguridad alimentaria, componente fundamental para la existencia e independencia de las naciones, registra cifras alarmantes. Se importaron casi 15 millones de toneladas de alimentos el año pasado. Las cifras oficiales señalan que el 30% del consumo nacional es importado. El caso del maíz es aleccionador. Cereal que se cultiva en todos los climas del país, base alimenticia de la población, originaria de lo que hoy es América Latina y materia prima fundamental en la avicultura, la porcicultura y la ganadería, es importado en un 90%, preferencialmente de EE. UU.
El presidente Duque, en enero de este año, declaró como un triunfo el crecimiento de la economía de la nación por encima del 3%, resaltó que este crecimiento es superior al promedio de América Latina, señaló que la inversión extranjera directa creció por encima del 19%, enfatizó el mejor cumplimiento de la Regla Fiscal por la reducción del déficit al menor nivel histórico desde que existe esta herramienta y, días atrás, había recordado que su llamada Economía Naranja representa el presente y futuro del país.
Este crecimiento de la economía, sin embargo, a la luz de la realidad social que muestran las escalofriantes cifras de pobreza, desigualdad y corrupción imperantes, solo puede ser reclamado por la minoría de amos de las finanzas, los latifundistas, los importadores de mercaderías, los dueños de las grandes empresas y los inversionistas extranjeros. Esta ruta de normalidad del capitalismo salvaje fue interrumpida en marzo, según todos los indicios para profundizarse, con la aparición del paciente cero de coronavirus y la ulterior parálisis de la actividad productiva. ¿Qué sigue?

