Mauricio Vargas
González
Dirigente juvenil del PTC en Antioquia
tomado de Nueva Gaceta
tomado de Nueva Gaceta
Mucho se habla hoy en día sobre la necesidad de
estudiar, sobre la importancia de tener un buen trabajo, sobre granjearse una
buena posición en esta sociedad para vivir con menos necesidades y menos
urgencias.
Es casi
un dogma religioso, o mejor, todo un sistema informático, la ética del Nuevo
Orden Mundial: la competencia neoliberal y el mercado. En esas tres palabras
podemos reducir hoy el Zeitgeist o espíritu de los tiempos. Seguir al pie de la
letra el recorrido establecido para aquellos privilegiados que pueden estudiar
desde la más temprana edad (grado cero) y para quienes pueden costearse la
universidad, resulta objetivamente provechoso para asegurar unas mínimas
condiciones de seguridad laboral y capacidad de consumo acorde con los
estándares posmodernos.
¿Pero
dónde quedan los afectos, el sentir? Al viajar a un pueblo de la Colombia
profunda, uno puede sentir en el ambiente las vibraciones de dimensiones
paralelas: ritmos y tiempos lentos, amabilidad, afabilidad, tranquilidad,
solidaridad y sobre todo, esa sensación de que no existe otra obligación en el
mundo y en la vida salvo obrar con rectitud, amar y gozar a todo momento. Por
respeto a la historia, debo decir también que estos paraísos terrenales, estos
pueblitos del cielo, fueron, durante mucho tiempo, las víctimas predilectas de
la maquinaria de guerra genocida de los grupos armados de este país:
paramilitares y guerrilla. Y si miramos más atrás, ¡ni se diga! Por eso es
criminal e insano proponer o insinuar siquiera que se modifiquen o se
desconozcan los avances de la paz en nuestro país, todo lo contrario,
necesitamos implementar cuanto antes esos acuerdos. La paz no puede tener
reversa en Colombia.
Hay también un ambiente distinto en
la juventud: en los años sesenta y setenta se respiraba el ímpetu de un nuevo
sujeto político en nacimiento. Jóvenes desde las calles de París en las
Jornadas de Mayo de 1968 hasta los estudiantes universitarios caleños,
antioqueños y bogotanos que se tomaron por asalto el poder en la Universidad1.
A pesar de la radicalidad de la revolución cultural de París, no hubo un
alcance y una conquista de poder fáctico como sí la hubo en Colombia en 1971.
El cogobierno fue la conquista de una revolución en el campo de las ideas allí
donde es su sitio más predilecto: el campus universitario2. El hecho
de que los estudiantes tomen el control de la educación en diferentes
universidades públicas es ya una ruptura –verdadera y auténtica– en el orden y
la estructura del poder dominante.
Si hablamos en términos de las épicas
batallas humanas por su emancipación como la Gran Marcha en China o la Batalla
de Ayacucho, la revolución dentro del alma mater fue la gesta juvenil del siglo
XX en Colombia3. Una revolución a pequeña escala y bien podría ser
también, una versión más refinada, más certera y más política del Mayo
francés...
La séptima papeleta no es más que una
anécdota comparada con esta gesta de los estudiantes colombianos donde le
arrancaron de tajo un gajo del poder al Estado y donde se conmocionó la élite
bipartidista ante la solidaridad que despertó en los trabajadores y demás
sectores sociales.
Hay una nueva ola de jóvenes
estudiosos, profesionales, capacitados y cualificados que incursionan en la
política sin mecenazgo alguno, se lanzan a la palestra con sus sueños y
convicciones sin palidecer ante las lidias y las consabidas marrullas de la
politiquería colombiana; otros terminan sucumbiendo y sirven como actualizadores
de las viejas tradiciones manzanillas y clientelares. También hay una mayor
efervescencia en la universidad pública, tras la importante batalla contra la
reforma universitaria, y la agitación en torno a la defensa de la paz con
motivo del plebiscito, cuando este sector social y político envió un mensaje
contundente a la opinión pública nacional y al mundo: ¡En Colombia queremos la
paz! ¡Acuerdos de paz ya! Además, a pesar de la victoria electoral de los
señores de la guerra, la defensa de los acuerdos de paz se dio en las calles de
las principales ciudades del país, con la juventud a la cabeza.
Hoy los
jóvenes se están adentrando en los temas públicos, quieren incidir en sus
territorios, se reúnen y conversan sobre las problemáticas de su barrio o de la
ciudad. Los jóvenes están sobresaliendo en la recolección de firmas para
revocar a Peñalosa y en la recolección de firmas contra los corruptos –consulta
popular y referendo– en Antioquia ya van más de 10 mil firmas recogidas y en
Bogotá se cuentan por decenas de miles. Es fundamental que los jóvenes
retomemos y politicemos todos los espacios de participación que tengamos a
nuestra disposición: colectivos culturales, artísticos, barriales,
territoriales, consejos municipales de juventud, consejos estudiantiles en las
universidades y la representación estudiantil, con miras a configurar una
expresión unificada y cualificada con mayor capacidad de incidencia.
Este
esfuerzo por articular a la juventud y por darle una voz y un voto en la
sociedad colombiana no puede dejarse al vaivén del espontaneismo o el
coyunturalismo. Los jóvenes tenemos que organizarnos en un partido político.
Obviamente, este tendrá que ser uno que sepa darnos el reconocimiento y las
garantías democráticas suficientes para que podamos expresarnos y potenciar
nuestro ejercicio político. Además, no todo es activismo y mecánica electoral,
por eso debemos buscar una organización que acierte con su línea política en
los distintos escenarios, momentos y definiciones claves de la política
nacional.
La
universidad va a ser la próxima gran plaza de la democracia colombiana, no solo
esta tendrá una participación directa y clave en lo que debemos considerar como
la contradicción principal, como lo principal hoy en el país: La paz y su
implementación a diez años, sino que son sus estudiantes y futuros
profesionales quienes deben jalonar los cambios que requiere el país para dejar
atrás la dependencia, el subdesarrollo y la ignominia y para adentrarnos
definitiva e irreversiblemente en el siglo XXI.
Notas
1 El
movimiento estudiantil del 71 y la década de los 60. Por Marcelo Torres: http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/el-movimiento-estudiantil-del-71-y-la.html.
2 Reportaje
con Marcelo Torres, Principal dirigente del Movimiento Estudiantil de Colombia
en 1971. Revista Teorema (RT): http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/reportaje-con-marcelo-torres-principal.html.
3 El
Movimiento Estudiantil de 1971 en Colombia. Miguel Ángel Pardo y Miguel Ángel
Urrego [3]. http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/el-movimiento-estudiantil-de-1971-en.html.
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