Todo lo anterior –qué duda cabe- supone un proceso constituyente activo y que contemple la más amplia participación. Desde el trabajo con las organizaciones sociales de San Miguel (mi tierra natal, comuna de Santiago) “de Octubre a Octubre”, fui testigo del anhelo por un nuevo Chile. Para lograrlo la gente entiende la necesidad de la unidad. Pero no una unidad “politiquera”, acordada en una “cocina”, sino una de carácter ciudadano, donde los liderazgos surjan desde los mismos territorios y deliberen con ellos lo fundamental de la nueva Constitución. Esto reclama de la política institucional humildad por encima de todo, comprensión de que el momento constitucional se trata más de escuchar a la gente que a sí mismos. No tengo dudas que Revolución Democrática y el Frente Amplio estarán a la altura de este desafío, pues surgimos de los movimientos sociales para convertir las mayorías sociales en mayorías políticas.Por Andrés Dibán Dinamarca
Dirigente de Revolución Democrática y candidato a alcalde comuna de San Miguel
Es difícil no exagerar la trascendencia de lo vivido el domingo 25 de octubre. La expresión del pueblo, titular del poder político en democracia, tuvo una contundencia inédita en nuestra historia. Lejos de estar “poco interesado” en la política, la ciudadanía dijo presente en una elección decisiva para su futuro: así lo expresa el alza en la participación en pleno período de pandemia (51%, superior a 2017). Esta presencia fue especialmente significativa en las comunas populares del Gran Santiago, la mayoría de las cuales registraron alzas superiores a los 5 puntos. Es meritorio haber consignado estos resultados en un contexto marcado tanto por la pandemia como por lo predecible de los resultados, pues los pronósticos anticipaban fuertes mayorías para las opciones Apruebo y Convención Constitucional.
Tan resonante como la participación son los porcentajes de las opciones ganadoras, nunca antes vistas a la fecha. El 78,27% de las y los chilenos (residentes dentro de la frontera y en el extranjero) votamos por el apruebo. Asimismo, un 78,99% desea que el órgano redactor de la nueva carta magna, sea elegido plenamente por el pueblo movilizado, toda vez que las ansias de transformación y de renovación se plasman por medio de esta alternativa. El mensaje es claro: las y los compatriotas saben bien lo que quieren y no deberían ser infantilizadas/os en la voz pública. Esos anhelos parten por una nueva distribución del poder, esto es, incidencia en la elaboración de las reformas que el país necesita. Y no solo en la venidera Convención Constitucional, sino también en la elaboración misma de las políticas públicas que marcarán el próximo período republicano. Las necesidades que se acumulan en la vida cotidiana requerirán el concurso de los y las afectadas: en pensiones, salud, educación, construcción de la ciudad, forma de democracia y un largo etc.
Por mucho tiempo se habló de un país dividido, partido en dos; fragmentado y polarizado por la revuelta social y el despertar de 2019. Pero eso no es así. Sólo un 20% continúa en la lógica de mantener granjerías y privilegios, así como de hacer oídos sordos a lo que la abrumadora mayoría reclama. Y esto se refleja en regiones como la Metropolitana de Santiago, donde son las comunas más vulneradas las que claman por un cambio de giro (Lo Espejo, 88,65% por el apruebo), mientras las más acomodadas y favorecidas por el desigual modelo neoliberal pretenden aferrarse al legado de la dictadura (Vitacura, 66,95% por el rechazo). Hasta aquí hemos dicho “no son 30 pesos, sino 30 años” (1); pues bien, luego de esta jornada histórica el dicho cambia: “no son 30 pesos, son 3 comunas” (2) (en referencia a Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, únicas tres de un total de 52 a nivel regional, que votaron por mantener la actual carta magna).
Todo lo anterior –qué duda cabe- supone un proceso constituyente activo y que contemple la más amplia participación. Desde el trabajo con las organizaciones sociales de San Miguel (mi tierra natal, comuna de Santiago) “de Octubre a Octubre”, fui testigo del anhelo por un nuevo Chile. Para lograrlo la gente entiende la necesidad de la unidad. Pero no una unidad “politiquera”, acordada en una “cocina”, sino una de carácter ciudadano, donde los liderazgos surjan desde los mismos territorios y deliberen con ellos lo fundamental de la nueva Constitución. Esto reclama de la política institucional humildad por encima de todo, comprensión de que el momento constitucional se trata más de escuchar a la gente que a sí mismos. No tengo dudas que Revolución Democrática y el Frente Amplio estarán a la altura de este desafío, pues surgimos de los movimientos sociales para convertir las mayorías sociales en mayorías políticas.
No hay momento más importante para mostrar esto que en las elecciones de abril 2021. Nos jugaremos, al mismo tiempo, la elección de los representantes del poder constituyente del pueblo, de la descentralización (Gobiernos regionales), y de quienes deben asumir el desafío de reconstruir el espacio vecinal (Gobiernos locales). Siendo distintas, todas estas elecciones se vinculan entre sí. El desafío de un Gobierno comunal en un momento constituyente es representar la reconstrucción de la comunidad política en lo local, porque es la participación y deliberación ciudadana lo que permitirá impulsar decisivamente esa Constitución plenamente democrática que el pueblo chileno se ha ganado.
El estruendo de la Revolución Democrática de los dos Octubres aún resuena en nuestros corazones. Es hora de escribir su mensaje en la hoja, hoy en blanco, de la nueva democracia.
27 de octubre de 2020.
Notas
(1) https://kaosenlared.net/chile-no-son-30-pesos-son-30-anos/
(2) https://lavozdelosquesobran.cl/no-fueron-30-fueron-tres-comunas-las-burbujas-del-rechazo/
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