El país durante la pandemia

El 17 de marzo se dictó el decreto de Emergencia Económica, Social y Ecológica para enfrentar la pandemia de coronavirus, a reglón seguido se ordenó el aislamiento obligatorio a partir del 21 de marzo y hasta el 13 de abril, excepto los sectores esenciales para proveer alimentos, salud y servicios públicos. Se cerraron las fronteras, el transporte aéreo y terrestre. Ante las cifras crecientes de contagio y muerte, el 6 de abril se prolongó el confinamiento hasta el 26 de abril y luego, por las mismas razones, se estiró hasta el 11 de mayo, incorporando al trabajo los sectores de la construcción y la manufactura.
El resultado inmediato del aislamiento obligatorio fue la parálisis casi total del aparato productivo. La industria, el comercio y los servicios. Enseguida se decretó una cascada de medidas en materia fiscal, monetaria, laboral, crediticio, pensional, tarifario, inmobiliario, comercial, de control de precios, educativas, etc., etc., además de las obvias de salubridad y médico hospitalarias.
A la interrupción abrupta de la economía debe sumarse la caída internacional del precio del petróleo a límites nunca vistos y la recesión económica global agudizada por la pandemia. Este cuadro, sin duda, conduce a una agudización de la crisis económica y social que padece la población y el país entero.
El primer efecto social y, por supuesto económico, por cuenta del coronavirus es el padecimiento de hambre de la inmensa mayoría de colombianos. El trapo rojo, símbolo de este martirio, ondea en las populosas barriadas, comunas, tugurios y distritos de las ciudades, con sus consiguientes manifestaciones de justa protesta. La informalidad, que puede llegar a sumar 13,5 millones de personas, ha sido privada, por cuenta del confinamiento, de su rebusque diario que le permitía solventar su penosa existencia, uniéndose a los 3,5 millones de colombianos que viven en la pobreza extrema y al desempleo que en febrero bordeó los 3 millones de personas, cifra hoy desbordada. No en vano, para ilustrar esta realidad, la primera medida anunciada por Duque, al momento de declarar el confinamiento, fue la de reinstalar servicio de agua para un millón de familias que lo tenían cortado por falta de pago. La población indígena, afrocolombiana y los migrantes venezolanos no escapan a esta hecatombe de sufrimiento. Se atiborran los medios masivos de comunicación de notas periodísticas describiendo historias de la pobrería. Lo que el neoliberalismo esconde, detrás de cifras positivas de crecimiento, salió a flote, como nunca antes, con el virus.
Los trabajadores, los que sustentan la economía real del país, tienen, de hecho, una afectación muy grande por cuenta de la parálisis productiva. Como si fuera algo acordado en detalle los primeros 19 días de confinamiento fueron aprovechados por números empresarios para declarar vacaciones colectivas, causadas o anticipadas. También han despedido o suspendidos sus contratos a cientos de miles de trabajadores. Otros optaron por licencias unilaterales no remuneradas. Las más mañosas procedieron, de manera temprana, a rebajar los salarios, rebajando la jornada laboral. El trabajo en casa, para los empleados que sucumbieron a este holocausto laboral, se ha convertido en una extenuante jornada. Las cajas de compensación informaron que las solicitudes de subsidio de desempleo, por cuenta de la emergencia sanitaria, sobrepasan las 400 mil. El poderoso gremio de los comerciantes propone que los trabajadores asuman la pérdida del 33% de su salario. Se trasladó a Colpensiones el pago de 20 mil mesadas pensionales de salario mínimo, que eran responsabilidad de los fondos privados, a cambio de trasladar un menor valor de lo que deberían pagar. Como están las cosas, el desempleo registrado al comienzo del aislamiento de 12,2% podrá subir, por cuenta de esta emergencia sanitaria, a niveles cercanos al 25%. La aspiración del gobierno, anunciada desde el año pasado, de realizar una reforma pensional que debilite el sistema de prima media estatal y fortalezca las administradoras de pensiones privadas y una reforma laboral regresiva que implante el trabajo por horas, la rebaja del salario mínimo y la inestabilidad laboral, se ha puesto en marcha a la sombra del Covid-19.
El tejido empresarial de la micro, pequeña y mediana empresa (mipymes), integrado por más de 1,6 millones de establecimientos de todo género, que proveen casi 8,4 millones de empleos, el 80% del total, está en peligro de desaparecer. En principio Acopi, el gremio que las representa, había exigido del gobierno nacional un subsidio por el valor del 70% de la nómina, pero ante la propuesta de Fenalco para que el pago del salario sea asumido, de forma tripartita, entre el gobierno, los empresarios y los trabajadores, finalmente cedió y se acogió a esta propuesta. Los grandes empresarios del comercio, la industria, el transporte y las finanzas, que vienen practicando toda clase de maniobras con tal de conservar su tasa de ganancia, son los inspiradores de rebajar el salario de los trabajadores y, sin duda, a través de sus gremios, respaldarán tal engendro. Y el gobierno, atado a su ortodoxia neoliberal, no tardará en simpatizar con este extravío.
La corrupción también se concentró en tan pequeño periodo. La Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía anunciaron la apertura de investigación al ministro de Agricultura por desvío en la asignación de créditos para garantizar la producción agrícola, de los pequeños y medianos agricultores hacia los grandes consorcios de agroindustriales e importadores por un valor que supera los 6,1 billones de pesos. De igual forma anunciaron la investigación de contratos suscritos, durante la emergencia sanitaria, por alcaldes y gobernadores por sobrecostos en los alimentos para paliar la hambruna de la población.
El resultado de las principales medidas en materia económica, social y laboral que ha producido el gobierno de Duque tiende a favorecer al sector financiero y a los grandes empresarios. Los bancos tienen un respaldo por parte del gobierno nacional de 17 billones de pesos para créditos empresariales, que solo están llegando a los grandes consorcios y no a la micro, pequeña y mediana empresa. El Ministerio del Trabajo ha repletado de resoluciones las vías por donde transitan las violaciones contra los ingresos y derechos de los trabajadores. Y las que, por ir contra su dogma neoliberal, se ha negado a tomar para poner a punto el sistema médico hospitalario y enfrentar la enfermedad o atenuar la realidad de hambre y padecimiento, como sería recurrir a las reservas internacionales de $53.144 millones de dólares o a impuestos de emergencia al gran capital.
En suma, los efectos que la pandemia ha traído sobre Colombia, ahondan a niveles dramáticos la pobreza y la desigualdad. Parodiando la parábola bíblica de José: las vacas flacas para el pueblo y las vacas gordas para el Faraón.

