¿O cómo explica el señor Martínez Neira la caída continuada del porcentaje de aprobación del presidente Duque y el resultado ampliamente favorable en las encuestas de los alcaldes y gobernadores que se pusieron la camiseta de los colombianos y se han negado a usar la del uribismo?
Por Yezid
García Abello
Secretario general (e) del PTC ǀ Bogotá D.C.,Bogotá
D.C., 13 de julio de 2020
Néstor Humberto Martínez reapareció para atacar con todo el manejo dado en Bogotá a la pandemia del coronavirus por la alcaldesa Claudia López. Afirma, en una columna que le publicó el diario El Tiempo, que Bogotá “forzó el uso de la cuarentena de manera muy temprana, antes de la fase expansiva del covid-19”. Que los estudios de la alcaldía sugerían que el “pico” de contagios y fallecimientos llegaría en junio y que, sin embargo, ahora se habla de finales de julio y comienzos de agosto. Que no ha sido culpa del presidente Duque y de sus ministros la insuficiencia de respiradores mecánicos ni el incumplimiento del incremento de las UCI en la Capital. Que por todo ello, la ciudadanía ha perdido confianza en las decisiones oficiales y, en consecuencia, no se debe regresar a la cuarentena total, como lo han solicitado 14 agremiaciones médicas, ni a la cuarentena escalonada por grupos de localidades, como lo tiene establecido el gobierno de Bogotá a partir de hoy lunes 13 de julio.
Parece que Néstor Humberto Martínez, como el fiscal actual, el “Fiscal Volador” Francisco Barbosa, además de abogado ejerce como médico epidemiólogo. Pero los hechos son los hechos. Si Claudia López no decreta, después de rogar por más de quince días a Duque que cerrara el aeropuerto El Dorado sin conseguirlo, la cuarentena “pedagógica”, respaldada por el gobernador de Cundinamarca y varios mandatarios locales alternativos que no gozan de las simpatías del Gobierno Central ni del uribismo, Duque no se hubiera visto forzado a adoptarla, a regañadientes y cuatro días después, para todo el país. Y esa cuarentena, bueno sería que se reconociera, salvó miles de vidas, redujo la velocidad de contagio y prolongó la fecha del “pico”, lo que podría haber dado tiempo, si estuviéramos ante un Gobierno Nacional serio, para mejorar la infraestructura hospitalaria, pagar las deudas añejas con los trabajadores de la salud, poner en cintura a las EPS, conseguir los elementos de protección para el personal de hospitales y clínicas, y conseguir los indispensables respiradores para incrementar el número de unidades de cuidados intensivos e intermedios, y camas hospitalarias.
Por no seguir el ejemplo de China, Corea del Sur, Japón o Nueva Zelanda, y no tomar, a tiempo, medidas de confinamiento, aislamiento físico y parálisis de las actividades productivas no indispensables para la supervivencia, Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, México y Suecia están pagando, con sudor y lágrimas, las consecuencias de tamaña equivocación. El presidente Trump y el mandatario brasileño en diferentes ocasiones se han burlado de la gravedad de la amenaza viral y se han negado a adoptar elementales medidas como el uso de tapabocas y restricción de actividades económicas. Los mandatarios Boris Johnson y Jair Bolsonaro están contagiados de la “simple gripita” como llamaron despectiva e irresponsablemente al coronavirus. ¿Es esa la política frente a la pandemia que nos llama a adoptar en Bogotá el “epidemiólogo” ex fiscal? En Estados Unidos han fallecido 135.118 personas (422,2 por millón/hab.), en Brasil 71.469 (340,3 por millón/hab.), en el Reino Unido 44.904 (670,2 por millón/hab.), en México 34.330 (272,5 por millón/hab.), en Suecia 5.526 (552,6 por millón/hab.) y en Bogotá 1.123 (140,4 por millón/hab.)
Que el “pico” de la pandemia se haya postergado en el tiempo es una consecuencia de la política adoptada de insistir en la cuarentena, las restricciones, el aislamiento físico y los cuidados personales, definiendo al lado de la vida la contradicción con la reapertura apresurada de la economía. Se trataba de ganar tiempo, pero, y de eso sí no habla Néstor Humberto Martínez, el Gobierno Nacional no cumplió con los respiradores ni con la inversión en salud ni con el pago de las deudas laborales ni con el suministro gratuito de los elementos de protección a los trabajadores de la salud. El presidente Duque, en su desmedido afán de ceder a las presiones de las cúpulas gremiales de banqueros y comerciantes y reactivar la economía a como diera lugar, se precipitó a flexibilizar la cuarentena, decretar los tres días sin IVA de la reforma tributaria y estimular a la gente para que saliera a la calle y a las grandes superficies. Y, paralelamente, se negó a aprobar la renta básica ―equivalente a un salario mínimo mensual como lo propuso en el Congreso la Bancada Alternativa― para los millones de desempleados, despedidos de sus puestos de trabajo y trabajadores informales, lo que hubiera facilitado el confinamiento y la disciplina social sin hambre.
Y añade el ex fiscal en su escrito como un gran descubrimiento: “la gente ha perdido confianza en las decisiones oficiales”. Claro que sí, tiene toda la razón. Pero le faltó esclarecer a sus lectores que se trata de las decisiones que provienen del Gobierno Nacional, del presidente Duque y su gabinete de “enanitos”. No se trata de pérdida de confianza de la población en los mandatarios locales que se la han jugado al lado de sus necesidades, sus angustias y sus penurias. ¿O cómo explica el señor Martínez Neira la caída continuada del porcentaje de aprobación del presidente Duque y el resultado ampliamente favorable en las encuestas de los alcaldes y gobernadores que se pusieron la camiseta de los colombianos y se han negado a usar la del uribismo?
¡Cómo le duele a personajes como el ex fiscal Martínez que Duque, día a día, pierda respaldo popular!
¡Cómo le duelen, todavía, los más de ocho millones de votos por Gustavo Petro en las presidenciales y el triunfo de los alcaldes y gobernadores alternativos en capitales como Bogotá, Cali, Medellín, Santa Marta, Cartagena, y el departamento del Magdalena!
¡Cómo le duele que Colombia comience a no tragar entero!
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