Por Omar
Barbosa Quimbay
Ingeniero agrónomo y Agroecólogo
El estado
de nuestra agricultura es muy similar en todos los países de América en cuanto
al presente incierto de futuro al pensar críticamente sobre las relaciones del
poder existentes de manera contemporánea en ella, diferenciados entre sí por
los subsidios estatales de cada país, pero todos viviendo el paradigma en
crisis de la revolución verde, implementada a partir de 1960 y agravado por los
acuerdos de libre comercio para los países que no consideran el sector agrícola
como estratégico y protegido.
Si bien
la cultura extractivista la asociamos al petróleo, al carbón y a la minería,
desconocimos en las décadas pasadas el rol extractivista de minerales del suelo
y la forma excluyente de la biodiversidad en los suelos agrícolas utilizados en
la Revolución Verde.
La
implementación de las prácticas agrícolas de la Revolución Verde y sus
consecuencias en los ecosistemas y en últimas en el llamado agronegocio, su
incidencia en la inocuidad de la agricultura para la salud humana, su aportante
mayoritario de los gases de efecto invernadero causantes del calentamiento
global antrópico, tienen en crisis el paradigma de la llamada Revolución Verde.
En cualquier
estructura de costos de cualquier cultivo convencional, es mayoritaria y
creciente la participación de los insumos externos al predio y a la ruralidad,
convirtiendo al agricultor en un asalariado de los proveedores de estas tecnologías.
El “agronegocio” hace varias décadas dejó de ser de los agricultores.
Pero esta
crisis de la revolución verde, en el mundo siempre pretende ser reencauchada
sin éxito, con “adelantos tecnológicos inciertos”, como el de las
modificaciones genéticas interespecíficas de los vegetales y la apropiación del
germoplasma; haciendo cada vez más urgente el nuevo enfoque creciente de la
agricultura en el mundo, fundamentado en la “agroecología”. Colombia no ha de
ser una excepción del tema.
Entender
el porqué del tema es simple:
¿Qué es la Trofobiosis?
La
Trofobiosis sirve para definir la asociación simbiótica entre organismos, así
como el surgimiento de plantas en cultivos donde se ha aplicado fertilizantes
de alta solubilidad y/o biocidas, consiguiendo una mayor dependencia entre
ellos.
Los biocidas son
sustancias químicas o biológicas, bien sea de origen natural o de forma
sintética, generados para destruir, neutralizar o impedir la acción de
organismos considerados nocivos para los cultivos y el ser humano.
Los
fertilizantes de alta solubilidad son también sustancias de síntesis química
con los minerales que utiliza la planta como fuente nutricional junto al agua y
mediante la fotosíntesis, pero sobre los que la planta no posee control en su
incorporación a su sistema bioquímico, generando en su fisiología una gran
cantidad de aminoácidos superior a la que la planta puede incorporar en su
síntesis de proteínas y azúcares. Aquí está el gran problema generado por el
hombre con su paradigma de “la revolución verde”, que ha venido generando en
los cultivos que él pretende proteger, el alimento que requieren los patógenos
en estos cultivares para poder atacar.
Una
planta tiene muchas posibilidades de ser atacada por agentes patógenos, como
hongos, bacterias, ácaros, virus, insectos, etc., cuando la savia que esté en
el alimento que estos patógenos buscan, esté integrada con aminoácidos libres. Luego
una planta que esté nutrida mediante un balance nutricional adecuado tiene muy
pocas probabilidades de ser atacada por plagas y enfermedades.
Tengamos
presente que los insectos y demás patógenos son muy eficaces al formar sus
proteínas propias con el uso de aminoácidos libres en la planta. Sin embargo,
no pueden nutrirse de las proteínas, sino que lo harán de esos aminoácidos.
Recordemos
que una plantación es nutritiva para los insectos cuando no tiene un
equilibrio en su metabolismo, y también cuando aporta una buena cantidad de
nutrientes solubles. El metabolismo de los cultivos se altera mediante
el uso de pesticidas, fertilizantes de síntesis química, fungicidas,
nematicidas, reguladores de crecimiento y herbicidas.
Cuando
los insectos detectan una abundancia de aminoácidos incrementan su fertilidad,
producción de huevos y longevidad, acortando sus ciclos de reproducción.
Con la
intensificación de la agricultura, las enfermedades derivadas de las bacterias,
hongos y virus han sido más difíciles de controlar, debido al uso de
herbicidas y pesticidas, y a la utilización de fertilizantes de síntesis
química, sobre todo los nitrogenados.
Además,
los agroquímicos incrementan el poder de acción y reproducción de los
insectos sobrevivientes a la pulverización, aumentando su resistencia genética
sobre el insecticida para posteriores aplicaciones, y destruyendo los enemigos
naturales de estos agentes patógenos.
Conclusión
La clave,
por tanto, para que las plantas resistan mejor al ataque de los patógenos es
el equilibrio nutricional. Una planta en su estado más óptimo es aquella
que usa de forma eficiente el 100% de todos los nutrientes que absorbe, es
decir, que los aprovecha todos.
La
revolución verde que ha sido importante en la seguridad alimentaria del
planeta, también es la responsable de su forma de afrontar la problemática de los
cultivos con el concepto de solucionar los problemas antes que prevenir los
problemas, dando cabida al inagotable negocio de los pesticidas y fertilizantes
de síntesis química, pasando así el agronegocio de los agricultores a manos de
los proveedores de pesticidas y fertilizantes, colocando ella misma su
paradigma en crisis.
La
Agroecología está en capacidad de velar por la seguridad alimentaria no solo
del presente, sino también de las generaciones venideras, si logramos que los
hombres nos consideremos como parte de los ecosistemas y no foráneos a ellos.
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