América Latina en tiempos de pandemia

César Tovar de León 1:32 p.m. Add Comment

Cuando el virus del Covid-19 llegó a América Latina en andas de los agitados aires de la hiper conexión global, encontró una región devastada ya por las políticas de austeridad[1], impuesta a rajatabla sobre sus poblaciones, desde las alturas del Consenso de Washington.
Por Fernando Guerra Rincón
Economista, Magíster en estudios políticos y económicos

Cuando el virus del Covid-19 llegó a América Latina en andas de los agitados aires de la hiper conexión global, encontró una región devastada ya por las políticas de austeridad[1], impuesta a rajatabla sobre sus poblaciones, desde las alturas del Consenso de Washington, que vieron multiplicar el número de pobres e indigentes producto de la destrucción de sus aparatos productivos, atados férreamente a las economías extractivas, de la aniquilación de sus instituciones garantes de derechos básicos en educación, salud, trabajo, vivienda, pensión, claves en la movilidad social, traslapados a negocios privados ultra-rentables, a los cuales, a las gentes sin fortuna les queda muy difícil acceder, muralla de acceso que apuntala la desigualdad

y destruye cualquier asomo de equidad social, desde el Río Bravo hasta Ushuaia, en la Patagonia argentina.
En la medida que transcurre y dure la pandemia, ante el cierre obligado de las actividades económicas para protegerse de la amenaza y la deficiencia de recursos públicos para atenderla con eficiencia, sectores cada vez más amplios de estas sociedades, ensancharán el ya dilatado circulo de la pobreza. Esta situación no tiene antecedentes.
En Colombia, casi la mitad de su población de 50 millones de habitantes, viven de la economía informal, en condiciones de delicada vulnerabilidad. En Soacha, el conglomerado urbano que más crece en Latinoamérica, un municipio que hace parte del área urbana de Bogotá, con más de un millón de habitantes, la mitad de los cuales viven en pobreza o en pobreza extrema, donde recalan pobres de todo el país, hogar de desplazados, exguerrilleros y emigrantes venezolanos, su alcalde afirma que en su municipio se podrían morir más personas por hambre que por coronavirus[2], como podría pasar en los barrios más carenciados de las grandes ciudades colombianas, donde existen inmensos bolsones de pobreza, característica aberrante de todas las grandes áreas urbanas del Sur y Centro América y donde el inconformismo contra la ayuda insuficiente y tardía va en aumento.
Chile, hasta ayer, el promocionado modelo de estas economías en regla, no logró incluir a su población en los éxitos del prototipo y las revueltas incendiarias, ante la aguda desigualdad prevaleciente, una de las más grandes del planeta, se tomaron sus principales ciudades. En Perú, las autoridades no ven a los informales que atiborran las calles de Lima y por tanto no les llega la limosna del Estado austero[3]. En Ecuador, la inquina contra las políticas del Fondo Monetario Internacional soliviantó a la población, incluidos los indígenas, los más pobres entre los pobres en la región, y Guayaquil ve la escena dantesca de sus cadáveres en las calles.
En la rica Argentina de las prodigas pampas infinitas y del gaucho indómito, otrora miembro de la exclusiva lista de las cinco mayores economías del planeta, que exporta al mundo soja, maíz, trigo, aceite de girasol, biodiesel, carne, base de su economía, el nuevo gobierno de Alberto Fernández no da abasto para darle de comer a los olvidados que se multiplican, dado el desastre de la heredada economía de la austeridad, del endeudamiento y de los CEO. Cada vez más argentinos tocan a las puertas de los comedores que antes de la pandemia atendían a 8 millones en 3.000 comedores comunitarios del conurbano bonaerense, donde escasean letrinas, el agua potable, viviendas dignas, y que en pleno auge del virus letal aumentó a un 40%, 11 millones de argentinos[4]. 15,9 millones de personas no acceden hoy a la canasta básica de bienes y servicios, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República argentina.
En el Brasil del autoritario y cada vez más cuestionado Bolsonaro, las autoridades buscan a los jefes del narcotráfico para que ayuden a atender la emergencia y estos, que no el gobierno, construyen compartimientos sanitarios en las entradas de las favelas, que controlan a placer, para que la población se lave las manos[5]. En el territorio brasileño hay 52,5 y 13,5 millones de personas en pobreza y en pobreza extrema, situación que afecta principalmente, en un 72,7%, a negros y mestizos. El Programa Bolsa Familia no es suficiente, en la mayor economía de América Latina y novena del mundo, para sacar a las personas de esa condición de penuria, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
En Centroamérica, donde las condiciones de pobreza son extremas, sus moradores huyen en caravanas de un coctel explosivo de miseria, narcotráfico y violencia para toparse posteriormente con barreras humanas y físicas levantadas en tiempos de globalización. Las crónicas de ese desarraigo hacia un porvenir incierto, son dramáticas. Historias de vida de quienes se marcharon con lo puesto y hablan con los pies en llagas[6].
Caso aparte es Venezuela. Con las reservas más grandes del mundo de petróleo y en el que solo 13% de sus nacionales no se consideran pobres, el sistema nacional de salud está destruido, como pasa en mayor o menor medida, en toda la región. Millones de venezolanos no pueden acceder al mínimo de alimentos, agua y atención médica, según la ONU.
