La derrota de Trump es un duro revés para el gobierno de Duque y se convierte en una nueva e inesperada dificultad para su gestión y para el proyecto político de Uribe. El gobierno colombiano se ufanaba de ser su aliado más confiable de América Latina, venía trabajando estrechamente con él en varios campos, y se jugó todas las cartas por su continuidad. Asuntos centrales de su agenda estaban determinados por un gobierno que el electorado norteamericano rechazó y que el mundo no soportó.
Por Alberto Herrera
Director de La Bagatela
Director de La Bagatela
La ofensiva de Trump por desestabilizar el gobierno de Venezuela tuvo el activo y permanente apoyo del gobierno colombiano, acción que no se concretó por la decidida defensa de la autodeterminación de las naciones adelantada por sendos países del continente y por el rechazo a cualquier acción militar. Los sectores democráticos en Colombia jugaron su papel oponiéndose a que el territorio de nuestro país se convirtiera en cabeza de playa para la acción de las tropas gringas. En repetidas ocasiones tanto Duque como Holmes siendo Canciller o ministro de Defensa anunciaron que las horas del “tirano” estaban contadas. Este intento incluyó, además de un intenso despliegue mediático, una nueva ofensiva contra el narcotráfico, que siempre ha sido un pretexto gringo para intervenir en los asuntos internos de Colombia, pero en esta ocasión se acusó a Maduro y a sus colaboradores como los mayores responsables del narcotráfico en el continente. La operación Orión es una acción militar naval, aérea y terrestre sin precedentes llevada a cabo en el Caribe y en países adyacentes, Colombia incluida claro está. No se conoce la política de Biden hacia Venezuela, pero la alharaca de Duque lo deja mal parado ante el mundo.
Para el gobierno de Trump el respaldo al proceso de paz más que una decisión puede verse como un asunto que venía de la administración Obama. Las declaraciones del embajador gringo, Philip Goldberg en entrevista a El Tiempo del 24-01 21 dejan entrever un trato más vigilante al acuerdo: “Hay grandes desafíos y queremos valorar cuál sería nuestra mejor contribución para avanzar más en la implementación”, y añadió: “Este problema de masacres y ataques contra ciertos grupos y líderes es algo que necesita mucha más atención”, “estamos urgiendo, instando al gobierno colombiano a hacer más porque no está funcionando si hay masacres”. Cabe recordar que el gobierno de Obama se negó a firmar el TLC durante el gobierno de Uribe por la cadena de asesinatos contra líderes sindicales. La importancia del acuerdo de paz va más allá de las fronteras nacionales y hay una firme voluntad de no dejar esfumar ese logro.
A pesar de negar cualquier participación en el debate electoral, existe la posibilidad que el Congreso de Estados Unidos investigue a Colombia por su intento de influir en las elecciones que tuvieron a Joe Biden y Donald Trump como protagonistas, así lo anunció en diálogo con CNN, Michele Manatt, estratega del partido Demócrata, quien añadió que Colombia había tenido un papel protagónico en ese intento de influencia. Aunque no especificó quien participó en la campaña de desinformación a favor de Trump, los mensajes colombianos sonaron con fuerza en La Florida. El embajador de Estados Unidos en Colombia, Philip Goldberg en twit del 26 de octubre ya había hecho la advertencia: “Insto a todos los políticos colombianos a evitar involucrarse en las elecciones estadounidenses”. Es claro que la senadora María Fernanda Cabal y el representante Juan David Vélez apoyaron repetidas veces la campaña de Trump. El embajador Santos fue denunciado por Iván Cepeda por influir a favor de Trump, y el senador Roy Barreras cuestionó al mindefensa Carlos Holmes por tener reuniones secretas en Miami con Ivanka Trump en época de campaña. Hoy después de la derrota del candidato republicano, Duque niega toda participación en la campaña, lo cierto es que las evidencias ponen en aprietos al gobierno colombiano, lo dejan mal parado.
La propuesta de Trump que lo llevó a la presidencia en 2016 partió de instalar un proteccionismo enmarañado en los EE. UU., de defender las tradiciones originadas desde el inicio de la nación, de privilegiar la supremacía blanca, de imponer el pensamiento conservador y regresivo, terminó enfrentado a los sectores democráticos de avanzada y hasta creando una inestabilidad institucional. Imponer este modelo que no aceptaba reparo requirió de un mandato arbitrario y autoritario. Innumerables ejemplos de su arrogancia y desafueros contra la población se pueden listar, hasta culminar con la toma del Capitolio. Su proceder fue modelo para un mundo inclinado a la derecha y atrajo a estamentos y gobiernos retardatarios, proclives a prácticas excluyentes y antidemocráticas. El mandato de Trump fue como anillo al dedo para Duque y su derrota significó la pérdida del apoyo clave y definitivo para adelantar su proyecto fascista de gobierno, que está a mitad de camino, así haya quienes señalen que la elección de Biden significa lo mismo que su antecesor.
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