Son evidentes los efectos del Covid-19. Basta con mirar a la calle y con estar medianamente informado para hacer referencia a los más notorios e inmediatos. Pero, ¿qué le espera a la economía mundial en los próximos meses y años? ¿Qué efectos políticos acarreará?
Por Edmundo Zárate
Profesor universitario
Son evidentes los efectos del Covid-19. Basta
con mirar a la calle y con estar medianamente informado para hacer referencia a
los más notorios e inmediatos. Pero, ¿qué le espera a la economía mundial en
los próximos meses y años? ¿Qué efectos políticos acarreará?
El impacto en el PIB
Para concebir los
efectos de la pandemia lo primero es entender qué se está midiendo.
Una aproximación básica
es contar los muertos ocasionados por la enfermedad y las jornadas laborales
perdidas por el ausentismo, programado o no, de los trabajadores a sus trabajos.
Este último dato nos va acercando a otra medición, la de la producción que deja
de hacerse en el país por culpa de la pandemia, lo cual en principio sería la
medición del Producto Interno Bruto, PIB, aunque este indicador presenta serios
problemas para reflejar la realidad. Así, por ejemplo, entre mayor número de
muertes sucedan, mayor será el PIB per cápita cuando empiece el ciclo de
recuperación económica.
Para entender los
efectos, compárense una guerra y una epidemia.
Mientras dura el
evento catastrófico, la guerra exigirá crecimiento acelerado del PIB por el
consumo que se desata (producción bélica, energía y alimentos) aunque puede
ocurrir que los productos concretos varíen. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, en
Alemania y en Estados Unidos durante las guerras mundiales. En cambio durante
la peste el aparato productivo tenderá a paralizarse.
Al finalizar la
guerra el crecimiento del PIB se acelera pues se inicia la reconstrucción de la
infraestructura civil y de las fábricas, lo que absorbe ingentes cantidades de
trabajo y de capital. En cambio, luego de una epidemia el daño físico a la infraestructura
es relativamente bajo ‒más bien los períodos de depreciación por uso de las
carreteras o de las máquinas se pueden extender‒ y los estantes estarán llenos
de ciertas mercancías que no se vendieron. Desde esta perspectiva el
crecimiento del PIB tenderá a ralentizarse durante muchos años.
Ni en las guerras
ni en las epidemias la contabilidad capitalista mide el impacto de los decesos
o de los mutilados. Apenas sí se lleva la cuenta demográfica pero no la pérdida
de capacidad productiva de la sociedad ni la inversión hecha por las familias y
el Estado en educación y demás gastos antes de que fallecieran.
El sector financiero
Mención especial
merece el rumbo del sector financiero. Frente a la disminución o parálisis de
las ventas, el movimiento de la economía dependerá de los préstamos que
otorguen los bancos y, en consecuencia, en época de guerra o de pandemia o de simple
crisis económica la rentabilidad del sector financiero aumentará por cuanto que
uno de los componentes de este sector, el riesgo, aumenta lo que conlleva
mayores tasas. Si en el país prima el sector financiero privado, como es el
caso en casi todo el mundo hoy, ello implicará que entre más se hunda la
economía, mayores serán las ganancias para el sector. En cambio si lo que prima
es el sector financiero público no habrá tal aumento de las tasas de interés y
la reconstrucción se hará a un costo financiero menor.
En caso de guerra,
cuando se termine se necesitará una mayor inyección de capital y en
consecuencia el sector financiero seguirá creciendo. En cambio, terminada la
epidemia ocurrirá un bajonazo en las demandas de capital pues habrán caído la
producción y el consumo, lo que acentúa el riesgo y espanta a los prestamistas.
En este caso solamente la existencia de un sector financiero público podrá
garantizar que se irrigue capital para reiniciar actividades.
