Edgar Mojica depto de DDHH de la CUT, César Losa presidente USO y Edwin Palma vicepresidente USO en rueda de prensa sobre el pliego de peticiones.
Vender a Ecopetrol es como si el Estado se cortase la mano derecha. Los colombianos de a pie pagaremos muchos más impuestos para llenar el enorme hueco fiscal que abrirían.
En la más reciente de mis columnas, acá en Las2orillas,
anunciaba lo que, en mi opinión, nos tocará vivir a los trabajadores del país
con la llegada de Iván Duque (y con él, el uribismo) al poder. El hecho de que
no se haya mencionado siquiera algún candidato a ministro de Trabajo, muestra
los oscuros nubarrones que los trabajadores vemos en el horizonte. Por eso, no
se puede esperar a ver cómo va a gobernar Duque para declararse en oposición a
él, como lo plantea el presidente de Confederación General del Trabajo, Cgt.
Y ahora vienen a cobrar su apoyo los miembros del Consejo
Gremial, siempre pensando en sus patrones, los grandes empresarios, pidiéndole
a Duque vender Ecopetrol. Un anuncio que ha causado revuelo en el país y que
todavía el presidente electo no ha aceptado ni rechazado. La amenaza está
vigente, recordemos que fue Uribe quien permitió el ingreso del capital privado
a la empresa y le entregó el subsuelo a las multinacionales petroleras a través
de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, Anh.
Vender a Ecopetrol es como si
el Estado se cortase la mano derecha. Esta empresa, de mayoría pública, le ha
transferido al presupuesto general de la nación más de 210 billones de pesos en
los últimos 10 años. Venderla le quitaría al país esos importantes recursos que
tendrían que obtenerse con más impuestos. Es decir, con más reformas
tributarias. No habría otra forma de hacerlo. Los colombianos de a pie
pagaremos muchos más impuestos para llenar el enorme hueco fiscal que abrirían.
El gobierno saliente ya se
pronunció. Dijo que ya tenían un listado de empresas listas para venderse y se
vanagloria de haber vendido un activo importante como Isagén, con la que
feriaron la soberanía eléctrica del país, y una empresa rentable y eficaz. Lo
hicieron con el pretexto de financiar las vías 4G, cosa que tampoco lograron,
nos quedamos sin el pan y sin el queso. Esa es la lógica neoliberal, vender lo
público para gastarlo en negocios privados donde la plata fácilmente se la
llevan fondos especulativos multinacionales.
Y con un Estado corroído por
la corrupción como este, donde la empresa pública la concebimos como un bien de
nadie, que el presidente de la República entrega a conciertos para delinquir
electorales buscando mantener mayorías en el Congreso, lo que hace fácil la
apropiación privada, la tarea de defenderla nos corresponderá a la ciudadanía
libre, a los movimientos sociales, a la bancada de oposición al gobierno y a
los trabajadores.
Recordemos que Isagén fue
vendida a pesar de la oposición del 80% del Senado. Incluyendo los uribistas
se opusieron a esa subasta pero nadie la pudo frenar. El sindicato y sus
aliados presentaron muchas acciones jurídicas, pero al final la empresa se
vendió. En Ecopetrol, contrario a lo ocurrido en Isagén, existe un sindicato
fuerte. Uno con capacidad de movilización y de hacer una huelga por su defensa
como en efecto lo acaba de anunciar.
Esta amenaza de privatización
de Ecopetrol coincide con la negociación colectiva que se avecina. El sindicato
pedirá que se garantice la no privatización en el gobierno Duque
Esta amenaza de privatización de la empresa coincide con el proceso de negociación colectiva que se avecina en Ecopetrol. Uno de los puntos que pedirá el sindicato es que se garantice la no privatización durante la vigencia del gobierno de Duque.
Una puja dura pero
que será el eje central de la negociación porque vale la pena recordar que de
buenas convenciones colectivas de trabajo con buenos derechos laborales están
llenos los anaqueles del Ministerio del Trabajo en extintas empresas como
Bancafé, el ISS, Telecom, entre otras. Nada sacamos con tener los mejores
acuerdos colectivos si el gobierno, sin debate, vende la empresa y se la
entrega al capital privado. Militariza las instalaciones, tramita la ley,
extingue al sindicato y vende la empresa. Es el modus operandi. Ya lo vivimos
los colombianos con otras empresas del Estado.
Los colombianos necesitamos
dirigir la transición energética que se acerca, y seguir obteniendo beneficios
de la explotación, no solo para toda la nación sino también para cientos de
territorios y comunidades.
El empresariado apuesta a
quedarse con todo, lo quieren hacer con la Etb, con el Grupo de Energía de
Bogotá y si lo logran con Ecopetrol irán también por las Empresas Públicas de
Medellín, que hoy financian el 20 % del presupuesto de esa ciudad, todas estas
ventas dejarían al Estado central y local sin capacidad de atender políticas
sociales claves para derrotar la pobreza y profundizará la desigualdad y el
poder oligárquico en Colombia, el mismo que no es un gran administrador ni el
más decente, recordemos Odebrecht y Electricaribe.
Habría que hacer una huelga en
Ecopetrol. No hay otra salida. Sus 9.000 trabajadores deben ser sus principales
defensores. Dejar de trabajar para hacer sentir su descontento por esta medida
antinacional. Ejercer ese derecho fundamental que ya nos permitieron las
sentencias C-858 de 2008 y C-796 de 2014 de la Corte Constitucional. Suspender
todas las actividades productivas para “expresarse contra políticas sociales,
económicas o sectoriales que incidan directamente en el ejercicio de la
correspondiente actividad, ocupación, oficio o profesión” (Cfr. C-858 de 2008).
EmoticonEmoticon