Ya es de por sí una afrenta la que padecemos los teatros e instituciones que llevamos más de 40 años trabajando de forma ininterrumpida al tener que demostrar nuestra existencia año tras año, y tener que concursar para los proyectos, cuando nos hemos ganado con creces el derecho a una subvención permanente y generosa. Se sabe que, desde los griegos, una de las marcas de agua que miden a una civilización es la del apoyo liberal y desinteresado a la cultura, sin el cual ella no es viable. ¿Estarán enteradas las autoridades culturales locales de que Alemania declaró a la cultura como bien de primera necesidad?
Por Ricardo Camacho
Fundador y director del Teatro Libre / Tomado de
https://www.eltiempo.com/ junio 14 de 2020
Y siguen llegando los cobros de los impuestos, el “de
pobres” (sí, tal como se lee), el predial, etc.
Y, estando quebrados, ¿se puede acaso vislumbrar algún tipo
de actividad futura una vez se salga de la pandemia, con los protocolos que han
de regir para los espectáculos públicos? La mayoría absoluta de las salas de
teatro tienen un aforo que no pasa de las 200 sillas, y, si se reduce este a la
mitad, más el resto de acondicionamientos que se requieren, es más que dudosa
la posibilidad de poder volver a programar un espectáculo.
¿Qué ocurre? A comienzos de los años 90, el entonces
ministro de Cultura, Ramiro Osorio, puso en marcha, entre muchísimas
ejecutorias vitales para la cultura del país, la política de las Salas
Concertadas, que consistía en que el Estado subvencionaba los gastos
administrativos mínimos de las salas de teatro para garantizar que pudieran
mantenerse abiertas. No se oculta que, finalmente, esta era una forma de
subsidio al público, y esa política produjo una verdadera eclosión de la
actividad teatral en el país.
Y siguen llegando los cobros de los impuestos, el “de
pobres” (sí, tal como se lee), el predial, etc.
Pues bien, en algún momento, el Estado decidió adulterar la
política de las Salas Concertadas, y ahora esos recursos no podrán volver a ser
utilizados para su propósito original, sino para proyectos concretos. Esta
decisión le permitió al Estado ahorrarse todo un rubro de los ya raquíticos
presupuestos para los teatros, dado que, mientras funcionó la política de Salas
Concertadas, funcionaba al tiempo la de los proyectos. Así que lo que eran dos
programas distintos y complementarios, cada uno con su propio presupuesto,
fueron reducidos a uno solo: el de los proyectos.
Ya es de por sí una afrenta la que padecemos los teatros e
instituciones que llevamos más de 40 años trabajando de forma ininterrumpida al
tener que demostrar nuestra existencia año tras año, y tener que concursar para
los proyectos, cuando nos hemos ganado con creces el derecho a una subvención
permanente y generosa.
Se les ha pedido al Estado, al Mincultura y a la Secretaría
de Cultura que, así no sea sino por la situación ocasionada por la pandemia, se
permita que los recursos de los proyectos puedan destinarse a gastos
administrativos, para así poder operar aun cuando sea a un primer nivel. La respuesta,
alegan, son los “impedimentos legales”. Como si no se hubieran liberado
recursos para otros sectores acudiendo a legislaciones de emergencia.
Pretenden el Mincultura y la Secretaría que se pueda llevar
a cabo un número de proyectos virtuales cuando no hay las más mínimas
infraestructura y logística para desarrollarlos. Y pretenden que para
desembolsar lo poco que reparten, los teatros adquieran varias pólizas de
$400.000 cada una, so pena de no girarlos. Y, de contera, distraen al sector
con el embeleco de la “economía naranja”, que, en buen romance, aspira a
convertir a los creadores en “gestores”, “emprendedores”, para que sus
“productos” sean “sostenibles” y “rentables”, escamoteando así la obligación
del Estado de subvencionar la cultura.
Se sabe que, desde los griegos, una de las marcas de agua
que miden a una civilización es la del apoyo liberal y desinteresado a la
cultura, sin el cual ella no es viable. ¿Estarán enteradas las autoridades
culturales locales de que Alemania declaró a la cultura como bien de primera
necesidad?
1 comentarios:
Write comentariosRicardo. Acuerdate que cuando estuve auge el teatro universitario (nuestro auge estudiantil, 1968, 1969, 1971, ...) persiguieron a los profesores de arte y cultura en colegios. Ahora el teatro es un estorbo para las élites. Igual el periodismo investigativo (Matarife. etc). Saludo fraternal Ricardo.
ReplyAlirio Vera (desde Barranquilla)
EmoticonEmoticon