La situación
presente es particular en relación con las epidemias y las grandes guerras del
pasado por un factor fundamental y es que en los anteriores episodios como las
dos grandes guerras mundiales o la última gran epidemia, la fiebre española de
1918, había un fuerte sector financiero público, que se tradujo en menores
tasas de interés y por tanto en una más rápida recuperación general.
La actual
debilidad del sector financiero público es una inmensa ventaja que tiene el
sector privado para usar la crisis a su favor, pero que luego se verá menguada
por la caída en la tasa de interés debido a la poca demanda de capitales con
posterioridad a la pandemia, dada la caída en la propensión al consumo mientras
que incrementa la propensión a ahorrar hasta el último centavo.
Los estudios históricos
comparativos de anteriores crisis derivadas por pandemias arrojan un escenario
sombrío para el sector de las finanzas que puede extenderse no por años sino
por quinquenios, por ejemplo el estudio de Jordà et al. (2020).
Otra diferencia
esencial es que en los episodios de crisis anteriores a 1950 el sector
financiero no era el mandamás económico, sino que compartía poder con los
productores industriales y los agrarios, lo cual se puede corroborar examinando
la composición del PIB y el aporte de cada uno de los sectores. De hecho, en el
sistema de cuentas públicas que estableció la burguesía, solo a partir de la
década de 1970 y 1980 con la revolución neoconservadora de Reagan y Thatcher empezó
a tener cierta importancia este sector.
Pero hoy la situación
es bien diferente pues la burguesía financiera se ha puesto a la cabeza de la
dirección de la economía en el planeta. En la pandemia y con posterioridad a
ella pondrá todo su poder al servicio de sus intereses, sin importar la suerte
de los otros sectores como se ha puesto en evidencia en el manejo privilegiado
que el gobierno de Duque le ha dado. No podrán detener los efectos generales
atrás anotados ‒la caída en la demanda de crédito y en consecuencia de la
ganancia‒, pero tiene en sus manos el poder del Estado para salir mejor parados
que el resto.
Esto augura que los
capitanes de la banca recurrirán a todo tipo de artimañas para aumentar o al
menos sostener su tasa de ganancia. Ante todo, obligarán a toda la sociedad a
usar sus servicios así ello no sea necesario. Es decir, lo que se ha llamado la
financiarización de la economía seguirá creciendo a costa del resto de
actividades.
Pero también
seguirán usando toda la imaginación posible para encontrar otras fuentes de
ganancia, por ejemplo a través de la recompra de acciones[i]
para aumentar su precio y así obtener de allí ganancias como ya se denunció en
el caso colombiano, o recurriendo a actos realmente depredadores como fue el de
traspasarle al Estado la obligación del pago de pensiones y de deudas del
sector (lo cual también acaba de ocurrir con los fondos de pensiones y el
desembolso a las EPS) pagos que legalmente le corresponde hacer al sector
financiero de acuerdo con la reglamentación establecida en la misma Ley 100. O
poniéndole zancadillas al Estado para que en todas las actividades que debe realizar
utilice los canales financieros así no sea necesario como está ocurriendo con
el manejo de los escasos recursos que se están dando a través de subsidios.
Pandemia que se suma a la crisis
No debe pasarse
por alto que a los efectos económicos derivados de la pandemia hay que
agregarle que la economía mundial ya venía en un proceso de ralentización dado
que la recuperación desde la anterior crisis (de 2008) ya llevaba bastante
tiempo, por ejemplo en Estados Unidos 120 meses, dato que por sí solo anunciaba
la posibilidad de caer en una nueva recesión así no hubiera habido pandemia. A
nivel aún más general los economistas están subrayando que con referencia a los
grandes ciclos Kondratiev[ii]
de la economía está inmersa en una ola de depresión luego del auge de la
economía de casino de principios de este siglo.
Desde el punto de
vista del empleo y de los salarios, en los anteriores eventos catastróficos
siempre se observó que los trabajadores quedan en mejor posición para exigir
incremento salarial y mejora en sus condiciones laborales, situación que es en
alto grado diferente a lo que se está viendo en este año 2020.
