Jóvenes, búsquedas y perspectivas

César Tovar de León 2:32 p.m.


Mauricio Vargas González
Dirigente juvenil del PTC en Antioquia
tomado de Nueva Gaceta

Mucho se habla hoy en día sobre la necesidad de estudiar, sobre la importancia de tener un buen trabajo, sobre granjearse una buena posición en esta sociedad para vivir con menos necesidades y menos urgencias.

Es casi un dogma religioso, o mejor, todo un sistema informático, la ética del Nuevo Orden Mundial: la competencia neoliberal y el mercado. En esas tres palabras podemos reducir hoy el Zeitgeist o espíritu de los tiempos. Seguir al pie de la letra el recorrido establecido para aquellos privilegiados que pueden estudiar desde la más temprana edad (grado cero) y para quienes pueden costearse la universidad, resulta objetivamente provechoso para asegurar unas mínimas condiciones de seguridad laboral y capacidad de consumo acorde con los estándares posmodernos.

¿Pero dónde quedan los afectos, el sentir? Al viajar a un pueblo de la Colombia profunda, uno puede sentir en el ambiente las vibraciones de dimensiones paralelas: ritmos y tiempos lentos, amabilidad, afabilidad, tranquilidad, solidaridad y sobre todo, esa sensación de que no existe otra obligación en el mundo y en la vida salvo obrar con rectitud, amar y gozar a todo momento. Por respeto a la historia, debo decir también que estos paraísos terrenales, estos pueblitos del cielo, fueron, durante mucho tiempo, las víctimas predilectas de la maquinaria de guerra genocida de los grupos armados de este país: paramilitares y guerrilla. Y si miramos más atrás, ¡ni se diga! Por eso es criminal e insano proponer o insinuar siquiera que se modifiquen o se desconozcan los avances de la paz en nuestro país, todo lo contrario, necesitamos implementar cuanto antes esos acuerdos. La paz no puede tener reversa en Colombia.

Hay también un ambiente distinto en la juventud: en los años sesenta y setenta se respiraba el ímpetu de un nuevo sujeto político en nacimiento. Jóvenes desde las calles de París en las Jornadas de Mayo de 1968 hasta los estudiantes universitarios caleños, antioqueños y bogotanos que se tomaron por asalto el poder en la Universidad1. A pesar de la radicalidad de la revolución cultural de París, no hubo un alcance y una conquista de poder fáctico como sí la hubo en Colombia en 1971. El cogobierno fue la conquista de una revolución en el campo de las ideas allí donde es su sitio más predilecto: el campus universitario2. El hecho de que los estudiantes tomen el control de la educación en diferentes universidades públicas es ya una ruptura –verdadera y auténtica– en el orden y la estructura del poder dominante.

Si hablamos en términos de las épicas batallas humanas por su emancipación como la Gran Marcha en China o la Batalla de Ayacucho, la revolución dentro del alma mater fue la gesta juvenil del siglo XX en Colombia3. Una revolución a pequeña escala y bien podría ser también, una versión más refinada, más certera y más política del Mayo francés...

La séptima papeleta no es más que una anécdota comparada con esta gesta de los estudiantes colombianos donde le arrancaron de tajo un gajo del poder al Estado y donde se conmocionó la élite bipartidista ante la solidaridad que despertó en los trabajadores y demás sectores sociales.
Hay una nueva ola de jóvenes estudiosos, profesionales, capacitados y cualificados que incursionan en la política sin mecenazgo alguno, se lanzan a la palestra con sus sueños y convicciones sin palidecer ante las lidias y las consabidas marrullas de la politiquería colombiana; otros terminan sucumbiendo y sirven como actualizadores de las viejas tradiciones manzanillas y clientelares. También hay una mayor efervescencia en la universidad pública, tras la importante batalla contra la reforma universitaria, y la agitación en torno a la defensa de la paz con motivo del plebiscito, cuando este sector social y político envió un mensaje contundente a la opinión pública nacional y al mundo: ¡En Colombia queremos la paz! ¡Acuerdos de paz ya! Además, a pesar de la victoria electoral de los señores de la guerra, la defensa de los acuerdos de paz se dio en las calles de las principales ciudades del país, con la juventud a la cabeza.

Hoy los jóvenes se están adentrando en los temas públicos, quieren incidir en sus territorios, se reúnen y conversan sobre las problemáticas de su barrio o de la ciudad. Los jóvenes están sobresaliendo en la recolección de firmas para revocar a Peñalosa y en la recolección de firmas contra los corruptos –consulta popular y referendo– en Antioquia ya van más de 10 mil firmas recogidas y en Bogotá se cuentan por decenas de miles. Es fundamental que los jóvenes retomemos y politicemos todos los espacios de participación que tengamos a nuestra disposición: colectivos culturales, artísticos, barriales, territoriales, consejos municipales de juventud, consejos estudiantiles en las universidades y la representación estudiantil, con miras a configurar una expresión unificada y cualificada con mayor capacidad de incidencia.

Este esfuerzo por articular a la juventud y por darle una voz y un voto en la sociedad colombiana no puede dejarse al vaivén del espontaneismo o el coyunturalismo. Los jóvenes tenemos que organizarnos en un partido político. Obviamente, este tendrá que ser uno que sepa darnos el reconocimiento y las garantías democráticas suficientes para que podamos expresarnos y potenciar nuestro ejercicio político. Además, no todo es activismo y mecánica electoral, por eso debemos buscar una organización que acierte con su línea política en los distintos escenarios, momentos y definiciones claves de la política nacional.

La universidad va a ser la próxima gran plaza de la democracia colombiana, no solo esta tendrá una participación directa y clave en lo que debemos considerar como la contradicción principal, como lo principal hoy en el país: La paz y su implementación a diez años, sino que son sus estudiantes y futuros profesionales quienes deben jalonar los cambios que requiere el país para dejar atrás la dependencia, el subdesarrollo y la ignominia y para adentrarnos definitiva e irreversiblemente en el siglo XXI.



Notas

1    El movimiento estudiantil del 71 y la década de los 60. Por Marcelo Torres: http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/el-movimiento-estudiantil-del-71-y-la.html.
2    Reportaje con Marcelo Torres, Principal dirigente del Movimiento Estudiantil de Colombia en 1971. Revista Teorema (RT): http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/reportaje-con-marcelo-torres-principal.html.

3    El Movimiento Estudiantil de 1971 en Colombia. Miguel Ángel Pardo y Miguel Ángel Urrego [3]. http://movimientoestudiantildecolombia1971.blogspot.com.co/2011/05/el-movimiento-estudiantil-de-1971-en.html.

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