El gobierno pretende asignar los estragos económicos al coronavirus, cuando en realidad las cifras del primer trimestre solo cubren 15 días de la crisis sanitaria. Si lo que pasó, la brutal contracción del PIB no tiene mucho que ver con la pandemia a la luz del análisis expuesto, la situación será catastrófica, ahora sí, en el segundo trimestre cuando todo el peso de la cuarentena se refleje en las cuentas nacionales.
Por Pascual Amézquita Zárate
PhD. en economía, profesor universitario
Al cierre de esta edición de La Bagatela
el Dane dio a conocer las cifras preliminares de crecimiento del PIB en el
primer trimestre del presente año, con bastante rezago respecto a lo que ocurre
en otras economías donde las cifras se dan dentro del mes siguiente al
trimestre terminado.
Varios de los análisis entregados por
nuestros columnistas en nuestras últimas ediciones de La Bagatela insistieron en
que la economía colombiana venía desacelerándose desde antes de que la pandemia
llegara al país, y con la cuarentena sería expediente fácil echarle la culpa de
la caída al covid-19. Tal predicción parece que está ocurriendo según se
muestra en esta aproximación somera a las cifras.
Ante todo debe tenerse en cuenta el
cronograma de los hechos. Como se recuerda, la declaratoria de emergencia mundial
por parte de la Organización Mundial de la Salud, OMS, a causa del covid-19 ocurrió
el 30 de enero pasado y la primera tímida medida tomada en Colombia fue el 10
de marzo a través de la Circular 18 del Ministerio de Trabajo. Es decir, fueron
dos meses y una semana durante los cuales el país no fue alertado por ninguna
autoridad sobre lo que estaba ocurriendo. Y solamente hasta el viernes 20 de
marzo la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, dispuso el primer confinamiento
ante la inoperancia del gobierno nacional.
Asumiendo que todas las actividades
realizadas en Bogotá se hubieran ajustado a la orden de la alcaldía, puede
decirse entonces que el efecto en la producción, es decir en el PIB, empezó a
operar en la última semana del trimestre. ¿Cómo puede argumentarse entonces que
por la cuarentena cayó el PIB?
La tabla 1 muestra la evolución mes a
mes del PIB y es evidente que en los dos primeros meses hay un crecimiento
“normal” ‒es decir sin los efectos de la cuarentena‒ pero en marzo las cifras
caen estrepitosamente, cuando, de acuerdo con los tiempos, tres de las cuatro
semanas, no tienen por qué haber sido afectadas.
Además deben tenerse en cuenta otros dos
datos. El primero, que si bien Bogotá es el centro económico más importante del
país ‒aporta algo más del 20% del total del PIB nacional‒, también lo es que el
resto del país siguió en su marcha económica por el empecinado interés del
gobierno Duque en abstenerse de decretar la emergencia en todo el país. De otra
parte, las encuestas de percepción que se realizan en el país mostraban el gran
optimismo y confianza de los consumidores e inversionistas de siempre antes de
abril.
Tabla 1. Tasa de crecimiento del PIB,
porcentaje en volumen
Información preliminar. Datos del Dane.
Serie original (sin ajustes estacionales).
En la tabla hay tres rubros
sorprendentes y extraños. El primero, el de Explotación de minas y canteras,
que cae abruptamente a pesar de que se hacen en zonas sin coronavirus aún hoy muchas
de ellas por ser rurales, mientras que hay “normalidad” en las actividades
agrícolas. Extraña también el comportamiento de las Industrias manufactureras,
cuya caída total es del 10,4% y que exhibe una sorprendente caída del 15,1% en
la fabricación de camiones y carros, según información desagregada[1],
cifra que no se compadece con lo que ocurre en esas fábricas que no pueden
paralizar de un día para otro sus actividades menos aún antes de decretarse la
pandemia. Es decir, insistimos, una semana de parálisis no puede explicar tan
brusca caída. Otro sector que muestra gran afectación es el de Actividades
artísticas en los que es más evidente que el cronograma del covid-19 no tuvo
por qué afectarlas, máxime, subrayamos, en una semana o diez días a lo sumo.
Cuando se paralizan las manufacturas uno
de los componentes del PIB que cae es el consumo de electricidad y gas, pero la
tabla muestra que curiosamente ello no ocurrió.
En cuanto a la construcción ahí se ve
reflejada la situación general de la parálisis en que ya venía sumido el sector,
pues durante los tres meses su crecimiento fue negativo dado el gran inventario
de vivienda sin vender que existe. Bajo esta perspectiva no tiene mucho sentido
levantar la cuarentena en ese sector por la casi total parálisis en que se
encuentra y que se acentuará por la caída en el ingreso nacional.
Otro dato realmente contraevidente en la
información suministrada por el Dane es el relativo al comercio. El país fue
testigo de cómo en la semana previa al confinamiento, es decir, promediando el
mes de marzo, los estantes de los supermercados fueron literalmente barridos
por la gente comprando montones de productos para la época de escases. ¿Cómo
explicar la abrupta caída del 12,7% en marzo? En los datos desagregados la
principal caída, del 7,5% es en Alojamientos y servicio de comida. ¿En una
semana se paralizaron los hoteles y restaurantes y ello afectó de manera tan
grave el desempeño de todo un trimestre?
Esa exacerbación de gasto vista en el
último tramo del mes de marzo también permite cuestionar el dato de la caída
del 7,9% en el sector financiero y de seguros. Ante todo, las pólizas son en
general anuales, de manera que un insuceso en una semana no puede, de ninguna
manera, afectar este negocio. Y en cuanto a los bancos, el gran movimiento
observado en el comercio ‒que desagregando el subsector Mayorista y minorista
tuvo un crecimiento del 5,1%‒ implica una gran movilización de dinero (en
efectivo o en plástico). Pero si el Dane señala que en conjunto cayó el
comercio, sería entendible que cayera el sector bancario.
Al respecto queda otra pregunta: Según
la Superintendencia Financiera las ganancias del sector financiero en el
trimestre fueron de cinco y medio billones de pesos ‒cifra que mantuvo su
promedio respecto a trimestres anteriores‒, de los cuales tres billones fueron
de las entidades de crédito, ¿de dónde salió esa ganancia?
Hasta acá los datos han sido en relación
con el comportamiento de la economía desde el ángulo de la producción. Pero el
análisis también se puede hacer desde el ángulo del gasto, es decir, del uso
que le da la gente a lo que obtiene como salario o como ganancia de capital. El
resultado es que las dudas sobre el real impacto del covid-19 en la economía aumentan
pues mientras que el consumo final creció en el trimestre en 3,7%, la formación
bruta de capital ‒es decir las inversiones‒ cayeron 6,7%, las exportaciones
6,1% y las importaciones 2,5%. Ninguna de esas cifras se puede explicar en un
trimestre cuyas primeras 10 primeras semanas fueron sin incidencia del covid-19
y solo las dos últimas padecieron en algún sentido el efecto del confinamiento.
Si lo que pasó, la brutal contracción
del PIB no tiene mucho que ver con la pandemia a la luz del análisis expuesto, la
situación será catastrófica, ahora sí, en el segundo trimestre cuando todo el
peso de la cuarentena se refleje en las cuentas nacionales.
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