Para entender el
panorama diferente debe anotarse que la pandemia aceleró un proceso que venía
ya configurándose en el planeta, el reemplazo de los obreros por los robots, y
que la pandemia sin duda está obligando a muchos negocios a cambiar trabajadores
por robots ahora que el costo comparativo con los salarios favorece su uso. Es
evidente que mantener trabajadores cesantes o enfermos es más costoso qué
implantar los robots. Salidos de la pandemia la tendencia general será a
mantener esos robots, más aún sí se asocia con el dato de la caída en el
consumo por falta de ingresos de una alta proporción de la población.
A la sumatoria de
todos estos factores desatados por la pandemia debe agregarse la situación
derivada de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Marx analizó cómo
a medida que los países se desarrollan más tiende a caer la ganancia, lo cual
es contrarrestado por los capitalistas exportando capital y explotando a fondo
el comercio exterior. Estas dos medidas les permiten a los capitalistas
encontrar salarios más bajos en los países atrasados y en consecuencia mayores
tasas de plusvalía.
Como la pandemia
está fracturando el comercio exterior y está reforzando la tendencia a
reemplazar trabajadores por robots, el resultado es que sigue cayendo la tasa
de ganancia y es evidente que la lucha entre el capital y el trabajo se va a
acentuar, tanto en los países centrales como los periféricos. Es decir, los
empresarios harán todo lo que esté a su alcance para disminuir puestos de
trabajo y salarios, y los obreros deberán responder a través de sus
organizaciones sindicales y políticas. Será una pelea a muerte.
El reflejo en la órbita política
Otra faceta que
debe ser analizada es la relativa a los cambios políticos suscitados por estos
eventos. El más importante será el fortalecimiento del Estado para hacer frente
a los problemas pues es evidente que se requiere de una potente palanca
económica, la del Estado, para contrarrestar lo derivado de las guerras, las
pandemias o los desastres naturales. Es lo que ocurrió en situaciones tan
disímiles como la crisis de 2008, los desastres naturales como las sequías o
los incendios o en la pandemia de la fiebre aviar. En todos estos eventos el
Estado tuvo que apersonarse de la atención económica y social de las víctimas a
través de aumento del gasto público y fortalecimiento de agencias estatales.
Pero desde ya debe
advertirse que eso no debe entenderse automáticamente como crecimiento del
autoritarismo, es decir, en los casos anotados no implicó saltarse la legalidad
ni constituir a los gobernantes en reyezuelos sino que la actuación del Estado
se hizo apegada a la legalidad burguesa.
Pero hoy se está
aprovechando la coyuntura para fortalecer los poderes políticos del gobierno,
su autoritarismo y su despotismo, en buena parte del mundo. ¿Por qué ahora es
tan evidente el auge del novelescamente llamado “gran hermano”?
Otro efecto
usualmente observado durante estas catástrofes y más aún después de superadas, es
el auge de los movimientos populares. Así ocurrió, por ejemplo, en las pestes
de la Edad Media a continuación de las cuales ocurrían grandes movimientos
campesinos que propendían al mejoramiento de las miserables condiciones de vida.
El mismo fenómeno
se vio luego de la Primera Guerra Mundial y de la peste española de 1918, que condujo
ante todo a la Revolución de Octubre y a continuación a la aparición de muchos
intentos de repúblicas bolcheviques en el Oriente europeo o al “bienio
bolchevique” en España (1917-19). El desastroso final de estos levantamientos
populares europeos es bien conocido, así como sus causas.
Más allá del
epicentro estuvo la etapa final y más radical de la Revolución Mexicana, el levantamiento
en Pekín de 1919, que daría origen al Partido Comunista Chino, el Movimiento de
Córdoba en Argentina en 1918, entre otros muchos.
De esa
efervescencia popular no se salvó Estados Unidos donde el movimiento socialista
tuvo auge con la consigna de oponerse al alistamiento para la guerra en Europa.