Esta crítica situación social emanada de la pésima gestión de la dirigencia bolivariana que no logró diversificar la matriz productiva de la economía venezolana tras veinte años en el poder[7], ni convertir en bienestar y en felicidad las varias bonanzas de precios del crudo derivados de la alta demanda de la economía mundial en expansión, se ha visto agravada por la agresión norteamericana al país, en sus esfuerzos inútiles por recuperar una posición que ya perdieron en la partida de ajedrez de la geopolítica mundial y, que de paso, instaló en la región, un peligroso polo de esa confrontación, de consecuencias impredecibles.
Este dantesco cuadro social en la región se agravará cono consecuencia del Covid-19, peste viral de la que no se sabe con exactitud su término, ni la magnitud del daño. En su conjunto América Latina creció en el 2019, 0,1% y se espera que la economía decrezca en varios puntos del PIB en el 2020, en lo que podría ser la crisis económica más profunda de su historia. Desde el 2015 los pobres venían en aumento[8] y podrían llegar a 220 millones de personas, 35 millones más que en el 2019. Igualmente, el círculo del infierno de personas en pobreza extrema aumentaría en 22,6 millones, para un total de 90 millones de personas[9].
El inevitable contraste se da en la cúpula de super ricos de la región: el 20% de la población concentra el 83% de la riqueza, vulgar desajuste que precariza las condiciones de vida de la mayoría de la población y que recae especialmente sobre mujeres y niños[10]. A su condición de multimillonarios, las élites privilegiadas le huyen a la pobreza y a la inestabilidad económica como a la peste. Por ello, la fuga de capitales hacia radas más seguras del escenario económico mundial es sistemática e indolente.
En plena pandemia han retirado de los mercados emergentes, entre los que se encuentran la mayoría de los países de la región, US$ 83.000 millones, la mayor salida de capitales de la historia, según el FMI. Un estudio afirma que en las siete mayores economías de la región se pusieron fuera del control de los Estados más de dos billones de dólares, el 40% del PIB de todos los países de Latinoamérica[11]. La cuantía de esos recursos y la velocidad con que se incrementan significa en la práctica una brutal descapitalización que lastra los esfuerzos de mejora de las mayorías.
En esta desafortunada coyuntura a los gobernantes de los países latinoamericanos les queda literalmente imposible pagar la deuda externa[12], el otro dogal al cuello de estas economías. La exigencia de recursos públicos que demanda el pago de su servicio significa un inmenso drenaje de dineros que se necesitan para atender la emergencia. La deuda de Argentina es de cerca de US$325.000 lo que compromete el 95% de su PIB, una deuda que el propio FMI reconoce como insostenible. Para el 2020 y 2021 el servicio de la deuda le representa US$ 87.000 millones. Brasil debe un billón de dólares, 78% de su producto bruto interno. Colombia tiene comprometido prácticamente el 60% de su PIB. En 2021, el gobierno colombiano deberá amortizar US$3.166 millones y pagar intereses por US$ 2.098 millones. Solo para hablar de estos países.
Acosados por todos los flancos, por los pobres de siempre que viven del rebusque o del empleo precario, por los obreros que se quedaron sin ingresos ante el cierre de las empresas y por los empresarios pequeños, medianos y grandes, que vieron de la noche a la mañana esfumarse sus ingresos y sus ganancias y apurados por los bancos que no dan tregua en su codicia ni en tiempos de pandemia, los gobiernos del área apuran el regreso a las actividades productivas contra todas las evidencias científicas, que desaconsejan semejante irresponsabilidad y que puede generar miles de muertos adicionales en poblaciones altamente vulnerables, porque sus raquíticas arcas a causa de las políticas de protección y rebajas generosísimas de impuestos al gran capital, debilitan sus ingresos y lo dejan sin músculo financiero para atender la pandemia y la postpandemia.
La salida de la pandemia debe ser responsable porque si no, sufre aún más la economía y hay más muertos. Salud y economía son una y la misma cosa. Enfrentarlos es un falso dilema al que recurren gobiernos en problemas, con economías precarias, como pasa en la inmensa mayoría de estos vastos territorios.
Si esta peste viral se extiende[13], como todo indica, las corruptas élites gobernantes de América Latina no tendrán como atender la creciente demanda de salud y de comida de millones de pobres sin trabajo y sin ingresos, ni tampoco las crecientes exigencias de apoyo económico de miles de empresas de todos los tamaños al borde de la quiebra.
La pandemia del coronavirus ha desnudado las enormes falencias de estas economías y la incapacidad de sus dirigencias para la construcción de sociedades prosperas e incluyentes. La crisis ha puesto al orden del día la corrección del rumbo: América Latina toda debe desprenderse de las economías extractivas y enrumbar sus sectores productivos hacia las economías basadas en los avances de la cuarta revolución industrial, así como sustituir su base energética de energías fósiles a energías renovables. Devolver al Estado su papel central en la provisión de servicios públicos esenciales que tanta falta ha hecho en esta crisis. Reformar el sistema financiero y colocarlo al servicio de los sectores productivos y alejarlo de la especulación y la financiarización. Devolverle al campesinado la agricultura con base nacional que le devuelva sus ingresos perdidos en la absurda competencia internacional a la que los sometieron, agudizando sus condiciones de pobreza y marginalidad. De no hacerlo, vientos de tormenta asoman en el horizonte, como ya se nota.



