Una revisión crítica al supuesto carácter cuidador, selectivo e hipergámico de las mujeres, y el supuesto carácter promiscuo y competitivo de los hombres. La invitación es que usted amable lectora o lector pueda complementar y continuar el hilo de esta discusión.
"Se necesita una aldea para criar a un niño" proverbio africano.
Por Augusto R. M.
Ingeniero electrónico, PTC Medellín
En humanos, se presume que las mujeres individualmente son las que más invierten, por que el tiempo en que son fértiles es limitado, y la gestación se produce en sus cuerpos tardando nueve meses, durante y después de los cuales tanto la madre como el bebe requieren de gran atención. Por esto, se dice que las mujeres desarrollan comportamientos tendientes a seleccionar de todos los hombres, solo a aquellos que posean ciertos indicadores de que van a ser capaces de proveerlas durante todo ese tiempo, lo cual se conoce como hipergamia.
Por su parte, los hombres son fértiles hasta su muerte y no ponen en riesgo su cuerpo durante la gestación, serían los que menos invierten. En su lugar, su estrategia reproductiva seria competir con otros hombres para procrear con el mayor número de mujeres que les fuera posible.
El supuesto carácter cuidador, selectivo e hipergámico por naturaleza de las mujeres, y el supuesto carácter promiscuo y competitivo por naturaleza de los hombres, serían las fuerzas determinantes de todo el orden social. No conozco de forma concluyente los estudios, ni cual es el peso que estos le dan a la determinación biológica, ni si los estudios feministas los ignoran o no, de allí la ausencia de referencias en este texto. Quizás usted amable lectora o lector podría complementar esta situación y continuar el hilo de esta discusión.
Como especulación y abriendo hilo, diría que entre humanos se requiere algo más que un “hombre fuerte y proveedor” para garantizar que una mujer pueda ser cuidada durante su embarazo, y su hijo y ella misma puedan sobrevivir después de el. Entre humanos, para tener un bebe, se requiere ante todo una comunidad, siempre que exista, las mujeres y sus bebes serán cuidadas y alimentadas, y esto podría ser lo que siempre ha ocurrido. A través de los tiempos, las mujeres han sido cuidadas por otras mujeres, por sus madres, abuelas, hermanas, y también, por hombres, sus hermanos, padres, por la comunidad entera. El papel de un hombre en particular, es muchas veces testimonial.
En cambio se observa en la historia, que han sido los hombres, empezando por cierta clase de ellos, quienes han querido encerrar a las mujeres en sus casas, condenado y negado los deseos sexuales promiscuos de ellas, negado su mayoría de edad, su raciocinio, negando su participación y competencia en todos los ámbitos de la sociedad, y las han querido adscribir a las tareas de cuidado. Habían instituido que las mujeres debían estar siempre en supervisión de un hombre, primero el padre y luego el esposo, porque supuestamente, eran débiles por naturaleza.
Pero la moral puritana y hogareña que quisieron implantar como propia de las mujeres, para justificar su encierro, nada tendría que ver con determinantes biológicos, sino con la necesidad de que los hombres puedan estar seguros de a quienes llamar hijos, para heredar a ellos, y sólo a ellos, el poder y bienes acumulados por medio de la institución de la propiedad privada. Para convertir a las mujeres y a sus hijos, también en propiedad.
A traves de los tiempos, las mujeres no han necesitado seleccionar un hombre en específico para reproducirse. Los propietarios sí han necesitado seleccionar a una mujer en específico para establecer alianzas políticas y heredar la propiedad, son ellos los que han seleccionado. Mientras tanto, en la formula de la inversión parental parece hacer falta más actores, falta el papel de la comunidad, sin la que no es posible que sobreviva nadie. Así que, las tendencias “naturales” propuestas por los críticos del feminismo quizás sean solo aparentes, y estén sesgadas por las condiciones históricas propias de nuestras sociedades basadas en la propiedad y la explotación, y en consecuencia, se requiera aún mayor investigación.
Los cerebros de los humanos son flexibles, quizás lo suficiente para que las determinantes biológicas sean modulables por la ideología y la cultura. Por ejemplo, la especie humana no es por naturaleza monógama, y aún así media humanidad suspira por encontrar una media naranja, guiada por un ideal cultural impuesto por razones distintas a las biológicas.
Gracias a la lucha de las mujeres, se han venido desmontando instituciones del patriarcado en buena parte del mundo. Pero las ideas que se sustentaban antes como venidas de un orden natural, aún rondan entre nosotros, las ideas de los muertos siguen pesando entre los vivos, y costará tiempo revisarlas.
Las tendencias de origen biológico en nuestro comportamiento, sin duda existen, conviene su estudio, -pero no para terminar justificando privilegios, o para declarar inmodificables realidades injustas- aspectos que de por sí constituyen sesgos metafísicos, sino para ayudar a superar realidades de violencia y opresión. Nada es inmodificable, especialmente cuando hay injusticias de por medio.
Notas
[1] Roxana Kreimer, Competencia en el mercado amoroso, 2020, Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=O4dVBAH32d0
[2] Roxana Kreimer, Estudios de género contra Darwin,
2020, Youtube.https://www.youtube.com/watch?v=l8GANhRVHx4
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