Terminada la guerra, las condiciones laborales fueron empeorando, dando lugar a
gigantescas huelgas en 1919, siendo Seattle el punto de origen, coincidencialmente
la misma ciudad que inauguró las huelgas contra el neoliberalismo terminando el
siglo pasado.
Por último, al
terminar la Segunda Guerra Mundial el movimiento de liberación nacional en el
mundo tuvo un gran auge cuyos últimos estertores ocurrirían en los finales de
la década del 70.
De manera que la
pandemia solo puede ser enfrentada por la más decidida lucha popular o sus
efectos recaerán sobre la espalda de la pobrería de Colombia y del planeta.
Recuadro:
La gripa española de 1918
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Un punto de comparación del Covid-19 está en la epidemia
ocurrida en 1918, conocida como gripa o fiebre española, que afectó a 500
millones de habitantes del planeta (una tercera parte del total) y que causó
50 millones de muertos (el 10% de los afectados). La caída del PIB fue entre
el 6 y 8 por ciento en los países afectados. En relación con Estados Unidos
el estudio de Sergio Correia, Stephan Luck, and Emil Verner (2020) arroja
estos interesantes datos que sirven para calcular lo que ocurrirá en los
próximos años.
* Hubo tres oleadas de la infección entre mediados
de 1918 y principios de 1920, siendo la segunda la más mortífera.
* La caída de la producción manufacturera fue del
18% para 1918.
* Hay una estrecha correlación entre la recuperación
de la economía y la adopción temprana de medidas de aislamiento: “Reaccionar
10 días antes a la llegada de la pandemia en una ciudad determinada aumenta
el empleo manufacturero en alrededor del 5% en el período posterior. Del
mismo modo, la implementación de [medidas de aislamiento] durante 50 días
adicionales aumenta el empleo manufacturero en un 6,5% después de la pandemia”
(p. 5).
* Es decir, entre más pronto se tomen las medidas de
aislamiento, paradójicamente menor daño ocurre al entramado industrial.
* Como consecuencia de la pandemia ocurrió una
severa crisis entre 1920-21 en Estados Unidos.
Debe tenerse en cuenta que, como queda anotado, en
varios aspectos los efectos económicos de la pandemia son opuestos a los de
la guerra, lo que significa que lo ocurrido con la gripa de 1918 pudo haber
sido más grave si sus efectos no hubieran sido contrarrestados por el auge
económico proveniente de la reconstrucción derivada de la Primera Guerra Mundial.
Europa no se recuperaría en la década de 1920 y finalizando esta, en 1929 se
inició una nueva depresión económica que tuvo su epicentro en Estados Unidos.
Quizá por eso el FMI ha venido diciendo que el efecto del Covid-19 será peor
que la Crisis de 1929.
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Referencias
·
Correia,
S., Luck, S., y Verner, E. (2020) Pandemics Depress the Economy, Public Health.
Interventions Do Not: Evidence from the 1918 Flu. Draft 30 marzo 2020. https://ssrn.com/abstract=3561560.
·
Jordà, O., Singh, S., y Taylor, A. (2020). Longer-run Economic Consequences of Pandemics. NBER
Working Paper No. 26934
[i] La recompra de acciones consiste
en que la entidad en vez de usar los recursos de capital para expandir los
servicios o para distribuir ganancias entre los dueños, compran las acciones de
la misma entidad en la bolsa de valores con lo cual aumenta su precio y los
tenedores se enriquecen, aún, hipotéticamente, aunque no hubiera ganancias en
las acciones.
[ii] El economista Kondratiev retomando
el análisis de Marx sobre las crisis cíclicas de superproducción en lapsos de
unos cinco a siete años, identificó grandes ciclos planetarios de unos cien
años de duración para cada onda, aproximadamente cincuenta de auge y otros
tantos de caída hasta tocar fondo.
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