Fabio
Arias Giraldo
Secretario
General CUT
La crisis económica mundial no
termina. Aquella crisis que empezó en el año 2008 con la burbuja hipotecaria en
los Estados Unidos ha mantenido a nivel mundial una situación recesiva en los
asuntos de la vida económica. Esta crisis se ha hecho sentir también en Europa
y obviamente también en Colombia. Después de la recesión de 1929, esta es la
crisis más permanente y profunda que ha sucedido.
Se desarrolla en medio de una
lucha entre potencias que obviamente tratan de solventar su crisis tratando de
mantener sus injerencias geopolíticas a nivel mundial; especialmente Estados
Unidos, la Unión Europea, Rusia y China desarrollan una fuerte actividad en
este sentido.
La elección de Trump en
Estados Unidos como la aprobación de Brexit en Reino Unido son expresiones del
cambio mundial a favor de manifestaciones de la extrema derecha.
En América Latina los avances
derivados de los gobiernos democráticos y progresistas instaurados en los
inicios de este siglo, denominado, los ‘Vientos del Sur’ con gobiernos tan
importantes como el de Venezuela, Uruguay, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia,
Honduras, Paraguay, han venido sufriendo una reversión por expresiones
políticamente vinculadas a la derecha política del mundo, en golpes de Estado
desarrollados en Honduras contra el presidente Zelaya, contra el presidente
Lugo en Paraguay, y muy especialmente el golpe de Estado dado en Brasil contra
el gobierno elegido democráticamente de Dilma Rousseff por el señor Temer, son
una retoma de parte de esta derecha política aquí en América Latina.
Todos estos esfuerzos van
encaminados a retomar la senda de la política neoliberal que exigen los
organismos de crédito internacional del capital financiero y las corporaciones
multinacionales. En América Latina el fenómeno de mayor significación en este
contexto se da en Brasil. En Europa también están sucediendo circunstancias de
esta naturaleza que como lo sucedido en Francia con la elección de un clásico
exponente del movimiento neoliberal en el mundo, el presidente Macron.
Medidas económicas y laborales en Brasil y Francia
Una vez que asume el
presidente Temer en Brasil impulsa una serie de medidas económicas y laborales
supremamente regresivas. En otras palabras, el aspecto principal de este golpe
de Estado ha estado encaminado a fortalecer el modelo neoliberal y no a resolver
el problema de la corrupción como se señaló inicialmente. Lo cierto es que Temer
estaba involucrado en procesos de corrupción, estos sí verdaderamente
demostrables ante la Fiscalía y los organismos judiciales en Brasil, pero
contra toda evidencia el Congreso de la República responsabiliza de corrupción
a Dilma, lo que nunca se ha demostrado, y procede a destituirla y nombra a
Temer.
Una de las primeras medidas tomadas
por el gobierno de Temer, acompañado obviamente por el Congreso de ese país, fue
elevar a rango constitucional el congelamiento de la inversión social en ese
país por 20 años, de esa manera el presupuesto que destina Brasil para las
labores de cumplir con los derechos fundamentales de educación, salud,
recreación y deporte, no van a tener ningún peso adicional en dos décadas y las
expectativas de los nuevos brasileños nacidos en estos 20 años no van a tener
la más mínima posibilidad de ser atendidas en sus necesidades básicas.
Otra medida supremamente
lesiva y por el cual también se dio el golpe contra Dilma es la reforma
laboral. Reforma que de un solo tajo destruye toda la normatividad que
consagraba derechos individuales y colectivos en Brasil desde mediados del
siglo pasado: Se reformó la jornada laboral, la representatividad sindical, el
derecho a la negociación colectiva, se legalizó la tercerización laboral que es
una medida supremamente lesiva para los trabajadores.
La tercerización laboral le
permite al empresariado y al gobierno brasileño subcontratar todas las labores
que una empresa nacional o extranjera desarrolle en el país. Un ejemplo muy
simple sería que todas las actividades de una multinacional como ABInber de
cervezas en Brasil fueran tercerizadas: transporte, suministro de servicios
para la producción de esa cerveza, distribución y comercialización, podrían ser
contratadas con empresas que le suministren dicho servicio a la multinacional,
inclusive sabiendo de antemano que pueden ser conformadas por el mismo grupo financiero.
Con ello los trabajadores pierden su plena estabilidad laboral y el derecho de
asociación, es decir, afiliarse a los sindicatos y por tal motivo tener la
posibilidad de que esa herramienta positiva como es el sindicato defienda sus
derechos y no pueda la multinacional o cualquier otra empresa pública o
privada, nacional o extranjera, desconocer los derechos de sus trabajadores.
