Cientos de millones de pobres, en especial mujeres, personas racializadas, negras e indígenas, muchas de ellas migrantes, se hunden en la miseria, hambre y exclusión.
Por Consuelo Ahumada
Profesora Universidad Externado de Colombia. Miembro de número de la ACCE. Integrante del Colectivo de mujeres MALU | Publicado originalmente en www.las2orillas.co | febrero 09, 2021
Este y otros informes previos de la misma organización
trascienden el énfasis económico y social de otros importantes estudios de los
últimos años sobre el tema, al incorporar género y etnia como otras dimensiones
fundamentales. Señala que los mil principales multimillonarios del mundo
recuperaron en nueve meses sus pérdidas del inicio de la pandemia y
multiplicaron sus fortunas.
Entretanto, cientos de millones de pobres, en especial
mujeres, personas racializadas, negras e indígenas, muchas de ellas migrantes,
se hunden en la miseria, hambre y exclusión. Esto se explica por la
interseccionalidad o confluencia de múltiples desigualdades y discriminaciones
históricas. Es también el resultado de la conjunción entre supremacismo blanco,
patriarcado y principios neoliberales. Basta ver el impacto desproporcionado de
la crisis en las mujeres pobres y negras de Brasil o del Caribe, entre otras regiones.
La pandemia golpeó el trabajo en sectores esenciales como la
salud, el cuidado, las ventas informales y la docencia, en los cuales las
mujeres son mayoría. Sectores con sobrecarga de trabajo, pésima remuneración y
carencia de protección social. Pero además en buena parte de los negocios
cerrados predomina el trabajo femenino: peluquerías, restaurantes, pequeños
comercios, seguridad, aseo, servicio doméstico.
En los inicios del 2021, la situación social en Colombia es
crítica. Además del impacto del virus y del descalabro económico, el resurgir
del conflicto armado se ha ensañado con los sectores más desfavorecidos:
campesinos, indígenas y afros. Mujeres y jóvenes. Son las víctimas de masacres,
asesinatos, desplazamientos.
Recordemos que el confinamiento ha traído en todos lados un
incremento notorio en la violencia intrafamiliar y sexual y en los
feminicidios.
Pero además el encierro y la pérdida de empleo ha aumentado
el trabajo del cuidado no remunerado para las mujeres. Datos oficiales del Dane
anteriores a la pandemia mostraban que 7,1 millones de mujeres realizan labores
del hogar frente a menos de 1 millón de hombres y que las mujeres invierten
hasta 7 horas y 14 minutos cada día en estos trabajos, frente a 3 horas, 25
minutos de los hombres. En junio 2020 hubo un aumento de 1,6 millones de
mujeres dedicadas a estos oficios.
Según la misma fuente, en junio pasado se tuvo la brecha más
alta de los últimos nueve años entre hombres y mujeres, frente al desempleo. El
masculino fue del 16,2 %, mientras que el femenino llegó al 24,9%. En el
trimestre septiembre-noviembre, su tasa para las mujeres fue de 19,6%, frente
al 10,9% para los hombres. Las mujeres jóvenes de 14 a 28 años corresponden al
46,4% de las desocupadas.
Esta grave tendencia, que ha hecho retroceder los avances en
cuanto a igualdad de género, la expresó el mismo Oviedo: "El mercado
laboral está generando un sesgo muy importante en contra de las mujeres pues
son ellas las que están asumiendo más horas de trabajo en oficios del hogar o
han entrado a la inactividad y se han dedicado a ese trabajo no remunerado”. Así,
el 62,9% de las mujeres que entraron a la inactividad entre marzo y mayo de
2020 se dedicaron a oficios del hogar, mientras que ese porcentaje para los
hombres fue de 15,4 %.
Con respecto al trabajo del cuidado, la Ley 1413 de 2010
ordenó incluir su contribución en las cuentas nacionales. Es un sector que
aporta cerca del 20% del PIB. Sin embargo, aunque se creó la cuenta satélite de
economía del cuidado, una década después la ley está lejos de representar una
mejoría en la condición de las mujeres.
A estas alturas de la crisis global, han quedado en claro
varios puntos: el fracaso del sector privado para resolver el problema de la
salud pública y la importancia de los trabajadores en general y del trabajo del
cuidado para la sociedad. Por ello, los sectores democráticos y progresistas
claman por el regreso del Estado, la defensa de los servicios públicos
esenciales y el impuesto al patrimonio para superar la crisis.
Pero las propuestas del gobierno de Duque van en contravía:
reforma tributaria centrada en el incremento del IVA; políticas de austeridad;
una regresiva reforma laboral y pensional mediante el decreto 1174, en vigencia
desde el 1 de febrero. Este introduce contratos por horas con ingresos
inferiores al salario mínimo, sin seguridad social ni prestaciones. Una medida
en extremo lesiva para trabajadores/as.
Por último, se destaca su mezquindad en materia de inversión
pública. Según información del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana
del pasado 5 de enero, el 48% de los recursos del Fome, una suma de $19,4
billones, está sin utilizar. Cuántas vidas de mujeres y hombres pudieron
haberse salvado con la renta básica, el subsidio a las mypimes y el pago de las
deudas a los hospitales.
1 comentarios:
Write comentariosExcelente analisis que pega directamente en uno de los sectores mas vulnerables de la sociedad, especialmente en la basede la misma: la mujer. Se asoma entre lineas el desastrozo gobierno neoliberal... tema de entrar a discutir a nivel nacional...
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