En una decisión que ha provocado el
repudio en el país y la región, el gobierno de Duque se abstuvo de votar en la
Asamblea General de las Naciones Unidas la resolución presentada por Cuba para
ponerle fin al bloqueo económico, comercial y financiero que le impuso Estados
Unidos desde 1960. Esta resolución ha sido presentada por parte de la Isla año
tras año desde 1991 y ha contado con un creciente respaldo por parte de los
países del mundo, que rechazan esta política criminal unilateral del imperio.
El año pasado fue aprobada por 189 votos, con solo dos votos en contra y
ninguna abstención. Pero este año la resolución recibió 187 votos a favor, tres
en contra: Estados Unidos, Israel y Brasil, y dos abstenciones, Colombia y
Ucrania. Aunque la resolución no es de obligatorio cumplimiento, su mensaje
político es fundamental, sobretodo en estas épocas oscuras de auge de la agenda
de la extrema derecha en todo el orbe.
Al adoptar esta decisión, el
gobierno de Duque desconoció la trayectoria histórica del voto del país frente
al bloqueo durante las últimas décadas, al tiempo que ratificó una vez más su
decisión, no solo de alinearse incondicionalmente con la estrategia de guerra
de Trump en América Latina, sino de convertirse en su peón de brega. Tal como
lo denunció la delegación cubana, la representación de Washington no escatimó
esfuerzo para que otros países rechazaran la resolución este año. Pero en este
empeño en la región solo logró el respaldo de Brasil y la abstención de
Colombia. ¡Tremenda vergüenza para los dos países latinoamericanos!
Unos días antes de la reunión de la
Asamblea General, ante la sospecha de la decisión que adoptaría el gobierno de
Duque, 80 congresistas colombianos le enviaron una carta al presidente, en la
que le señalaban cómo desde 1994 ha habido unanimidad en América Latina y
consenso internacional en cuanto al rechazo a esta política de Estados Unidos,
calificada por la Convención de Ginebra como genocidio. En dicha carta se le
pedía al gobierno colombiano que, pese a las diferencias entre los dos países,
se respetara la tradición colombiana de votar en contra del bloqueo.
Sin embargo, el gobierno de Duque no
escuchó al Congreso, adoptó la decisión de abstenerse y la justificó con el
argumento de que el gobierno de Cuba ha tenido una “actitud hostil” frente a
Colombia, a raíz de su negativa a entregar a los jefes del ELN que se
encuentran en su territorio, ante las solicitudes del gobierno colombiano
después del atentado contra la Escuela de Policía que se atribuyó este grupo
guerrillero en enero del presente año.
Debe recordarse que, después de que el
gobierno ecuatoriano de Lenin Moreno diera por terminado su papel como mediador
entre el gobierno colombiano y el ELN, Cuba aceptó cumplir ese papel y albergar
el proceso, que desde el inicio del gobierno de Duque entró en fase terminal.
El gobierno caribeño contaba para ello con varias experiencias de mediación en
el conflicto armado colombiano, en especial el proceso que culminó exitosamente
con la firma del acuerdo con las FARC. La Habana ha rechazado la extradición de
los líderes del ELN, invocando los protocolos suscritos con el gobierno de
Colombia y para ello se ha apoyado en la normatividad internacional para estos
casos y ha contado con el respaldo decidido de los países garantes, en especial
Noruega.
Frente a esta situación, el Gobierno de
Colombia ha expresado todo su compromiso con la política de Estados Unidos de
recrudecimiento del bloqueo y de agresión a la Isla. “Cuba debe elegir entre su
relación con Colombia o con los criminales”, señaló Iván Duque recientemente.
En la Asamblea General, el Canciller Trujillo llegó todavía más lejos y amenazó
con denunciar a La Habana ante las Naciones Unidas por el patrocinio de grupos
terroristas y por su apoyo a la República Bolivariana de Venezuela. Como ya ha
sido una constante con este gobierno, afirmó, sin ninguna prueba, que el
Gobierno cubano participa en “intentos desestabilizadores a varios gobiernos de
la región”.
Más allá de la actitud hostil y
belicista del gobierno colombiano frente a Cuba, Venezuela y América Latina en
su conjunto, el presidente, en consonancia con su jefe Álvaro Uribe Vélez,
pretende darle otro golpe certero a la paz en Colombia. Su decisión de aislarse
de la región y del mundo en este campo y de promover la confrontación y la
guerra para beneficiar a Estados Unidos así lo demuestra.
Partido
de Trabajo de Colombia PTC
Comité
Ejecutivo Central
Yezid
García - Secretario General (e)
Bogotá
DC, noviembre 8 de 2019
EmoticonEmoticon