[1] Paul, Krugman, El legado de la austeridad destructiva, enero 4 de 2020, El Espectador.

[2] El hambre como bandera. En las ventanas de muchos barrios de Colombia, los más pobres colgaron trapos rojos como señal de auxilio. El SOS de la pobreza en medio del coronavirus. https://elpais.com/sociedad/2020-04-17/el-hambre-como-bandera.html

[3] Como enfrentan los países de la región la crisis económica que trajo la pandemia, La Nación, 19 de abril de 2020, Pág. 2, Economía.   
[4] En las villas se disparó la demanda de comida y la ayuda estatal no alcanza, La Nación, abril 19 de 2020, Pág.4a. 
[6] Hay dos libros sobre este drama: Caravana, del periodista español Heriberto Pradilla y Juntos, todos juntos del periodista salvadoreño Carlos Martínez. Caravanas, un año del fenómeno que cambio el rostro de la emigración en Centroamérica, El País de España.  
[7] La dependencia de estos países, salvo México y Brasil, cuya dependencia no es tan marcada, de las economías extractivas, le otorga una extrema fragilidad a la estructura de sus economías, sujetas a los vaivenes cíclicos y coyunturales de la demanda mundial, o a choques de oferta, que afecta directamente los precios de las materias primas.   

[9] El número de pobres en la América Latina puede crecer en 35 millones por el coronavirus COVID-19. https://news.un.org/es/story/2020/03/1471522

[10]Los milmillonarios del mundo poseen más riquezas que 4600 millones de personas. Informe Oxfam. Enero de 2020.     
[13] Un reciente estudio de la Universidad demuestra que la inmunidad de grupo que ofrece una limitación automática a la expansión de la enfermedad podría demorar hasta julio de 2022.