Así mismo, se acordó que por
fuera de las negociaciones colectivas por rama o por actividad económica,
cualquier trabajador de manera individual puede contratar con el empresario sus
condiciones de jornada laboral y salario, determinando que inclusive pueden
estar por debajo de las contempladas en la negociación colectiva por rama o por
actividad. Es decir, si en el sector metalmecánico el salario mínimo pudiese
ser de $1.000 reales en Brasil, un trabajador de ese sector podría firmar un
contrato de trabajo en el cual flexibilice su jornada laboral y adicionalmente
tenga un salario inferior a los $1.000 reales; de esta manera se elimina toda
la progresividad que tenía la legislación laboral en Brasil.
Y por si no fuera poco, hace
menos de un mes, el presidente Temer anunció la privatización de Electrobras la
empresa generadora, distribuidora y comercializadora de la energía eléctrica en
Brasil que sigue teniendo un fuerte componente público, de esta manera se le
entrega ese negocio a las grandes multinacionales, al sector privado y al
sector financiero. Faltaría la joya de la corona: No demorarán en anunciar la
privatización definitiva de Petrobras. Adicionalmente, hoy se tramita en Brasil
una reforma pensional encaminada a elevar la edad de pensión a 67 años y
disminuir la base de liquidación de dicha prestación en ese país.
Similar situación se
desarrolla en este momento en Francia en donde a menos de tres meses de haberse
posesionado el nuevo presidente de Francia el señor Macron firma, el pasado 21
de septiembre, la reforma laboral francesa, es decir, aprovechando el respaldo
que para su elección presidencial tuvo, inmediatamente ha procedido a hacer
dicha reforma que contiene los elementos regresivos como es nuevamente el tema
de obstruir la negociación colectiva por rama, rebajar la representatividad
sindical, la flexibilización en la jornada laboral de los trabajadores
franceses y la disminución de la tabla de indemnización por despido. Todo
utilizando como pretexto la generación de empleo.
Aquí al igual que en Brasil,
el tema principal vuelve a ser que la negociación colectiva por rama sufre un
revés muy fuerte al autorizar a los trabajadores a negociar por empresa ya sea pública
o privada, nacional o extranjera, en condiciones inferiores a los parámetros
determinados en la negociación colectiva por rama. Así cada empresa y cada
empresario van a aprovechar esta circunstancia para imponerles a estos
trabajadores unas condiciones laborales de menor categoría a las que se tenían
antes.
En general, tanto las medidas
regresivas en Brasil como en Francia son connotadas expresiones del modelo
neoliberal encaminadas a descargar la crisis sobre los hombros de los
ciudadanos y disminuir las condiciones de la contratación de los trabajadores, en
otras palabras, reducir el valor de la paga del trabajo y así maximizar las
ganancias de las empresas en esos países.
Frente a todas estas medidas,
sí debemos señalar que la resistencia de los trabadores y de los ciudadanos
tanto en Brasil como en Francia, evidentemente no se ha hecho esperar. El
movimiento sindical en Brasil y el Partido del Trabajo han encabezado dos
grandes huelgas generales, una en abril y otra en junio, contra la política
regresiva del gobierno de Temer y, si bien es cierto que no la han logrado
detener, vienen fortaleciendo la inconformidad y la protesta social con el
objeto de no seguir permitiendo estas medidas. Circunstancia especial merece el
desarrollo de los acontecimientos que en el año 2018 se realizarán en Brasil y
que tienen como protagonista número uno de ese proceso electoral presidencial
al que fuese una de las personalidades más significativas en los gobiernos
democráticos y progresistas en América Latina como ha sido el expresidente Inácio
Lula da Silva, quien en este momento desarrolla una campaña tendiente a generar
el descontento para el fortalecimiento de regresar nuevamente al gobierno de
Brasil. Situación que las fuerzas neoliberales y derechistas en Brasil
pretenden recortar mediante un juicio de calificación de corrupción y
posteriormente de quitarle los derechos civiles y políticos.
En Francia, tanto en el
anterior gobierno del “socialista” Hollande como en este han venido desarrollando
y realizando huelgas generales, primero en la primera reforma laboral que hizo
Hollande y ahora, nuevamente, contra Macron, en el sentido de seguirle llamando
la atención al pueblo y a los trabajadores franceses. Si bien es cierto hay
fenómenos de crisis muy significativos, las soluciones no podrán estar en
expresiones que representan más de lo mismo.
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